Los comicios en CEOE no pueden paralizar los deberes de la patronal
El proceso electoral abierto en el seno de la CEOE, que culminará el próximo 23 de noviembre, está ejerciendo de potente catalizador para sacar a la luz las críticas internas y diferencias de enfoque y liderazgo que coexisten bajo el paraguas de la patronal de los empresarios. Aunque el actual presidente, Antonio Garamendi, encabeza a día de hoy la única candidatura presentada de forma oficial, y con la que aspira a revalidar su mandato, las presiones ad intra y los movimientos de tierra que se están sucediendo en las últimas semanas apuntan hacia un proceso convulso en lugar de hacia una revalidación o sustitución ordenada. Garamendi, que cuenta con importantes apoyos para la reelección, hizo ayer un llamamiento público para que quienes aspiren a liderar la patronal presenten oficialmente sus candidaturas y pongan fin a un clima de agitación que calificó como “circo”.
El hecho de que unas elecciones presidenciales saquen a la luz oposiciones, disputas e intereses contrapuestos no puede sorprender en una organización del peso y la influencia de CEOE. Pero esa heterogeneidad, que es también un signo de vitalidad y de debate, debería cristalizar en la presentación efectiva de candidaturas alternativas en lugar de limitarse a agitar la coexistencia de las organizaciones que componen la patronal. Hasta ahora, el presidente de la Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto), Gerardo Pérez, ha sido el único en manifestar públicamente su intención de disputar a Garamendi la presidencia, con el fin de “dar cabida a todos” en los órganos de CEOE, en una crítica expresa a la falta de diálogo interno suficiente bajo la actual dirección. Pérez, sin embargo, ha aludido también a la posibilidad de un tercer aspirante, el presidente de Cepyme y vicepresidente de CEOE, Gerardo Cuerva, cuyas diferencias con Garamendi son conocidas, pero que no parece dispuesto a dar la batalla en el contexto actual y que no ha manifestado de ninguna forma su intención de disputar el liderazgo de la patronal.
La inestabilidad que están alimentando todos estos movimientos va más allá de la dosis de incertidumbre inevitable en cualquier cambio organizativo, hasta el punto de haber paralizado en la práctica las negociaciones que CEOE mantiene abiertas con los sindicatos y el Gobierno con el fin de evitar supicacias entre los sectores contrarios a los acuerdos pendientes. Pero la actual situación económica que atraviesa España, inmersa en una crisis inflacionaria, un endurecimiento progresivo de la política monetaria y la sombra de una posible recesión, no es compatible con la imagen de una patronal paralizada, dividida e incapaz de gestionar su propio proceso de revalidación de liderazgo.