A vueltas con la inflación
En las últimas semanas el termino estanflación ha invadido los titulares. ¿Qué está pasando?
A poco más de dos meses para despedir el año, si hay algo de lo que no tenemos dudas es que, en lo que a la actualidad económica y financiera se refiere, la inflación está siendo uno de los claros protagonistas del año.
De los primeros datos de Estados Unidos que hablaban de subidas de precios no vistas desde hace más de una década, hasta las cifras que veíamos en Europa que corroboraban que esta tendencia también se estaba produciendo ‘cerca de casa’.
Y, entre algunas voces de preocupación y distintos mensajes de los bancos centrales -que si bien han reconocido vigilar de cerca esta subida de los precios, han explicado que se trata de un incremento de carácter transitorio-, lo que hemos visto estas últimas semanas es que de los miedos por la inflación hemos pasado a temer por la estanflación. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Estamos en ese punto?
Se entiende que hay estanflación cuando nos encontramos en un entorno de crecimiento de los precios y de estancamiento económico. Un cóctel que llega tras meses oyendo hablar de la escalada de la inflación y que se ha disparado con las rebajas de previsiones de crecimiento para los próximos años que han llegado por parte de algunos organismos internacionales. Como explica Manuel Rodríguez, selector de fondos en Abante, tanto el FMI como la OCDE confirman que la recuperación sigue muy fuerte, si bien previenen sobre la pérdida de fuerza de esta: “Estos organismos revisaron a la baja el crecimiento de Estados Unidos en aproximadamente un punto porcentual. Esta ralentización en el crecimiento es totalmente lógica, pero la inquietud crece por la vuelta al centro del debate de la inflación. Menor crecimiento y mayor inflación daría lugar a un escenario no deseado de estanflación”.
Un escenario no deseado y con difícil solución que, como recuerda José Ramón Iturriaga, gestor de fondos en Abante, también es muy raro: “Lo que no se contempla es que el ciclo económico vaya a descarrilar por los problemas de oferta como consecuencia de los cuellos de botella que se han producido por tan rápido recuperación tras haber superado el apagón como consecuencia de la pandemia·”. Y añade que, como ya estamos viendo en determinadas materias primas y el precio de los fletes, “los cuellos de botella se resuelven y eso se traduce en caídas de precios tan rápidas como las subidas”.
Por ejemplo, la OCDE, en sus estimaciones de crecimiento que publicó en septiembre, rebajó un 0,1% su perspectiva de crecimiento para el mundo para este año 2021, hasta el 5,7% y un 0,9% en el caso de Estados Unidos, hasta una tasa del 6%. Para la eurozona, en cambio, elevó sus previsiones respecto a las publicadas en mayo un 1%, hasta una tasa de crecimiento del 5,3%. ¿Y para 2022? Las estimaciones suben para casi todas las regiones excepto para Reino Unido e India (-0,3% para los dos). Para el mundo se estima un crecimiento del 4,5% (+0,1% revisado al alza), para la zona euro del 4,6% (+0,25) y del 3,9% para Estados Unidos (+0,35).
Como señaló Ángel Olea, director de inversiones de Abante, en una conferencia reciente con inversores particulares, “el mundo crece y lo hace a unos niveles muy altos. Y, más allá de que hayamos podido dejar el nivel de máximo crecimiento atrás, las tasas de crecimiento son muy elevadas y van a seguir siendo altas”. En este sentido, Olea recordó que en Europa, los fondos están empezando a llegar, por lo que todavía hay impulso fiscal, mientras que en Estados Unidos acaban de aprobar otro paquete de medidas para el plan de infraestructuras.
¿Y respecto a la inflación? Si nos quedamos solo con la subida de los precios, aunque sea un factor transitorio, lo cierto es que sigue al alza. El último dato que hemos conocido en Estados Unidos habla de una subida en septiembre del 5,4% en tasa interanual, con la energía repuntando un 24,8% y el de los alimentos, un 4,6%. En la zona euro, la inflación se disparó en agosto al 3%, marcando récord de los últimos 10 años.
Y, mientras el consumidor lo puede estar notando en el precio de algunos productos y servicios -como, por ejemplo, en el precio de la luz-, este incremento de la inflación también debe preocuparnos por el lado del ahorro. Si la inflación sigue subiendo y tenemos nuestro dinero parado en el banco en cuentas corrientes o depósitos que apenas dan rentabilidad o estamos invirtiendo en productos muy conservadores, corremos el riesgo de perder poder adquisitivo con el paso de los años. ¿Cómo evitarlo? Trazando un plan de inversión con un asesor financiero en el que tengamos en cuenta la inflación en nuestro plazo de inversión, además de otras cuestiones que hemos tratado en este blog, como nuestros objetivos y circunstancias personales, nuestra capacidad de ahorro e ingresos o nuestro perfil de riesgo.