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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las nuevas visas de los nómadas digitales: un avance y varios peros

La nueva Ley de Starups recoge este instrumento, que regulariza el estatus legal y fiscal del profesional que trabaja en remoto desde otra localidad o país

CINCO DÍAS

Si bien con la pandemia, con el confinamiento y la popularización del teletrabajo se ha multiplicado esta tendencia, lo cierto es que los nómadas digitales –profesionales que realizan su trabajo en remoto desde algún otro lugar gracias a las nuevas tecnologías– ya existían desde hace tiempo. Su lugar de residencia puede ir cambiando según la temporada, sus circunstancias personales o, sencillamente, sus preferencias en cada momento, ya sea dentro de su propio país o, muchas veces, fuera de él. En el caso de España, los profesionales extranjeros se sienten atraídos por el buen clima, el coste de vida relativamente barato y hasta la velocidad de la conexión a internet (una de las más rápidas de Europa).

Esta opción laboral, claro, tiene sus dificultades, sobre todo en cuanto a la situación legal y fiscal se refiere, y por eso Europa está tratando de solucionarlo con las llamadas visas para nómadas digitales, ya en vigor en algunos países y que España, más concretamente, incluye en la ley de startups.

Hasta ahora, los que decidían trabajar desde el extranjero solían utilizar visas de turista, lo que conlleva varias dificultades. La primera es que suelen ser más restrictivas y limitan las estancias a semanas o meses; y la otra y más importante: se supone que estos turistas no deben trabajar en el país (aunque muchos lo hacen). Por estas razones, los nómadas tradicionales que querían quedarse más tiempo solían realizar los denominados viajes de visa a países cercanos, para salir y entrar con un nuevo periodo extendido. Parece claro que estas nuevas visas de nómada digital son un paso en la dirección correcta.

A priori, el aumento del interés por estos visados desde la pandemia parece una buena noticia, ya que puede atraer a profesionales liberales, retener el talento, atraer inversión y, también, dinamizar el sector inmobiliario. Pero vayamos por partes y detallemos los pros y los contras un poco mejor.

Si bien para los países que acogen esta tendencia la visa para nómadas digitales es interesantísima desde una perspectiva comercial –especialmente aquellos que dependen del turismo y que tratan de recuperarse de las pérdidas de los últimos años al atraer a personas con altos ingresos que además gasten este dinero en bienes, servicios, alimentos y bebidas aquí, para impulsar las economías locales–, no todo es de color de rosa.

Empecemos por el coste para el trabajador, ya que estas visas, obviamente, no son gratis, y sus costes directos e indirectos aún son materia de debate en la mayoría de los países. El primero de ellos, los impuestos que, en el caso de España, por ejemplo, y según la nueva Ley de Startups, supone que los titulares de esta visa nómada pagarán con un régimen tributario especial respecto al Impuesto sobre la renta de No Residentes. Sorprendentemente, esta sería una excepción a la regla general, ya que en la mayoría de países estos visados para nómadas digitales tienen enormes lagunas fiscales, o directamente están libres de impuestos durante los seis primeros meses, como en Croacia o Grecia.

Otro problema es que, por lo general (no siempre), solo están disponibles para extranjeros adinerados con salarios altos. Tomemos como ejemplo la que se ha lanzado recientemente en Portugal, que requiere que los solicitantes ganen alrededor de 2.800 euros al mes, más del doble del salario medio de ese país y cuatro veces su salario mínimo. O el caso de Dubái, donde este visado solo está disponible para personas que ganan al menos 5.000 euros al mes. Para poner todo ello en perspectiva, hemos de considerar que los ingresos netos de media en la Unión Europea (según datos entre 2013 y 2020) es de algo menos de 14.000 euros al año.

Además, la propia visa puede costar dinero en algunos lugares. Por ejemplo, en países como Barbados puede estar entre los 2.000 y los 3.000 dólares. Y todo ello sin contar toda la burocracia de entrega de documentos, servicios de atención médica o comprobantes de ingresos, lo que hace que estas visas pierdan bastante atractivo para un nómada digital que, por su propia naturaleza, lo que busca es una vida sencilla bajo el sol.

Entonces, ¿es esta tendencia buena o mala? Lo cierto es que la llegada de todos estos profesionales, sean muchos o pocos, puede provocar resentimiento entre los locales, que ganan salarios mucho más bajos y pueden ver un incremento en los precios de la alimentación o el alojamiento. Dicho esto, también es justo señalar que los nómadas digitales generalmente tienen que pagar por la atención médica privada y otros servicios, algo que los locales no suelen hacer. Además, por otro lado, las empresas locales sin duda se benefician de que los nómadas digitales gasten dinero en cafeterías, restaurantes, hoteles y actividades de ocio. Al mismo tiempo, estos profesionales suelen traer consigo ideas frescas, nuevas habilidades y perspectivas, que son particularmente bienvenidas en comunidades más pequeñas, menos pobladas o envejecidas.

Por supuesto, nada es perfecto al principio y las visas de nómada digital son un fenómeno relativamente nuevo, por lo que veremos cómo estas visas evolucionan y se adaptan. Pero se debe considerar el impacto en cada zona y consultar con las personas que viven en pueblos y ciudades populares entre los nómadas digitales.

Radim Rezek es CEO y cofundador de Flatio

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