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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El dinero bajo el colchón, ¿tiene los días contados?

La divisa digital tiene muchas ventajas, pero también riesgos, como la pérdida de libertad del ciudadano, puesto que se puede rastrear y restringir

A muchos de nosotros, cuando éramos niños y pedíamos dinero a nuestros padres, nos decían que el dinero no sale de los árboles, aunque ahora sabemos que nace en los ordenadores de los bancos centrales que con solo apretar un botón han generado billones de divisas de la nada. Un dinero que tampoco podemos tocar porque solo existe como apunte contable en las entrañas del sistema financiero, pues sabemos que no hay dinero físico para cubrir todo el dinero que existe en el mundo.

La popularización de las criptomonedas ha sido el primer toque de atención a los bancos centrales que han visto como su papel central en las economías y en el diseño de políticas monetarias está en juego. Los Gobiernos también temen el desarrollo del dinero digital en forma de criptomonedas sobre la tecnología blockchain, basado en poderosas características que permiten hacer transacciones sin ningún tipo de supervisión, garantizando la privacidad y el anonimato, lo que puede aumentar el fraude fiscal e impulsar nuevos mecanismos de financiación del terrorismo y del crimen organizado. Además, bajo la citada tecnología, la operativa se encuentra descentralizada lo que hace innecesaria la existencia de una entidad centralizada que supervise y autorice las transacciones. Y no solo eso, también permite eliminar los intermediarios y sus injustificados costes en las cadenas de valor de las actividades, lo que pone en riesgo la existencia futura de muchos agentes y organismos públicos y privados.

Por tanto, ya hace meses que se ha puesto en marcha toda la maquinaria institucional mundial para analizar e impedir su pérdida de peso en la economía. La Fed ha presentado un documento para pulsar las opiniones de los ciudadanos mediante comentarios y ahora, Christine Lagarde lanza un globo sonda anunciando reflexiones sobre el futuro lanzamiento del euro digital, encendiendo la mecha del debate entre los ciudadanos.

Entre las ventajas del dinero digital para los ciudadanos está la comodidad que supone y la seguridad que proporciona a la hora de realizar pagos, mejorando lo que ya hacemos con las tarjetas bancarias o bien el uso de contratos inteligentes. También será más fácil conseguir un préstamo directamente del banco central eliminando intermediarios financieros y sus costes asociados, lo que pone en alerta a la maltrecha banca tradicional. Igualmente, el respaldo que ofrece el banco central reduce considerablemente la pérdida de valor del dinero frente a otras alternativas como las criptomonedas o activos.

Para los bancos centrales, además de la enorme dificultad para falsificarlo, la posibilidad que les otorga el poder de poner en marcha políticas monetarias a la carta, segmentadas por áreas geográficas o por grupos de consumidores. Para los Gobiernos, la lucha contra el terrorismo, las mafias, el blanqueo de capitales o el fraude fiscal, entre otros, precisamente gracias a esa facilidad de rastreo que permite todo lo digital.

Sin embargo, no todo son ventajas, pues, aparte de la vulnerabilidad ante ataques informáticos, la primera será la reducción del dinero en papel y moneda que puede afectar a las familias y empresas a la hora de realizar transacciones. Pero el peor inconveniente es la pérdida de libertad de los ciudadanos, ya que se pierde la privacidad en cuanto a dónde y en qué gastamos nuestro dinero, ya que se puede rastrear. Y no solo eso, puesto que todo lo digital es programable y, por tanto, se le puede poner fecha de caducidad o imponer que sea gastado en la compra de determinados bienes o servicios que determine el Gobierno de turno. También permite al emisor aplicar tipos de interés negativos, algo que no se puede hacer con el efectivo, obligando a acelerar su gasto para no perder valor. Hay un sinfín de posibles escenarios que no hay que olvidar.

Ahora bien, el reto político, económico, social y tecnológico que supone la implantación de una divisa digital es enorme y de una complejidad tan manifiesta que cualquier movimiento en falso de un banco central puede tener repercusiones ilimitadas sobre las economías y Gobiernos mundiales. El dólar podría perder su papel central en la economía mundial, erosionando el poder hegemónico de la primera potencia mundial en favor de China o Europa. Igualmente, conlleva un cambio estructural y disruptivo en las reglas del juego y en los sistemas financieros mundiales de tal magnitud que pone en tela de juicio el papel de muchos de los agentes que participan, intermediarios con modelos de negocio que quedarían obsoletos y fuera de juego, incluidos los propios bancos centrales y cambios en sus funciones. Un cambio del elenco que participa en el futuro escenario del teatro financiero y monetario.

El dinero será digital en el futuro, no es un tren que debamos dejar pasar, pero debe haber un consenso entre los principales bancos centrales y Estados del mundo, lo cual pronostica que llevará su tiempo, por aquello de que las cosas de palacio van despacio y porque todos los involucrados se miran unos a otros, de reojo en el juego de la silla, para ver qué movimiento hacen, mientras suena la música de los tambores de la geopolítica y saben que quien se mueva puede que no salga en la foto.

Juan Carlos Higueras es Analista económico y profesor de EAE Business School

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