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Los viajeros británicos, claves para la reactivación

La incertidumbre ha marcado a fuego a un sector básico para la economía, una de las actividades que más ha sufrido con la pandemia y cuya contribución al PIB se desplomó al 4% en 2020 desde el 12% de un año antes

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España no puede permitirse perder otro verano. Este es el mantra que todos los actores implicados en la industria turística se han repetido una y otra vez tras el desastroso año pasado. Con la llegada del estío y la temporada alta, los principales mercados emisores han iniciado la desescalada, el ritmo de vacunación para prevenir el Covid-19 es bueno, se han ido levantando las restricciones a la movilidad fronteras afuera y hasta se ha habilitado un pasaporte verde digital para viajar por la Unión Europea.

Este era el mejor escenario posible para iniciar la recuperación de un sector que es clave para la economía: aportó el 12,4% del PIB en 2019, año récord para el turismo. José Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur, destaca que nuestro país es el tercero más visitado del mundo y el segundo en ingresos turísticos, pero recuerda que en 2020, “el año más pavoroso desde la posguerra”, sufrió un desplome de la actividad de más del 80%. “En términos de valor económico, el turismo perdió unos 116.000 millones de euros y hasta 800.000 empleos. Como resultado de todo ello, nuestra aportación al PIB cayó al 4,4%”, resume.

La demanda doméstica no es suficiente para cubrir la oferta

Las previsiones más optimistas, incluidas las de la ministra Reyes Maroto, titular de la cartera de Industria, Comercio y Turismo, señalaban que este año alcanzaríamos los 45 millones de viajeros, algo más de la mitad del récord de 83,5 millones de visitantes registrado en 2019.

Esperamos cada año a los turistas con alegría, y sobre todo a los británicos –nuestro principal mercado emisor–, en una especie de remedo de Bienvenido, Mister Marshall que dé un respiro al sector. La demanda doméstica no será suficiente para cubrir tan importante oferta.

Vuelven los cruceros

Tras un año de atraque, los cruceros vuelven a los puertos españoles con requisitos obligatorios: 75% de ocupación máxima; grupos con horarios de comida, embarque y desembarque, y PCR o prueba de antígenos negativa.

En 2019 vinieron a España 18 millones de ciudadanos del Reino Unido (el 21,5% del total de llegadas), seguidos de alemanes y franceses (11 millones de cada país). Los británicos generan uno de cada cinco euros que se dejan los turistas en nuestro país. En condiciones normales, habrían empezado a viajar en mayo, uno de cada dos que viaja de vacaciones a España en invierno lo hace a Canarias y, además de preferir el turismo de sol y playa en Baleares, Levante y Costa del Sol, son excelentes clientes del turismo urbano, radiografían fuentes del sector.

La incertidumbre creada por la inesperada decisión del primer ministro Boris Johnson de incluir a España en la lista roja de países no seguros para viajar, y en la que también están Grecia, Italia y Portugal, hizo saltar las alarmas. Igual que la decisión de Downing Street de retrasar la desescalada en Reino Unido para hacer frente al aumento de los contagios por la variante de la cepa india del Covid-19.

El sector, asfixiado, ha demandado sistemáticamente de la Moncloa negociaciones firmes y al más alto nivel. En opinión de Zoreda, la ausencia de británicos supondría “un golpe muy duro y desde el punto de vista sanitario injustificable”. Y todo ello haría “más lenta la recuperación”.

Para hacerse una idea de la importancia del turista británico basta saber que cada semana de su ausencia conlleva “una pérdida de ingresos de 386 millones de euros en junio, mes que damos por perdido”. En julio la factura sube: “480 millones por semana”. Son sumas que crecen al ritmo de las restricciones “porque los operadores necesitan entre dos semanas y veinte días para hacer sus programas, folletos, contratar aviones y vender los paquetes vacacionales”.

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Pero el varapalo no se quedaría en el mercado turístico nacional. También tendría un impacto grande en el negocio de las líneas aéreas que operan entre España y Reino Unido, que estimaban alcanzar el 60% de los vuelos operados en 2019”, explica Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).

Gándara apunta también a “un problema interno del Reino Unido y a su border force [control de fronteras], que ha evidenciado una falta de planificación y gestión eficaz para controlar las llegadas al país”. Los británicos necesitan hacer una cuarentena de 10 días y dos PCR negativas al volver a su país.

