Putin empuja al mundo a una depresión pos-Covid más peligrosa
La invasión de Ucrania expone los límites de las sanciones para disuadir de un conflicto, y puede envalentonar a China
Vladímir Putin ha empujado al mundo a una nueva y peligrosa era. Al iniciar una invasión total de Ucrania, presenta un nuevo desafío a un planeta debilitado por dos años de lucha contra el Covid.El mayor ataque a un Estado europeo desde la Segunda Guerra Mundial tiene consecuencias potencialmente sísmicas para las economías occidentales y para los mercados globales de energía, finanzas y tecnología.
La primera víctima de los misiles rusos es la idea de que las sanciones pueden disuadir de un conflicto armado. Joe Biden lleva semanas advirtiendo de las sanciones que Occidente impondría a bancos, empresas, oligarcas e incluso al propio Putin tras una invasión. Pero la decisión de este de seguir adelante, pese a provocar una caída del 30% en los principales índices bursátiles de Rusia, demuestra los límites de las represalias no militares. Ello puede envalentonar a otros, como China, a ser más agresivos.
Los líderes del G7 responderán ahora con medidas financieras punitivas que se sumarán a las ya impuestas. Pero el daño económico que pueden infligir a Rusia está limitado por la reticencia de EE UU y Europa a interrumpir las exportaciones energéticas del país. Los precios del Brent se dispararon un 9%, hasta alcanzar el máximo de los últimos ocho años, 105 dólares por barril, tras la invasión, lo que supone un coste adicional para las empresas y los consumidores. Ello complica aún más el reto al que se enfrentan los bancos centrales en su intento de frenar la inflación.
Los líderes occidentales tampoco están en condiciones de exigir más sacrificios a sus poblaciones. Biden lidera un país dividido y se enfrenta a unas elecciones al Congreso este mismo año. Boris Johnson está siendo investigado por la policía por las fiestas durante los confinamientos. Emmanuel Macron buscará la reelección en abril. Y aunque la agresión de Putin puede ayudar a unificar la UE, sus líderes tienen poca experiencia en dar una respuesta contundente a una amenaza militar.
La invasión también aumentará las fricciones en unos mercados globales ya fracturados por la pandemia. Las restricciones de EE UU a las exportaciones de chips y otras tecnologías a Rusia impulsarán a otros, como China, a depender menos del hardware y el software occidentales. Los países europeos acelerarán el cambio a fuentes de energía alternativas y más fiables. Los bancos y los gestores de activos tendrán que navegar por una maraña cada vez más compleja de normas y restricciones.
Hace un siglo, el mundo sufrió un brote mortal de gripe tras una devastadora guerra mundial. Esta vez, el conflicto ha estallado tras una pandemia. Putin se ha asegurado de que la nueva era sea aún más precaria de lo que ya era.
Chips
La invasión puede repercutir en la industria mundial de los chips y agravar las limitaciones de la cadena de suministro. Ucrania es uno de los principales productores de gas neón, clave para los láseres usados para hacer chips, y suministra más del 90% del neón de grado semiconductor de EE UU, según Techcet. Alrededor del 35% del paladio, que también se usa en los chips, procede de Rusia. Un conflicto a gran escala que interrumpa las exportaciones de estos elementos podría afectar a firmas como Intel, que obtiene el 50% de su neón de Europa del Este, según JP Morgan.
El daño no caerá por igual. ASML, que suministra máquinas a los fabricantes, obtiene menos del 20% de los gases que usa de los países afectados por la crisis. Según JP Morgan, las empresas podrían recurrir a China, EE UU y Canadá para aumentar el suministro. Pero puede ser un camino lento. Aunque el sector pudo gestionar un aumento de los precios del neón derivado de la crisis de Crimea de 2014, la escala del conflicto actual parece mucho mayor.