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El Banco de Inglaterra enfría el pánico ante el calentamiento global

Sus primeros test de estrés ecológico muestran que los grandes bancos podrían soportar una transición energética caótica sin sufrir en sus ratios de capital

Globo terráqueo 'en llamas'.
Globo terráqueo 'en llamas'.reuters

El Banco de Inglaterra está relativamente relajado ante el cambio climático. Es una de las lecciones de sus primeros test de estrés ecológico, que muestran que los principales bancos podrían absorber los costes de una transición energética caótica sin sufrir en sus ratios de capital.

El más aterrador de los escenarios, desde la perspectiva de HSBC o Barclays, sería una década de inacción total, seguida de una frenética lucha tras 2030 para reducir las emisiones. La subida del precio del carbono elevaría el paro en Reino Unido a un 8,5%, frente al 4% actual, y reduciría en un quinto los precios de la vivienda y las Bolsas, lo que provocaría una recesión e impagos de las empresas que utilizan carbono. Las pérdidas acumuladas de los grandes bancos ascenderían a 130.000 millones de euros, según el supervisor. Parece mucho, pero no lo es. Los siete bancos implicados tenían 3 billones en préstamos en diciembre, calculamos. Las pérdidas estimadas por el Banco de Inglaterra equivalen a unos 4.300 millones al año: el 12% de sus beneficios combinados de 2021. En otras palabras, el cambio climático solo hará mella en los ingresos, y dejará intactos sus colchones.

Es cierto que los modelos son muy inciertos y no tienen en cuenta las posibles pérdidas en las actividades comerciales. Pero es más probable que se trate de una sobreestimación que lo contrario. El supervisor asumía que los balances se mantendrían fijos a partir de 2020. En realidad, es probable que reduzcan las exposiciones sensibles al clima a medida que el planeta se calienta y algunos activos comienzan a terminar, literalmente, bajo el agua.

Estos datos sirven de cobertura a los CEO que quieren seguir financiando los combustibles fósiles. El jefe de vigilancia del banco central, Sam Woods, dijo ayer que cortar la financiación a las empresas con altas emisiones podría impedirles invertir en tecnologías más limpias. Los jefes financieros de Shell y BP pueden respirar aliviados.

Pero para los políticos, el informe es lúgubre. Al menos en Gran Bretaña, los reguladores parecen reacios a echar una mano en la transición energética.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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