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La reforma fiscal y las Leyes de Newton: un freno al I+D

El Libro Blanco de la reforma fiscal no abarca todas las medidas deseadas, aunque marca el camino correcto

 La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso. Pablo Monge
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso. Pablo Monge

Desde hace unas semanas venimos leyendo sobre la publicación del Libro Blanco de la reforma fiscal, un documento desarrollado por el Ministerio de Hacienda y un comité de expertos con el que se pretende modernizar el sistema tributario español.

El fin último de este escrito es sentar las bases para una reforma tributaria estructural que aumente de alguna manera la eficiencia del mismo. Para ello, se ha realizado un análisis en profundidad del sistema fiscal actual, haciendo especial hincapié en la eficiencia económica y los instrumentos existentes para mejorar su aplicación.

Dentro de los diferentes bloques en los que se ha estructurado, destacamos el de Economía digitalizada y actividades emergentes: nivelación de la tributación y fomento de la innovación. En este bloque, se pueden encontrar medidas que afectan directamente a la fiscalidad de proyectos de I+D+i, donde podemos destacar entre otras mejoras la exclusión de las deducciones por I+D+i del cómputo del tipo mínimo de gravamen del 15%, la compatibilidad de deducciones por I+D+i con bonificaciones a la Seguridad Social por personal investigador, la mejora de la seguridad jurídica y las mejoras en los porcentajes de deducción para el personal investigador dedicado en exclusiva a I+D, entre otros.

Sin lugar a dudas, la aceptación de estas medidas podría mejorar notablemente la apuesta por la innovación para todo el sector empresarial, pero continúan sin dar respuesta a uno de los grandes problemas con los que nos enfrentamos día a día: ¿dónde están los límites entre Investigación y Desarrollo (I+D) y la Innovación Tecnológica (IT)?

El artículo 35 de la Ley 27/2014, de 27 de noviembre, de la LIS posee un carácter tan amplio y ambiguo que las múltiples interpretaciones del mismo dan lugar a graves problemas en la definición de la calificación de los proyectos.

Todos los que trabajamos en este sector (o casi todos) hemos sufrido la creciente dificultad de la justificación de los proyectos de I+D. Si analizamos la calificación de los Informes Motivados Vinculantes (IMVs) a lo largo de los años, vemos como el número de proyectos de I+D (37%) versus IT (62%) se ha invertido por completo.

Es cierto que la pérdida de cuota se debe también a un aumento considerable del número de IMVs calificados como IT, pero teniendo en cuenta la tendencia, ambos podrían haber evolucionado de manera similar.

Desde 2018, los procesos de contencioso administrativo por bajadas de calificación de I+D a IT han aumentado entorno a un 30%. Esto ha desencadenado que exista una disparidad desmedida de opiniones de calificación entre el personal técnico que ejecuta los proyectos de I+D+i, consultoras, certificadoras y el propio ministerio.

El hecho anterior origina cierta reticencia por parte de los expertos técnicos de las entidades certificadoras a calificar los proyectos como I+D. Si a la hora de la emisión de los Informes Motivados, el ministerio pone en duda la calificación del proyecto, los expertos tienen que realizar un gran esfuerzo de justificación que solo les trae problemas.

Hablamos de robots con plataformas modulares que cambian de tamaño y se adaptan a diferentes cotas, capaces de subir escaleras y desactivar bombas con la última tecnología, del desarrollo de sistemas de locomoción inexistentes y del diseño de redes neuronales colaborativas capaces de fabricar grandes aeronaves de manera autónoma.

Son algunos ejemplos a grosso modo de desarrollos que usan capacidades tecnológicas y mecánicas que no existen en su sector de aplicación debido a la complejidad y reto técnico que suponen y que, si no existiesen interpretaciones difusas de la Ley, serían I+D ante cualquier experto.

Sin embargo, hoy en día se devalúa totalmente el reto y la complejidad técnica a nivel sectorial y al parecer, no podemos basarnos en tecnologías existentes para realizar proyectos, aunque estos sean totalmente disruptivos. ¿Se estará extinguiendo la I+D a ojos de un experto técnico?

No podemos reinventar las leyes de Newton todos los días, y si lo hiciésemos, seguiría siendo innovación tecnológica ya que nos basamos en un conocimiento existente.

Pese a todo y sin lugar a dudas, las iniciativas sugeridas en este Libro Blanco y las decisiones recogidas en la nueva Ley de Startups, indican una apuesta concluyente para el estímulo de la I+D+i en España. Si bien no abarcan todas las medidas deseadas, muestran que se está forjando el camino correcto hacia un impulso de la inversión en I+D+i por parte de las empresas nacionales.

Isabel Marcos Velasco, asociada del Área de Consultoría de Innovación Empresarial de Vaciero

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