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Glencore gana terreno en torno a sus problemas de confianza

Se está despojando poco a poco de su imagen odiable, pero el carbón sigue siendo su árbol sin hojas

Camiones transportando mineral de cobre del pozo minero de la empresa Bisha Mining Share, al noroeste de la capital de Eritrea, Asmara.
Camiones transportando mineral de cobre del pozo minero de la empresa Bisha Mining Share, al noroeste de la capital de Eritrea, Asmara.reuters

Glencore se está despojando poco a poco de su imagen odiable, pero el carbón sigue siendo su árbol sin hojas. El auge de las materias primas le ha llegado en el momento perfecto. La firma informó el martes de un récord de 21.000 millones de ebitda para 2021, casi el doble que en 2020. Es importante destacar que los accionistas están dando más crédito a su ecléctica mezcla de activos, que van desde el carbón –la criptonita de los inversores– hasta metales verdes como cobre y cobalto. Desde agosto, el valor de Glencore ha pasado de 7,5 veces el ebitda a más de 9 veces.

Con el carbón generando 5.200 millones de ebitda en 2021, se puede ver por qué los accionistas se están aguantando las ganas y haciendo caso omiso a activistas como Bluebell, que reclaman deshacerse de él más rápido. La subida de su precio, causada en parte por la falta de nuevas minas, ayuda a justificar la estrategia de transición de Glencore de usar los flujos de caja del carbón para elevar la inversión en cobre y cobalto. Su plan consiste en cerrar gradualmente las minas de carbón para llegar a cero emisiones netas de CO2 en 2050.

Caminar en la cuerda floja entre santo y pecador implica que la credibilidad es clave. Por eso es importante resolver las diferencias con los fiscales de EE UU sobre las demandas por corrupción en la República Democrática del Congo, Nigeria y Venezuela. Los inversores temían que el golpe fuera de varias veces lo provisionado. La venta de su inversión en la petrolera rusa Russneft –en buen momento– puede ser una señal de la voluntad de frenar sus instintos de ir a todas partes.

El problema es que la opinión de los inversores sobre el carbón puede cambiar deprisa. El deseo de Thungela Resources, escisión de Anglo American, de elevar la producción ha puesto de manifiesto el riesgo de limitarse a vender minas, lo que refuerza el argumento de Glencore. Pero la permanencia en el carbón se verá peor a medida que los votantes y los políticos se preocupen más por el clima. De hecho, la empresa no ha tenido que empezar a cerrar operaciones. Cada vez más, Nagle puede tener que elegir a qué tribu de inversores decepcionar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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