Uranio ruso: el fantasma inexorable que pone en riesgo la autonomía energética europea
El Viejo Continente sigue dependiendo ampliamente de las importaciones rusas en el ámbito nuclear, una situación que le genera riesgos políticos y energéticos. Los expertos consideran que los principales obstáculos para salir de esta situación son las barreras burocráticas y la animadversión social contra esta industria


El tóxico romance entre la Unión Europea y Rusia en el ámbito de la energía parece no terminar nunca. Si bien las importaciones se han reducido drásticamente en sectores como el petróleo y el gas natural, el país sigue siendo uno de los principales proveedores de materias primas dentro del mix energético de los Veintisiete. Un ejemplo claro de esto es la energía nuclear (que actualmente suministra un 24% de la electricidad comunitaria), un campo en el que el Kremlin tiene un dominio del que Europa no logra divorciarse. A pesar de las numerosas sanciones y de que Bruselas está evaluando directamente prohibir este tipo de importaciones, Moscú sigue suministrando el 23,5% del combustible nuclear europeo, posicionándose como su segundo mayor proveedor, solo por detrás de Canadá (que abastece el 33%), según las últimas cifras disponibles.
En este contexto, los expertos debaten: ¿es posible eliminar o por lo menos reducir esta dependencia? Rusia se encuentra en la sexta posición global en minería de uranio, por detrás de países como Kazajistán, Canadá, Namibia, Australia y Uzbekistán. Sin embargo, su dominio en el campo del enriquecimiento es evidente. Los últimos datos de la Asociación Nuclear Mundial (WNA, por sus siglas en inglés) muestran que, en 2025, alrededor del 43% del suministro mundial de uranio enriquecido, el combustible indispensable para la mayoría de plantas nucleares, provenía de la empresa estatal Rosatom y todas sus compañías subsidiarias.
“El núcleo del dominio ruso es la Corporación Estatal de Energía Nuclear Rosatom. Este gigante estatal supervisa casi el 45% de todos los reactores nucleares actualmente en construcción, incluyendo los de Europa del Este, Oriente Medio, el Norte de África y Asia. A mediados de 2024, según el Informe sobre el Estado de la Industria Nuclear Mundial, se construían 59 reactores nucleares en todo el mundo. Rosatom está detrás de 26 de ellos. La empresa es una solución integral que ofrece soluciones llave en mano que no solo incluyen el diseño y la construcción de centrales eléctricas, sino también el suministro de combustible, el mantenimiento y las mejoras, así como la formación de sus empleados”, alerta un informe reciente del think tank Henry Jackson Society.
Tradicionalmente, en el ámbito de la empresa privada existen otros dos grandes productores de uranio enriquecido a nivel global además de Rosatom: Orano y Urenco, que operan grandes plantas comerciales de enriquecimiento en Francia, Alemania, Países Bajos, Reino Unido y EE UU (y que suministran el 55% del combustible nuclear europeo contra un 38% ruso). Así, los países comunitarios, en particular Francia, dependen del combustible ruso para mantener sus centrales nucleares en marcha, por lo que sustituirlo sería una tarea compleja. “En 2024, la UE importó poco más de 700 millones de euros en productos de uranio ruso, de un total de 22.000 millones en importaciones energéticas rusas. Tras la invasión de Ucrania, y en vista del uso de sus exportaciones de gas natural como armamento, la exposición de la UE al uranio ruso representa un riesgo estratégico potencial”, expresa un análisis reciente de los investigadores del think tank Bruegel.
Cabe añadir que en los últimos años la compañía china CNNC también se ha convertido en crucial proveedor nacional y mundial, sobre todo para los países en desarrollo. Dicho esto, aunque la WNA anticipa que para 2030 China pueda ampliar masivamente su capacidad y reducir la cuota global rusa, todo indica que el Kremlin seguirá manteniendo su hegemonía en el mercado atómico, por lo menos durante un par de décadas más.
Riesgo para Europa
Los empresarios y políticos europeos son conscientes de que esta dependencia le da al Gobierno de Vladimir Putin una ventaja similar a la que ejercía con el gas y el petróleo. En esta línea, algunos líderes del sector ya han advertido de que el bum que la energía nuclear está viviendo en países como China (que está construyendo cinco nuevos reactores desde 2023) puede ocasionar una crisis de suministro en el mediano plazo. “Estamos en una curva de agotamiento que no creo que muchos clientes hayan percibido”, manifestó Cory Kos, vicepresidente de relaciones con inversores de la empresa Cameco, otro de los mayores productores de uranio a nivel global, en febrero de este año.
