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Europa Central sirve de prueba de control para la política monetaria

Los bancos centrales de la región se desmarcan del resto y suben tipos como respuesta tradicional a la inflación

Los bancos centrales de la Europa emergente sirven de grupo de control en un experimento mundial de política monetaria. Los bancos centrales checo, polaco y húngaro han empezado a subir sus tipos de interés, los dos primeros de modo agresivo. Su respuesta convencional a la alta inflación contrasta con la de sus homólogos de las principales economías, que predican la paciencia y esperan el momento oportuno. Dentro de un año debería quedar claro qué método funciona mejor.

El 4 de noviembre, el banco central checo elevó su tipo de referencia 125 puntos básicos hasta el 2,75%, la mayor subida en casi un cuarto de siglo. Y el banco central polaco decidió su mayor subida en dos décadas la semana pasada, cuando aumentó el tipo de referencia 75 puntos básicos hasta 1,25%. Su homólogo húngaro subió sus tipos en octubre en apenas 15 puntos básicos hasta el 1,8%, pero dejó claro que volvería a endurecer su política monetaria.

Los tres tienen como objetivo la inflación, aunque a niveles diferentes. Al igual que el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, se enfrentan a la presión de unos precios muy altos. La inflación se sitúa en el 4,9% en la República Checa, en el 6,8% en Polonia y en el 5,5% en Hungría. Son niveles más altos que en la zona euro o en Gran Bretaña, pero los tipos de interés de los países emergentes ya estaban muy por encima de los de los países más desarrollados incluso antes de que se iniciara el endurecimiento monetario. Es cierto que las presiones salariales son más agudas en Europa Central. El Gobierno checo aprobó el viernes un aumento del 6,6% del salario mínimo interprofesional. Y el Gobierno húngaro acordó la semana pasada que el salario mínimo y la remuneración de los trabajadores cualificados aumentarían en casi una quinto en 2022, año de elecciones. A esto hay que sumar la gran cantidad de ayudas fiscales del primer ministro Viktor Orbán.

La escasez de mano de obra también es palpable en Estados Unidos y en Gran Bretaña. Sin embargo, Powell y el jefe del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, están aplazando las subidas de tipos, con la esperanza de que la alta inflación no se traduzca en un aumento permanente de las expectativas de precios de las familias ni de las demandas salariales. Las alteraciones de la oferta que impulsan la inflación en las economías desarrolladas y en los países emergentes de Europa también están limitando el crecimiento. Las subidas de tipos en estos últimos supondrán un lastre adicional. No hará falta esperar ni un año para averiguar cuál de los dos planteamientos de la política monetaria, el convencional o el experimental, consigue mejores resultados.

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