La inversión en infraestructuras, amenazada
Las explosiones en las tuberías Nord Stream expusieron el creciente riesgo para las redes energéticas
Invertir en infraestructuras es cada vez más arriesgado. Las explosiones que dañaron en septiembre los gasoductos Nord Stream que unen Rusia con Europa han alertado a los inversores de las amenazas físicas que supone la volátil geopolítica para las redes energéticas. Los ciberataques, que ya iban en aumento antes de que el presidente Vladimir Putin invadiera Ucrania, también se han intensificado. A medida que los inversores privados se lo replanteen, los Estados desempeñarán un papel más importante.
El capital se ha volcado en activos como autopistas de peaje, torres de telecomunicaciones y redes eléctricas, ya que los inversores buscan inversiones reguladas estables que ofrezcan cierta protección frente a la inflación. Los fondos de infraestructuras de private equity atrajeron 121.000 millones de dólares a nivel mundial en 2021, casi un 60% más que en 2017, según datos de PitchBook. En Europa, esos fondos adquirieron activos por valor de 41.700 millones de dólares en los siete primeros meses de 2022 –más del doble que el año anterior–, impulsados por operaciones como la adquisición por Veolia de Suez, rival francesa en la gestión del agua y los residuos.
Aun así, los inversores son cada vez más selectivos a la hora de apostar por las infraestructuras. Las explosiones del Báltico del 26 de septiembre, aún sin explicar, pusieron de manifiesto la fragilidad de las infraestructuras marinas, cuentan banqueros e inversores de alto nivel a Breakingviews. TotalEnergies y Equinor declararon en septiembre que habían detectado actividad inusual de drones cerca de sus instalaciones energéticas en alta mar. La corrosiva agua marina puede inutilizar rápidamente un gasoducto submarino. Y los daños causados por las guerras no suelen estar cubiertos por los seguros.
El creciente coste de los seguros contra ciberataques también restará atractivo a las redes de telecomunicaciones y eléctricas. Según una encuesta del Council of Insurance Agents and Brokers, la prima para asegurar la propiedad comercial contra los piratas informáticos aumentó un 27% interanual en el segundo trimestre de 2022, muy por encima del aumento medio del 7% para todas las líneas de seguros.
Sin embargo, la necesidad de infraestructuras sigue siendo fuerte. El fondo Macquarie declaró en noviembre que había captado 12.600 millones de euros de inversores para invertir en infraestructuras básicas como redes eléctricas, gasoductos e instalaciones de agua.
La urgencia de hacer del mundo un lugar más limpio implica construir y modernizar infraestructuras eléctricas tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo. Activos como las redes eléctricas, fundamentales para la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, seguirán siendo atractivos para inversores y financieros.
Sin embargo, también están potencialmente expuestas al sabotaje, como demostraron los atentados contra dos subestaciones eléctricas en Carolina del Norte (Estados Unidos) el 4 de diciembre. Más de 40.000 clientes se quedaron sin electricidad, tras lo que las autoridades locales describieron como un “ataque selectivo”.
La presión para establecer la seguridad energética en casa implica también que los Gobiernos querrán poseer activos de infraestructura clave, independientemente de los incentivos financieros. Alemania, por ejemplo, se hizo con instalaciones de almacenamiento de gas en manos privadas rusas y está intentando hacerse con el control de la filial local del operador holandés de redes eléctricas TenneT, informó Reuters el 30 de noviembre. Si los inversores privados llegan a la conclusión de que algunos activos de infraestructuras han perdido su atractivo, los Estados intervendrán.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías