Putin pone en cuarentena todos los escenarios de la inversión
Hacer predicciones sobre cómo será el conflicto bélico en Ucrania, cuánto tiempo durará y cuáles serán sus consecuencias es un ejercicio muy interesante al que están obligados todos los analistas políticos y económicos, pero absolutamente inútil. Nadie, ni siquiera el sátrapa del Kremlin, sabe el alcance de la decisión de invadir Ucrania, ocupar Kiev y cambiar su gobierno democrático por uno títere a la manera de los que tenían los países del este europeo que malvivían tras la II Guerra Mundial bajo el yugo soviético. Sí conocemos, eso sí, que el conflicto tiene un impacto devastador para las economías de todo el mundo, y de manera muy especial para las europeas, y que cambia todos los escenarios para la inversión en el continente. Desde ahora, y no sabemos hasta cuándo, habrá menos crecimiento, menos empleo y menos renta disponible en los hogares; más pérdidas patrimoniales, más inflación, tipos más elevados, aunque con subidas retardadas, beneficios empresariales menos generosos y más incertidumbre y menos visibilidad para tomar las decisiones. Sobre todo, más incertidumbre y menos visibilidad, dos variables capitales para la confianza.
Los analistas se aprestan a advertir que sus predicciones tienen un valor limitado, pero alertan de que en absoluto se puede considerar que los mercados han tocado fondo, y que de corregir estimaciones, mejor empezar por las realizadas para Europa. La dependencia del continente de la energía procedente de Rusia es tal, que las fuertes subidas de precios ya producidas y el riesgo de un corte radical en el suministro cambia radicalmente el escenario, con una cascada de consecuencias determinantes para las empresas y la población.
Supongamos que la operación militar termina con la ocupación de Kiev, el cambio de su gobierno y el sometimiento de Ucrania a los caprichos teledirigidos de Rusia. Y supongamos también que las sanciones económicas a Rusia se limitan a las ya anunciadas, y que una negociación ulterior las rebaja hasta convertirlas en inofensivas. En tal caso la economía recuperará la normalidad en unos meses, pero echará raíz el riesgo de que se repita la operación Ucrania en otros territorios más comprometidos, con un daño ya irreparable, puesto que sería tanto como recuperar la doctrina Breznev otra vez en los vecinos de Rusia y rescatar una guerra fría 2.0.
En tanto se resuelve este dilema, los inversores deben estarse quietos, fuera del mercado, a la espera de que se despejan las incógnitas, y quizás el tiempo necesario para comprobar quién tiene más capacidad de resistencia: Europa y su disposición a pasar frío sin la energía rusa, o Rusia y su capacidad de pasar hambre por el bloqueo económico de Occidente, teniendo en cuenta que China servirá de alivio comercial y financiero a Moscú.
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