El combustible nuclear se diferencia de otras materias primas, ya que requiere ensamblajes diseñados que cumplan con los requisitos de seguridad de los reguladores mundiales. Bajo estas condiciones, cortar los lazos de forma súbita con los proveedores rusos podría poner en peligro el suministro de electricidad para casi 100 millones de europeos en países que dependen de las plantas nucleares como su principal fuente de energía. De hecho, un informe de 2024 de la Comisión Europea ya alertaba de que los cambios en las licencias de operación y alianzas estratégicas a causa de las tensiones con Rusia ya estaban afectando el mercado del uranio, con una demanda que se podría duplicar para 2040.
Otro posible problema serán la escacez y los posibles cuellos de botella si no se elimina la dependencia. A inicios de enero de 2023, había en funcionamiento a nivel mundial un total de 438 reactores nucleares comerciales que requerían aproximadamente 59.000 toneladas de uranio anuales (tU/año), según el último dato de la Agencia de la Energía Nuclear de la OCDE. Sin embargo, considerando los cambios en las políticas anunciados en varios países y en los programas nucleares, se proyecta que la capacidad nuclear mundial para 2050 aumente a entre 574 GWe y 900 GWe, lo que representaría un aumento en comparación con la capacidad de 2022 de alrededor del 45% y el 130%, respectivamente. En consecuencia, se anticipa que las necesidades anuales mundiales de uranio relacionadas con los reactores aumenten a entre aproximadamente 90.000 tU/año y 142.000 tU/año para 2050.
“Hoy en día, más del 99% de la capacidad de enriquecimiento se concentra en cuatro países proveedores, y Rusia representa el 40% de la capacidad mundial, la mayor participación individual”, afirmó recientemente Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía. “La alta concentración de mercados para las tecnologías nucleares, así como para la producción y el enriquecimiento de uranio, representa un factor de riesgo para el futuro y subraya la necesidad de una mayor diversidad en las cadenas de suministro”, añadió el experto.
Por su lado, los investigadores del think tank Bruegel avisan de que los Veintisiete están expuestos a múltiples riesgos por su dependencia del combustible nuclear ruso. Por ejemplo, esta relación supone un punto débil para su seguridad energética, que estaría expuesta. “Una interrupción repentina e inesperada de las exportaciones rusas de uranio interrumpiría las cadenas de suministro, con posibles consecuencias adversas a corto plazo. Las empresas de servicios públicos europeas se están preparando para este riesgo mediante el almacenamiento de uranio”, afirman.
Asimismo, la profundización de las relaciones bilaterales entre Rusia y los países de la UE permite al Kremlin dividir a los países miembros de la Unión y obtener influencia que podría obstaculizar el progreso en las decisiones conjuntas de política exterior. “Por ejemplo, Rosatom está construyendo actualmente una nueva central nuclear en Hungría, país que ha bloqueado la imposición de sanciones de la UE a Rusia”, señalan desde Bruegel.
Alternativas
Los expertos coinciden en que la nuclear desempeñará un papel complementario a las renovables para asegurar la autonomía energética europea en las próximas décadas. Sin embargo, resaltan también que el Viejo Continente se encuentra en una carrera contra el tiempo para garantizar su autosuficiencia si es que quiere cortar el suministro de combustible y tecnología nuclear de Moscú (algunos especulan que se podría presentar una propuesta en mayo). En principio, algunos de los problemas que enfrenta el sector son las barreras burocráticas y sociales para explotar el mineral en territorio comunitario, pero también asegurar un suministro internacional confiable como ya lo está haciendo con las tierras raras y los minerales críticos.
“Europa tiene una dependencia importante del uranio extranjero desde hace mucho tiempo. Si bien estamos en un mundo globalizado, la autonomía estratégica es relevante y tenemos que hacernos sólidos dentro de nuestras fronteras. Es evidente que, para algunas fuentes de energía, aún no se tienen las capacidades. Ahora es cuestión de que el continente estreche lazos con sus aliados más fiables. Vamos a necesitarlo también en otras tecnologías como la solar o la eólica”, explica a CincoDías Manuel García-Muñoz, profesor de la Universidad de Sevilla y director del Laboratorio de Ciencia del Plasma y Tecnología de Fusión.
