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Esta fiebre del petrodólar puede decepcionar a los financieros occidentales

El botín es ahora menor, y los productores de crudo invertirán más en sus propios países, o diversificarán riesgos

Miniatura de bomba de petróleo, sobre billetes de dólar.
Miniatura de bomba de petróleo, sobre billetes de dólar.reuters

Los productores de combustibles fósiles vuelven a ganar dinero. Pero los financieros occidentales que esperen participar en el botín de un auge del petrodólar al estilo de los setenta se verán decepcionados.

Los altos precios de la energía, provocados por la invasión de Ucrania, harán que la OPEP gane 907.000 millones de dólares con las exportaciones de petróleo este año, según la Administración de Información Energética de EE UU (EIA), frente a los 577.000 millones de media desde 2000. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait tendrán colectivamente un superávit por cuenta corriente de 409.000 millones, según Capital Economics: casi tres veces lo de 2021. El superávit por cuenta corriente de Rusia en lo que va de 2022 también se ha triplicado, en términos interanuales.

En anteriores auges del petrodólar, los productores de energía han reciclado sus ganancias en el sistema financiero occidental. Arabia, por ejemplo, acumuló un superávit por cuenta corriente de 160.000 millones en 1974-82, según el libro del economista David Lubin La danza de los trillones, que se destinó casi en su totalidad al mercado del eurodólar, término que designa los depósitos denominados en dólares que se mantienen fuera de EE UU, por ejemplo en bancos europeos o en las sucursales europeas de bancos estadounidenses. Las entidades, a su vez, prestaron esos depósitos a Argentina, Chile y otros países en un auge de la deuda de los emergentes.

Cuando los precios de la energía volvieron a subir a principios del siglo XXI, los productores de combustibles fósiles canalizaron los ingresos hacia activos financieros occidentales, a través de las reservas de los bancos centrales y los fondos soberanos. Los exportadores de petróleo de Oriente Próximo y Rusia aumentaron conjuntamente sus tenencias de deuda y acciones de EE UU en casi 500.000 millones en 2003-08, cinco veces más que antes, y una cifra que solo fue superada en términos absolutos por China e Islas Caimán. Esto reforzó la demanda de acciones y bonos de EE UU, mientras que los exportadores de petróleo y los magnates también derrocharon en clubes de fútbol y grandes almacenes europeos.

Estos flujos financieros, conocidos como reciclaje de petrodólares, significan que el dinero que los occidentales gastan en combustible acaba volviendo a sus economías a través de las inversiones financieras de los productores de energía. Está pasando de nuevo. El Fondo de Inversión Pública saudí (PIF) ha abierto nuevas oficinas en Londres y Nueva York, y este verano se lanzó a la compra de acciones en el mercado de EE UU, adquiriendo acciones de Alphabet y Microsoft. La Autoridad de Inversiones de Abu Dábi ha contratado recientemente a Drew Goldman, un experto de Deutsche Bank con sede en Nueva York, para que se encargue de sus inversiones inmobiliarias.

Pero el botín puede decepcionar a los financieros occidentales con buena memoria. Primero, es menor en términos relativos. Ajustados a la inflación, los ingresos de la OPEP fueron mayores en 2010-14 de lo que serán este año, según los datos de la EIA. El superávit por cuenta corriente previsto para 2022 de Arabia Saudí, EAU, Kuwait y Qatar equivaldrá al 1,6% de su PIB, frente al 2,5% de 1974, calculamos a partir de datos de Capital Economics, la Fed y el Banco de Inglaterra.

Segundo, los productores pueden optar por guardar parte de sus ganancias en otros lugares. Las sanciones impiden a Rusia, por ejemplo, invertir en activos financieros de EE UU y Europa, aunque quisiera. Y la decisión de Occidente de congelar las reservas de divisas de Moscú puede animar a los países del Golfo a repartir sus apuestas, para no encontrarse un día en el lugar de Rusia. Las reservas mundiales de divisas de los bancos centrales denominadas en dólares y euros ya habían descendido al 79% del total en marzo de 2022, frente al 85% de seis años antes, según el FMI.

Por último, los países de la OPEP se enfrentan a enormes necesidades de inversión interna para reducir su dependencia de la venta de combustibles fósiles a medida que el mundo avanza hacia las renovables. En el caso de Arabia Saudí, eso podría significar un mayor gasto en educación para impulsar su sector servicios, o el desarrollo de la parte no petrolera de su industria manufacturera, como la energía solar.

El historial de derechos humanos del reino ha socavado su esperado auge de la inversión extranjera directa, pero las ganancias energéticas podrían servir de sustituto. Por segundo año consecutivo, el FMI espera que el PIF haga más inversiones locales este año que el Gobierno central saudí. El ministro de Finanzas, Mohammed Al-Jadaan, dijo en mayo que el país gastaría su superávit de 2022 allí donde tuviera “el mayor impacto positivo en la economía”, incluido el Fondo de Desarrollo Nacional, un vehículo diseñado para ayudar a estimular la inversión del sector privado.

Por supuesto, es posible que Riad no invierta su superávit de forma inteligente. En todo caso, significaría que los occidentales se perderían parte del botín del nuevo auge del petrodólar. Los bancos, los barones de las compras y los agentes inmobiliarios de alto nivel pueden lamentarlo, pero no todo el mundo debería hacerlo.

Los anteriores episodios de reciclaje de petrodólares coincidieron con perjudiciales burbujas de activos. El auge de los préstamos en América Latina en los setenta se convirtió rápidamente en la crisis de deuda latinoamericana de los ochenta, con muchos países incapaces de pagar el servicio de sus préstamos extranjeros. La demanda de petrodólares ayudó a mantener bajos los costes de endeudamiento de EE UU en el periodo previo a 2008, incluso cuando la Fed subió los tipos, lo que posiblemente contribuyó al exceso previo a la crisis. La lección es que los enormes flujos financieros, aunque enriquecen a los intermediarios de Wall Street y de la City, a menudo también desestabilizan la economía. Después de todo, un auge más moderado del petrodólar podría no ser tan malo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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