Rusia tardará casi una década en recuperarse
Transformar el modelo económico del país para resistir un aislamiento a largo plazo exige una profunda reforma
El Gobierno ruso, ayudado por el Banco de Rusia, ha utilizado los ingresos extra de las exportaciones para mitigar el impacto económico inmediato de la guerra en Ucrania y las sanciones, pero las perspectivas a largo plazo han empeorado y es probable que la economía rusa no vuelva al nivel anterior a la guerra hasta 2030.
A finales de 2023, el PIB será aproximadamente un 8% menor que en 2021, lo que es menos drástico de lo que esperábamos, pero contrasta con el crecimiento de otros países del G-20. A partir de entonces, si no se produce una reestructuración económica significativa, el potencial de crecimiento de la economía rusa disminuirá hasta el 1,0%-1,5% anual desde el 1,5%-2,0% anterior a la guerra, muy por debajo del de la mayor parte de Europa central y oriental, donde el nivel de vida es, por término medio, considerablemente más alto.
Además, la guerra en Ucrania y la intensificación de las sanciones están acelerando las salidas de capitales de Rusia, restringiendo el crecimiento de la productividad al limitar el acceso a la tecnología occidental y acelerando las tendencias demográficas adversas, especialmente la disminución de la población en edad de trabajar. En concreto, las salidas de capital privado aumentaron hasta una cifra estimada de 64.200 millones de dólares en términos netos en el primer trimestre de 2022, casi cuatro veces más que en el mismo periodo del año anterior, lo que casi compensa el enorme superávit de la balanza por cuenta corriente de 68.400 millones de dólares en el mismo periodo. Pero esperamos que las salidas de capital del sector privado de Rusia este año superen los 152.000 millones de dólares netos de 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea.
Así pues, la evolución del rublo podría verse considerablemente limitada por los flujos de capital privado, sobre todo si los volúmenes de exportación de energía rusa siguen cayendo y los altos precios actuales del petróleo y el gas caen. Las exportaciones energéticas rusas a la UE aumentaron de forma constante hasta marzo, antes de retroceder y, si bien ahora, Rusia está desviando las exportaciones de energía a la India y China, es posible que siga teniendo que ofrecer importantes descuentos a los compradores asiáticos.
Transformar el modelo económico de Rusia para resistir un mayor aislamiento económico a largo plazo requerirá una profunda reforma para despojar a la economía de su prolongada dependencia del sector de las materias primas. Pero dichas reformas exigirían reducir el papel del Estado en la economía y promover el sector privado, algo difícil de encajar con el creciente enfoque autoritario del Gobierno actual. Actualmente, se calcula que el Estado ruso representa alrededor de un tercio de la producción económica del país y la mitad del empleo del sector formal, una cifra muy superior a la de la mayoría de los países de la OCDE. Esta dependencia ha desalentado la inversión privada, ha frenado la productividad y ha agravado las ineficiencias económicas.
La inversión total en la economía rusa ascendió al 22% del PIB en 2021, cifra ampliamente inferior a la de la mayoría de los países de Europa Central y Oriental de la UE, como Hungría y la República Checa, donde el coeficiente de inversión era de alrededor del 30%. La baja inversión limitará el crecimiento ruso en los próximos años.
Además, como las sanciones internacionales se han endurecido desde 2014, la inversión extranjera directa ha disminuido, cayendo a 5.000 millones de dólares por trimestre, en promedio, desde 2015, desde los 13.600 millones de dólares de 2010-2013. Y lo que es más importante, las importaciones también se han desplomado desde febrero, incluida la alta tecnología, procedente de las economías avanzadas. Esto es clave, ya que Rusia depende en gran medida de la importación de componentes de maquinaria y equipos eléctricos, ordenadores, automóviles y productos farmacéuticos.
El porcentaje de valor añadido extranjero supera el 50%, y aproximadamente la mitad procede de la UE, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Japón. Una proporción tan elevada de productos fabricados en el extranjero no puede reemplazarse fácilmente con importaciones chinas o alternativas locales.
Las sanciones también han contribuido a empeorar las tendencias demográficas adversas. El número de personas que se jubilan ha superado a las que se incorporan al mercado laboral. Según las previsiones de la ONU de julio de 2022, esta proporción se deteriorará aún más, hasta situarse en 3,4 a 1 en 2030. La guerra y la aceleración de los flujos de salida de mano de obra de Rusia –con estimaciones de varios cientos de miles de personas que han abandonado el país desde el comienzo de la guerra, la mayoría de ellas con estudios y altamente cualificadas– han contribuido a empeorar este declive demográfico, reduciendo el crecimiento de la producción y la productividad, lo que respalda nuestra previsión sobre el cada vez más limitado potencial de crecimiento económico de Rusia a largo plazo.
Levon Kameryan es Analista del sector público y soberano de Scope Ratings