Asimismo, parte del problema también es recuperar la capacidad de refinamiento que se tenía a finales del siglo pasado, una tarea que podría ser inviable en el mediano plazo. “En España se estuvo produciendo Uranio hasta el año 2000. Éramos autosuficientes o casi autosuficientes. Por cuestiones de precios, se dejó de hacer. A partir de aquel momento se buscaba que las fuentes fueran diversificadas de países como Canadá, Australia o Níger, y principalmente de Rusia o de empresas en Kazajistán vinculadas con Rusia”, comenta a este diario Juan Ignacio Artieda, vicedecano del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas.
Para recuperar esta infraestructura, las barreras gubernamentales y sociales podrían ser las más complicadas de superar. Artieda detalla que, tras la reducción de las capacidades internas de la industria del uranio, el sector enfrenta múltiples obstáculos para poder operar dentro de las fronteras europeas. “La experiencia nos dice que para abrir una mina normal se tarda de 10 a 12 años. Si se le añade la categoría de radioactivos, ya es imposible estimar cuánto puede tardar. De hecho, una compañía australiana ha intentado explotar un yacimiento en Salamanca, pero se le denegó el permiso por causas diversas. Lo primero sería quitar las trabas administrativas y luego conseguir la licencia social”, señala el experto este diario.
En cualquier caso, el surgimiento de nuevas tecnologías como los minirreactores, sumado a la creciente necesidad de seguridad energética, podría facilitar una mayor adopción tanto de la minería como del enriquecimiento de uranio dentro de las fronteras europeas. “Estamos hablando de un problema global que necesita soluciones locales. Necesitamos desarrollar un mix energético del futuro que sea sostenible. La industria nuclear es de las más sólidas que tenemos y los Gobiernos tienen muchísimas herramientas para apostar por ella. Tenemos mucho músculo en las renovables y en la energía nuclear deberíamos hacer algo parecido”, asevera el profesor Manuel García-Muñoz. La voluntad política será el elemento determinante para lograr cualquiera de estos objetivos, según los expertos.
Las principales compañías refinadoras de uranio a nivel global
CNNC. La Corporación Nuclear Nacional de China es una compañía estatal que supervisa todos los aspectos de los programas nucleares civiles y militares chinos. Actualmente, a través de su subsidiaria CNEIC ha entrado en el mercado mundial de combustible nuclear y se ha convertido en una empresa de la industria con influencia internacional. CNEIC es el único productor, proveedor y suministrador de servicios comerciales de combustible y tecnología nuclear china tanto dentro como fuera de sus fronteras. Tiene una capacidad de producción de uranio enriquecido de 10.000 unidades de trabajo anuales, y se espera que alcance las 17.000 para el año 2030.
Orano. Es una compañía estatal francesa que se dedica a la minería de uranio, el enriquecimiento, el reciclaje y la logística nuclear. Fue creada en 2017 como resultado de la reestructuración y recapitalización del conglomerado nuclear Areva. En septiembre de 2021, Orano era el segundo mayor productor de uranio del mundo, con una participación del 9% en la producción mundial de esta materia prima, pero fue superado por Urenco y CNNC. En septiembre de 2024, Orano seleccionó Oak Ridge como su ubicación preferida para una nueva planta de enriquecimiento por centrifugación. Este año, la empresa recibió un préstamo de 400 millones de euros por parte del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para ampliar una de sus plantas.
Urenco. Es un consorcio británico-alemán-holandés que cuenta con múltiples instalaciones de enriquecimiento de uranio en Alemania, Países Bajos, Estados Unidos y Reino Unido. En diciembre de 2023 aprobó una inversión para ampliar sus instalaciones de Almelo en 750.000 unidades de trabajo anuales, con las primeras cascadas en funcionamiento alrededor de 2027.
Rosatom. Es una compañía estatal rusa que domina gran parte del mercado. Posee cuatro plantas de enriquecimiento: Novouralsk, Zelenogorsk, Angarsk y Seversk. Las cuatro instalaciones tienen una capacidad combinada de más de 27 millones de unidades de trabajo anuales. Además, los expertos consideran que Rosatom posee la cartera de proyectos de construcción de centrales nucleares extranjeras más grande del mundo, sobre todo en países emergentes. Recientemente, el presidente de Myanmar y Vladimir Putin firmaron un acuerdo por el que se comprometían a construir
una central nuclear modular en este país asiático, con una capacidad inicial de 110 MW, compuesto
por dos reactores de 55 MW fabricados por la corporación nuclear estatal rusa.