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BP es un caso de estudio en el dilema de los impuestos extraordinarios

Reino Unido incentiva con el suyo a las petroleras a invertir en combustibles fósiles

Instalaciones de BP en Lufkin (Texas, EE UU).
Instalaciones de BP en Lufkin (Texas, EE UU).reuters

BP quiere ser verde. Pero un impuesto de emergencia británico sobre la energía puede empujarle en sentido contrario. Es un ejemplo admonitorio para otros, como EE UU.

Sus 23.000 millones de euros de ganancias en lo que va de 2022, casi tres veces más que hace un año, sugieren que el impuesto sobre ganancias inesperadas creado en mayo tiene sentido. La tasa sobre los beneficios de la energía (EPL) eleva el impuesto sobre los enormes beneficios antes de impuestos del petróleo y el gas al 65% desde el 40%. Este año costará a BP 800 millones, y es posible que Rishi Sunak lo suba aún más a mediados de mes.

El problema es que las petroleras se benefician de un edulcorante clave destinado a impulsar la inversión y, por tanto, la seguridad energética. Por cada libra de nueva inversión en combustibles fósiles en aguas británicas, desgravan 91 peniques. Si BP invirtiera eso en eólica, no obtendría la desgravación, y afrontaría una mayor factura de EPL: se le incentiva para que contamine.

Las generadoras verdes también deberían afrontar algún tipo de impuesto sobre ganancias inesperadas. En Gran Bretaña y Europa, los productores verdes han podido vender a veces luz, gracias al inflado precio del gas, a 300 euros por MWh, mientras sus costes no han subido. La UE ha introducido un “tope de ingresos” que congela los de las generadoras en 180 euros/MWh, que les permite seguir obteniendo una fuerte ganancia. Pero un plan propuesto por Liz Truss, que fijaría el tope en 60, podría resultar dañino para los generadores británicos: BP y cualquier otro inversor verde podría ganar más en el futuro haciendo parques eólicos en Europa en vez de en Gran Bretaña.

La solución menos mala, que también se está estudiando, es que Sunak aplique la tasa de emergencia también a las renovables. Eso daría a Gran Bretaña más posibilidades de cumplir su plan de reunir 50 GW de eólica marina para 2030. El inconveniente es que podría recaudar menos impuestos. Pero si a Londres le preocupa la transición energética, podría ser mejor recortar los créditos a la inversión en combustibles fósiles que los verdes.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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