Cómo luchar contra la discrimación hacia las personas con VIH en el trabajo
Los estigmas persisten pese a los avances científicos, si bien estos profesionales tienen el derecho a la igualdad y a la intimidad
La discriminación en el lugar de trabajo hacia las personas con VIH “persiste” en la actualidad. Es la llamada de atención que hace el Ministerio de Sanidad en su página web en el Día Mundial del Sida, este 1 de diciembre. Aunque casi no hay informes actualizados sobre la percepción de los estigmas, uno de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA) de 2010 estimaba que cerca del 31% de la población se sentiría incómoda si alguno de sus compañeros de trabajo estuviera infectado. De hecho, un 31% pediría que esa persona fuera trasladada a otro sitio o se cambiaría si pudiera. Es más, el 52% iría a comprar a otra tienda distinta a la habitual si supiera que un empleado tiene el virus.
Una situación que los expertos achacan al “desconocimiento” sobre cómo se transmite el VIH. Así lo considera Miguel Garzón, director en España de myGwork, la red profesional que vela por la inclusión y la diversidad en las empresas. “Eso hace que la medida de prevención sea tomar distancia”, pero “el trabajo no es un espacio de transmisión”.
De hecho, el VIH solo puede contagiarse por tres vías: sexual, sanguínea y de madre a hijo. Y no es sinónimo de Sida. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida es un estado avanzado del Virus de la Inmunodeficiencia Humana. Es más, la evidencia científica pone de manifiesto que prácticamente toda persona con VIH que siga un tratamiento antirretroviral tendrá, con el tiempo, una carga del virus no detectable, lo que evitará que infecte a su pareja sexual aunque no utilice preservativo.
Para Garzón, las empresas deben “sensibilizar” a sus empleados mediante “charlas” y “campañas de concienciación” a fin de plantarle cara a la discriminación. Por ejemplo, “protegiendo los datos médicos o no solicitando informes sanitarios innecesarios para el puesto de trabajo”. También insiste en no contratar “pólizas de seguro médico para empleados en empresas que discriminen a personas con VIH”.
Protección de datos
En concreto, la salud es considerada un dato “especialmente protegido” por el Reglamento Europeo de Protección de Datos, explica María de Arteche, abogada de Clifford Chance. Esto implica que el empleador debe disponer de medidas que salvaguarden de forma reforzada esta información “debido a su incidencia en la intimidad de las personas”.
Desde la perspectiva jurídica, la regla general es que no se puede obligar a una persona con VIH a revelar su estado serológico ni en las entrevistas de trabajo ni en los procesos de selección ni una vez que se formaliza la contratación. Y ello porque “la protección de la salud pública también podría lograrse adoptando medidas menos lesivas”.
Así pues, “solo por voluntad propia y bajo consentimiento expreso y por escrito” se puede facilitar al empleador el estado serológico. De hecho, en los reconocimientos médicos que realizan las empresas solo se pueden incluir “los exámenes indispensables y proporcionales al riesgo, sin ser el caso de la prueba de detección del VIH una de ellas”, explica la abogada de Clifford Chance.
La jurisprudencia
Francisco Peña, doctor en Derecho y consultor, señala que la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos es clara. Pone como ejemplo la sentencia 552/10, que condenó en 2013 a Grecia por vulnerar la prohibición de discriminación. En el caso enjuiciado, el trabajador de una joyería había sido despedido después de dar positivo en una prueba de VIH. La empresa había justificado que la extinción del contrato era necesaria para mantener la paz entre los empleados. Varios habían divulgado la noticia entre la plantilla. Pero la justicia falló que era una medida discriminatoria que vulneraba el artículo 14 del Convenio.
En el mismo sentido, el jurista destaca otra sentencia, de 2020, que condenó a Moldavia por vulnerar la intimidad de un ciudadano. El estado lo había eximido del servicio militar por su estado serológico. El problema era que en numerosas situaciones de su vida diaria tenía que presentar el documento donde se indicaba que tenía VIH, con los estigmas que ello le producía.
En definitiva, como ha indicado la Organización Internacional del Trabajo en la Recomendación 200, los estados deben “intensificar sus esfuerzos para alcanzar la justicia social y luchar contra la estigmatización respecto del VIH y del Sida en todos los aspectos de su labor”.
El papel de las empresas
Visibilidad. Carla Otero es la responsable de Inclusión y Diversidad en España de la multinacional de seguros Willis Tower Watson. Según dice, las compañías deben implantar políticas que visibilicen su apoyo a las personas con VIH para combatir los estigmas. Pero el compromiso debe ser “bidireccional. Si la cultura de inclusión no permea ni hacia los niveles superiores ni hacia los inferiores, no habrá valido para nada. Si creamos una cultura abierta en la que las personas sean ellas mismas, además de un incremento de la productividad, se conseguirá la sensación de orgullo por pertenecer al equipo”.
Aliados. Las organizaciones también deben potenciar la figura del “aliado”. Se trata de un perfil en el que las personas con VIH “se apoyen”, de forma que “confíen en la empresa para la que trabajan”. Y es que, “los estudios que hemos realizado señalan que las compañías con niveles más altos de bienestar en sus plantillas obtienen mejores resultados y logran ratios dos veces más altos de compromiso, gastos médicos menores, menos días perdidos y un 70 % menos de estrés en el personal”, explica la responsable de Willis Tower Watson. Según apunta, “el bienestar empieza por la persona y, cuando se alcanza, se extiende a la cultura empresarial, la familia y la sociedad. Porque detrás de los éxitos y resultados, están las personas”.