Claves para vislumbrar la estanflación o la recesión
Hay que estar atentos al mercado inmobiliario de EE UU, al Índice de Gestores de Compras y a los beneficios empresariales
Los débiles datos económicos de las últimas semanas, el continuado repunte de la inflación y los movimientos de los bancos centrales, que se encaminan a acelerar el ritmo de las subidas de los tipos de interés, han despertado los temores de los mercados financieros, desencadenando un entorno de volatilidad y caídas plagado de incertidumbre ante lo que suceda después del verano. La principal duda a la que se enfrentan en este momento los inversores es si la economía se dirige hacia una estanflación, o si la temida recesión llegará en los próximos meses. Esta cuestión marcará la trayectoria de las Bolsas durante lo que queda de 2022, pero mientras se define cuál de los dos escenarios es el que prima, los inversores deben centrarse en cuatro aspectos básicos y claros para guiar sus decisiones de inversión y vislumbrar las señales que podrían definir cuál será esa evolución de la economía.
En primer lugar, hay que observar el mercado inmobiliario, uno de los primeros indicadores que marcan la entrada en recesión. Si nos fijamos en Estados Unidos, aunque los precios no han empezado a bajar, los tipos de interés a largo plazo, como el mortgage a 30 años, se han doblado en lo que va de año, y los inventarios ya comienzan a subir de forma alarmante.
Eso significa que si hay una menor renta disponible debido al incremento de la inflación que se está registrando, al tiempo que siguen subiendo los tipos de interés, un indicio de esa temida recesión sería un descenso de los precios. De hecho, según el indicador de Redfin en EE UU, en las últimas semanas, el porcentaje de viviendas puestas a la venta que han recortado sus precios es el mayor desde 2015.
El segundo de los puntos que es fundamental monitorizar es el Índice de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés). En este sentido, ya se ha observado una caída de los datos del PMI, que se sitúan en niveles muy cercanos a 50. Asimismo, también resulta clave el dato de las ventas minoristas, cuyas últimas lecturas ya mostraban un desplome.
En tercer término, hay que vigilar el dato de los beneficios empresariales. Ahora mismo estamos en plena temporada de resultados, y es necesario prestar atención no tanto a la información que ofrecen las compañías sobre sus ganancias en el segundo trimestre, sino a sus previsiones de beneficios para los próximos meses del ejercicio.
Por último, los inversores deben estar pendientes también del dato de empleo. Este indicador es el último que se ve afectado cuando la economía entra en recesión, por lo que tarda más en reflejar indicios de esa situación. En este momento, la tasa de paro no muestra señales de alarma, pero es interesante observar que sí ha habido un ligero repunte en las peticiones de subsidios por desempleo.
Todos estos parámetros pueden advertir al inversor del posible avance que tendrá la economía y, por tanto, debe observarlos con atención en los próximos meses. Asimismo, el camino que tome la actividad se verá también en la evolución del principal índice de la Bolsa de Estados Unidos, el S&P 500, que ha cedido más de un 20% en lo que va de año.
Si finalmente predomina la estanflación en lo que queda de año y principios de 2023, es decir, se observa un nivel de crecimiento suave, con una alta inflación, aunque no tan elevada como la que se registra en la actualidad, desde un punto de vista técnico, el primer suelo del S&P 500 se podría formar en la zona de los 3.400 a 3.500 puntos.
Sin embargo, en el caso de que la economía entre en recesión, la extensión de las caídas en Bolsa podría perdurar y el objetivo serían los 3.000 puntos. No obstante, es importante recordar que el comportamiento de las Bolsas siempre se adelanta al de la economía, y esa es la razón por la que este año ya estamos viendo un descuento en los mercados, pese a que no haya una situación económica mucho peor.
La volatilidad va a seguir siendo la nota predominante en los mercados en el corto plazo. Ante este panorama, y para hacer frente a los posibles escenarios que se produzcan en los próximos meses, los inversores deben mantener la diversificación de sus carteras, para reducir la exposición al riesgo de sus inversiones, buscando sectores descorrelacionados y valores internacionales, e incorporando también activos refugio. Asimismo, deben centrarse en valores de calidad y analizar con detalle aquellas empresas que carezcan de deuda, generen caja y asimismo paguen dividendo de forma consistente.
Para aquellos con una perspectiva más a largo plazo, esencial para reducir el impacto de las fuertes caídas o los rebotes de los mercados en el rendimiento de sus inversiones, podría ser asimismo un momento para empezar a acumular posiciones. Es fundamental tener en cuenta que si estamos ante un escenario de estanflación, los niveles de suelo de las Bolsas podrían estar muy cercanos, pero en el caso de que vayamos hacia una recesión, el mercado podría registrar todavía ciertas caídas.
Javier Molina es portavoz en España de eToro