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La mejora inercial de deuda y déficit por el rebote del PIB se agotará en 2023

Los desequilibrios volverán a crecer desde 2024 si no se toman medidas La OCDE teme que España dispare su presión fiscal para sanear las cuentas

Correlación entre crecimiento económico y las cuentas públicas
Belén Trincado / Cinco Días
Juande Portillo

Mientras la Comisión Europea puso en marcha ayer el proceso para rediseñar y reactivar las reglas fiscales, el Gobierno español sigue fiando la reducción de los enormes volúmenes de déficit y deuda cosechados durante la crisis del Covid básicamente a la mejora inercial que provoca el rebote de la economía tras la crisis. El efecto supone que, a mayor tamaño del PIB, que crece ahora con fuerza frente a la parálisis que impuso la pandemia, menor peso relativo tienen estos desequilibrios, aunque no se atajen. La estrategia, sin embargo, tiene los días contados porque la corrección automática de las cuentas públicas al calor de la recuperación se agotará para 2023.

Así se desprende, al menos, de las últimas proyecciones económicas publicadas por el Fondo Monetario Internacional. En ellas se recuerda que, en 2020, la pandemia provocó un desplome del PIB del 10,8%, disparó el gasto público y rebajó los ingresos, elevando el déficit del 2,9% al 11% y aumentando la deuda pública del 95,5% al 120% del PIB.

A partir de ahí el FMI espera que la economía española crezca un 5,7% este año y un 6,4% el próximo, rebajando para entonces el peso del déficit al 5% del PIB y el de la deuda al 116,4% En 2023, sin embargo, el avance económico se moderaría al 2,6%, lo que apenas rebajaría el agujero fiscal en seis décimas y la deuda en dos. De hecho, de no tomarse medidas adicionales, la deuda volverá a incrementar su peso sobre el PIB a partir de 2024 y el déficit desde 2025.

De momento, proyecto de Presupuestos Generales diseñado por el Gobierno para 2022, así como el plan presupuestario remitido a Bruselas, no incorporan apenas medidas específicas para reconducir estos desequilibrios fiscales.

El Ejecutivo prioriza, de momento, la consolidación de la reactivación económica (que amenaza con perder vigor frente al avance del 6,5% y el 7% que ha dibujado para 2021 y 2022) postergando a 2023 la reforma tributaria y el plan de reducción del gasto público que prevé impulsar en marco del Plan de Recuperación.

A falta de ver su contenido y calado, la OCDE advirtió ayer de que España es una de las economías desarrolladas que más tendrá que elevar su presión fiscal en los próximos años para reducir la deuda.

En el informe El juego a largo plazo: las perspectivas fiscales para 2060 subrayan la necesidad de reformas estructurales, publicado ayer, el organismo calcula que el país tendrá que elevar sus ingresos primarios un 13,23% en los próximos cuarenta años, el mayor alza del listado tras el 17,21% de Eslovaquia y el 13,95% de Polonia, recoge Europa Press.

La OCDE defiende, en todo caso, que “aumentar los impuestos es solo una de las muchas vías posibles para enfrentar este desafío”, y considera que, en su lugar, serían preferibles “las reformas del mercado laboral que aumentasen el empleo y fomentasen una vida laboral más larga”, e insta a reducir las prejubilaciones.

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