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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Puede sacar ventaja España del comercio exterior posCovid?

La crisis ofrece nuevas oportunidades a las empresas que exportan servicios para otras compañías y otros bienes

La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha tenido un impacto muy negativo sobre el intercambio internacional de bienes y servicios. Según la Organización Mundial de Comercio (OMC), la exportación global de bienes en 2020 se redujo, en valor, un 8%, y la de servicios un 20%. En España, la caída fue incluso mayor. Se calcula que las exportaciones de bienes se redujeron un 10% y las de servicios un 44%, viéndose estas últimas especialmente afectadas por el peso del turismo en este epígrafe.

Sin embargo, a pesar de ser muy negativo el impacto de la pandemia sobre el valor de las transacciones internacionales en el corto plazo, consideramos que, a largo plazo, se producirán importantes cambios en este ámbito. Nos referimos, en concreto, al posible impulso, dentro del comercio internacional, de los servicios a empresas (ingeniería, consultoría, servicios jurídicos, …), así como a la asignación de un mayor peso a la producción nacional de aquellos productos estratégicos en los que la dependencia exterior se considera excesiva.

La coronacrisis ha supuesto un enorme experimento de trabajo en remoto que ha permitido descubrir a las empresas que, en muchas ocasiones, las interacciones comerciales y la prestación de servicios presenciales se pueden sustituir por interacciones a distancia.

Antes de la pandemia, las compañías extranjeras estaban en desventaja frente a las empresas locales, ya que algunos clientes exigían que parte de esos servicios se ofreciesen de forma presencial, obligando a las empresas exportadoras de servicios a tener una presencia permanente en el extranjero. Sin embargo ahora esta barrera ha desaparecido en gran medida. Como resultado, probablemente asistamos a una mayor participación de las compañías extranjeras, con el previsible impulso del comercio internacional de servicios a empresas.

Asimismo, el fuerte aumento en la demanda de tecnologías para trabajar en remoto ha incentivado la investigación sobre nuevos sistemas que mejoran la calidad de este tipo de interacción a distancia, lo que presumiblemente, también, reforzará la tendencia de ofrecer más servicios bajo esta nueva modalidad no presencial. Es decir, las empresas extranjeras dispondrán de más oportunidades para exportar servicios.

Por tanto, existen diferentes razones para pensar que España pueda beneficiarse de este impulso al comercio internacional de servicios a empresas. Al mayor crecimiento registrado en las exportaciones dentro de esta rúbrica en el periodo 2013-2019, si se compara con las de bienes (6,2 %, frente al 3,6 %, respectivamente), se suma el hecho de que, en el mismo lapso temporal, España ganase cuota en el mercado internacional de exportaciones de servicios a empresas, además de contar con un porcentaje muy elevado de compañías exportadoras en este campo. Es decir, de cumplirse esta previsión, estaríamos en una mejor disposición para suavizar el impacto negativo que la lenta recuperación de los ingresos por turismo ha tenido sobre la balanza de pagos. En consecuencia, las empresas españolas exportadoras de servicios a empresas deberían tomar nota de esta nueva coyuntura que presenta el mercado internacional posCovid y diseñar unos planes de internacionalización que incidan, fundamentalmente, en la cualificación de los trabajadores, para poder seguir ofreciendo servicios de calidad; en la oferta de aquellos servicios en los que sean más competitivas, y en la elección de los mejores destinos.

Hay que resaltar a este respecto que una baza que juega en favor de estas empresas es que, a diferencia de lo que ocurre en el comercio de manufacturas, el tamaño no parece ser un factor decisivo para alzarse con el éxito en el plano internacional.

Otra de las evidencias negativas que ha puesto sobre la mesa el Covid-19 ha sido su impacto sobre las cadenas globales de valor, demostrando que acontecimientos que se desencadenan a miles de kilómetros de distancia pueden tener un efecto adverso sobre la producción de una empresa local.

En relación con este punto, podríamos ver en los próximos años cómo se establecen cadenas de valor geográficamente más cercanas, reduciendo los costes de transporte, especialmente elevados ahora con el aumento del precio de los fletes marítimos, y dotando a las empresas de una mayor capacidad de reacción ante posibles cambios en la demanda. Vale la pena recordar que, al hilo de la pandemia, la Comisión Europea identificó 137 productos estratégicos –necesarios para asegurar la salud y la seguridad de los ciudadanos europeos– con un grado de dependencia excesivo. Y en el 52% de los casos, éstos provenían de China, en el 11 % de Vietnam y en el 5 % de Brasil.

A este respecto, España podría beneficiarse de este proceso al tener salarios competitivos, una mano de obra cualificada y buenas infraestructuras. Además, la regionalización de las cadenas de valor de las empresas europeas podría generar un aumento del peso de Europa como destino de nuestras exportaciones.

Además, desde el punto de vista gubernamental, sería importante que la política comercial de la Unión Europea siguiera impulsando acuerdos regionales con el fin de reducir las barreras regulatorias a la oferta internacional de servicios. En relación con la reducción de la dependencia exterior en los suministros estratégicos, deberían impulsarse políticas para el conjunto de los países miembros, de tal manera que no se repitieran apuestas sectoriales en todos los países.

Es más, creemos que cada país de la UE debería especializarse en aquellos sectores o etapas del proceso de producción en los que ya cuente con un alto grado de competitividad. En el caso de España, estas ventajas se presentan en el sector de la farmacia y de las energías renovables, por ejemplo. En otras tecnologías estratégicas, como el desarrollo de baterías eléctricas, los semiconductores y la computación en la nube, las empresas españolas deberían centrarse en identificar en qué etapa de la cadena de valor pueden aportar valor y ser competitivas.

En definitiva, la coronacrisis ofrece oportunidades para las empresas españolas exportadoras de servicios, así como para otro tipo de empresas por el acercamiento y acortamiento de las cadenas de valor y el desarrollo de industrias estratégicas.

Antonio Bonet/ Asier Minondo Presidente del Club de Exportadores e Inversores/Profesor de Economía de Deusto Business School

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