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Los inversores desoyen la realidad material de Meta

Incursiones previas de firmas de software en el hardware son un mal augurio para el casco del metaverso

Casco de realidad virtual de Meta, en el puesto de esta en la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles (EE UU), en junio de 2022.
Casco de realidad virtual de Meta, en el puesto de esta en la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles (EE UU), en junio de 2022.reuters

La idea de Mark Zuckerberg de transformar la empresa antes conocida como Facebook en una potencia del metaverso tiene un gran punto débil. Para sacar el máximo partido a su nuevo mundo virtual, los usuarios tendrán que comprar primero una pieza de hardware. La historia demuestra que las empresas que pasan de vender productos que los clientes no pueden tocar a otros que sí tienden a tener problemas. Pero la subida del 20% de la acción tras los resultados del miércoles demuestra que los accionistas están demasiado entusiasmados con los retoques a corto plazo.

Meta Platforms dijo que planea recortar gastos en 2023 y aumentar las recompras. Es lo menos que podía hacer después de que los costes subieran casi un cuarto en 2022, mientras que los ingresos cayeron por primera vez. Los inversores deberían centrarse en los planes de Zuckerberg de utilizar el metaverso para invertir esa trayectoria.

Meta tiene los medios para producir los cascos necesarios para acceder a las mejores partes del metaverso, gracias a la compra de Oculus en 2014. Para tener éxito, sin embargo, Zuckerberg necesita escala, lo que significa fortalecer las cadenas de suministro y, lo que es más importante, fijar el precio del producto para que los consumidores puedan permitírselo. Todo ello sugiere que los márgenes serán escasos, lo que a su vez diluye una gran baza de Meta: un algoritmo publicitario que es una máquina de hacer dinero.

La compra de Nokia por Microsoft es un claro ejemplo de lo que puede salir mal cuando las firmas de software ponen sus miras en el hardware. Aquel acuerdo pretendía recuperar parte del valor que había creado el software durante décadas para todo un ecosistema de hardware entrando en el negocio de los teléfonos. Pero en pocos años, Microsoft lo desmanteló y asumió una pérdida de 7.600 millones de dólares cuando quedó claro que Apple era, sencillamente, mejor.

Otras tecnológicas han intentado dar un giro similar sin éxito. Google lanzó unas gafas inteligentes, un experimento que pasó de ser una gran promesa a un proyecto marginado en apenas un par de años. Amazon está recortando empleo en su división Alexa después de que el sistema de altavoz que escucha a escondidas se convirtiera en poco más que una novedad.

El éxito de Meta emparejaría una plataforma de videojuegos y una empresa de publicidad, descifrando el código que persiguen Sony, Nintendo y otros, y creando un lucrativo paquete difícil de desbaratar. Pero los ejemplos del pasado sugieren que es una posibilidad remota. Admitirlo puede significar que los accionistas de otras empresas, más que los de Meta, se beneficien de los servicios que ya presta Facebook. Pero eso probablemente sea mejor que destruir el valor que Zuckerberg ya ha creado.

Competencia

Puede que Meta se dedique a los mundos virtuales, pero no está muy interesada en los problemas de la competencia virtual. Es posible que el grupo acabe de endosar a la Comisión Federal de Comercio (FTC) de EE UU su primera gran derrota en un caso de fusión iniciado por la halcón Lina Kahn. Un juez de distrito ha denegado la orden judicial solicitada por la agencia para bloquear la adquisición por la empresa del desarrollador de aplicaciones de fitness Within. Aunque el caso no está necesariamente cerrado, supondría un revés en el intento de evitar que se les cuele otro Instagram.

El acuerdo de 2012 de Facebook por la entonces incipiente app para compartir fotos pasó sin problemas la aprobación de los reguladores, para convertirse en la piedra angular del dominio de las redes sociales de la empresa. El arrepentimiento en Washington ayudó a inspirar una nueva ola de pensamiento, en parte para anticipar el impacto potencialmente peligroso en el mercado de transacciones por lo demás pequeñas.

Los tribunales se han mostrado menos persuadidos de obsesionarse con el mañana en lugar de con el hoy. En 2015, la FTC perdió un caso contra la unión de las empresas médicas Steris y Synergy. Lo mismo ocurrió en septiembre con la operación de Illumina por Grail (biotech). La demanda contra Within se basaba de nuevo en estos argumentos: la preocupación por el posible dominio futuro en un mercado de realidad virtual aún en pañales.

La determinación de encontrar y parar el próximo acuerdo tipo Instagram sigue dando forma a la aplicación de la ley, incluida una denuncia presentada en diciembre contra la adquisición acordada por Microsoft de Activision Blizzard, por 69.000 millones. Aunque el argumento de la FTC afecta al mercado actual de los videojuegos, Microsoft ha ofrecido concesiones, como poner títulos a disposición de sus rivales, que podrían bastar para convencer a un juez. En la sentencia de Illumina, se hizo mucho hincapié en este tipo de concesiones. El titán de la sanidad UnitedHealth también las ofreció para conseguir una victoria judicial en su acuerdo de 8.000 millones con Change Healthcare.

El trasfondo jurídico deja argumentos sobre lo que ocurrirá cuando los juegos pasen de las consolas al streaming. La FTC tiene una semana para apelar la sentencia de Within, según Bloomberg, y también está llevando a cabo un proceso paralelo en un tribunal interno de la agencia. Pero, si pierde, podría significar que, en lo que respecta a la competencia entre empresas, el futuro es ahora.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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