El peor momento para aumentar los costes laborales de las empresas
Cuando la patronal de los empresarios se opuso a la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) impulsada en febrero por el Gobierno –hasta los 1.000 euros al mes por catorce pagas– o cuando mostró su rechazo a ciertos aspectos de la reforma laboral, advirtió de que ambas medidas aumentarían los costes laborales y dañarían la competitividad empresarial. Los datos del primer trimestre del año apuntan a que la patronal tenía razón al prever el crecimiento de esa factura, que ha sido especialmente abultada en el caso del sector turístico. Así, el coste laboral mensual por trabajador, que incluye el salario, las cotizaciones sociales y seguros privados, aumentó un 4,7% en España de enero a marzo, pero en el caso del turismo, el incremento ha sido exponencial: el salario repuntó un 67,8% respecto al primer trimestre de 2021, hasta los 1.150,73 euros, mientras que el resto de costes aumentaron un 40,2%, hasta los 422,92 euros.
Aunque los gastos asociados a esta rama de actividad están bastante por debajo de la media española, el fuerte y abrupto incremento que han experimentado los costes laborales ha elevado la presión sobre las empresas de forma considerable y lo ha hecho, además, en un contexto de recuperación económica y de alza de la inflación. Al efecto arrastre que la subida del SMI ha producido en las escalas salariales más bajas, se ha sumado la entrada en vigor de parte de la reforma laboral, que ha tenido su reflejo en el modelo de contratación y que ha aumentado también el coste salarial.
Los datos sobre este crecimiento de los costes laborales en un contexto todavía adverso para muchas compañías, especialmente en el caso de los autónomos y las pequeñas empresas, confirman que la política económica de un país no puede diseñarse sin tener en cuenta las necesidades reales del tejido productivo, y menos aún tras una crisis histórica que ha golpeado muy duramente a las empresas, que ha destruido mucho empleo y que afronta en los próximos meses un horizonte de costes inflacionarios de complejo control.
La mejora de los salarios y las condiciones laborales no puede llevarse a cabo a expensas de la competitividad empresarial, sino que debe abordarse teniendo en cuenta el ciclo económico y sus condicionantes. El aumento de los costes laborales, especialmente en un contexto de incertidumbre como el actual, no constituye una buena noticia ni para el sector turístico ni para la economía en general, que precisa de una política económica eficiente, realista y focalizada, en la medida de lo posible, a minimizar el alza de la inflación.
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