La industria turística reclama un Perte para acelerar la reactivación

Un problema que “podría tener España. ¿Están los aeropuertos españoles preparados para afrontar una avalancha de viajeros? No”, advierte Zoreda. Un cuello de botella que va a ser común en Europa “hasta que se instalen en todos los aeropuertos y puestos fronterizos los lectores y equipos informáticos que automaticen el control de llegadas y se generalice el uso del certificado verde digital con el código QR”. En este punto, el portavoz de Exceltur critica “la falta de previsión y dejadez de Aena como gestor aeroportuario”.

Dentro del turismo, el subsector que más ha sufrido la pandemia es el de las agencias de viajes, con una pérdida de actividad del 85% en 2020. Le siguen las empresas de transportes, incluidas las líneas aéreas, con el 80%, y alojamientos, con el 75%. Los datos menos malos han sido para bares y restaurantes, con el 40%, según las cifras del INE. El balón de oxígeno se hace esperar para las agencias y ni siquiera la recuperación de la demanda interna, que puede alcanzar el 80%, va a paliar la situación. Las agencias dependen mucho del turismo emisor, los viajes de negocios y el turismo de reuniones, incentivos, congresos y exposiciones.

Cifras

45 millones de viajeros se prevé que lleguen este año a España, poco más de la mitad de los que vinieron en 2019.

116.000 millones de euros son las pérdidas del turismo en 2020, lo que representa un desplome del 80% de la actividad.

480 millones de euros por semana de julio perdería el sector sin turistas británicos.

18 millones de británicos viajaron en 2019 a España, son nuestro primer cliente y suponen el 21,5% de los visitantes.

85% cayó la actividad de las agencias en 2020, las más castigadas, y 40% la delos bares y restaurantes, los menos.

“La situación es todavía muy grave, llevamos 15 meses sin facturar y haciendo frente a los gastos fijos; al día de hoy no se ha materializado ninguna ayuda del Estado. No podemos resistir más”, resume Carlos Garrido, presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV). En el lado opuesto, la situación de bares y restaurantes tampoco está para tirar cohetes. José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España, explica que “han desaparecido un tercio de las empresas, unas 100.000, y unos 700.000 trabajadores, el 46,4% de la fuerza laboral, se han visto afectados por ERTE o despidos; la facturación se ha visto mermada más de un 50%, con una pérdida de hasta 70.000 millones”.

Tampoco los hoteleros son optimistas. “Vamos a estar mejor que en 2020, pero calculamos que a un 50% respecto a 2019”, señala Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat). Se queja de “la falta de ayudas directas” y pide “una extensión de los ERTE hasta diciembre”. El sector reclama para el turismo un Perte (proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica), el mecanismo con el que el Gobierno gestionará parte del dinero procedente de los fondos europeos.

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Sol y playa sí, con un modelo más digital, sostenible y una oferta diversa

Nadie duda de que la pandemia ha asestado al turismo uno de los golpes más duros, pero ha dejado al descubierto algunos de los lastres que arrastra el sector y que pone sobre el tapete la necesidad de afrontar un cambio de modelo. Una transformación que pasa por una oferta diversificada y desestacionalizada que permita captar un turista de más calidad y mayor poder adquisitivo, frente al modelo actual, muy dependiente de los viajeros de países vecinos, del sol y la playa y del verano, la temporada alta, coinciden los expertos del sector.

El turismo cultural, gastronómico, experiencial, de naturaleza y de interior o el turismo de negocios tienen un enorme potencial en España. La digitalización y la sostenibilidad, y no solo desde el punto de vista medioambiental, no se pueden postergar, pero se afrontan de distinta manera.

“En un momento como el que estamos enfrentando, muchas empresas no solo no piensan en nuevas inversiones, sino en cómo mantenerse a flote, recuperar liquidez y seguir adelante”, explica Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Rurales (Cehat).

La inteligencia artificial, el big data o la automatización de procesos de negocio van a ser fundamentales para que las empresas operen de una manera mucho más eficiente, con más flexibilidad y de forma personalizada con sus clientes.

Un cambio que, en opinión de José Luis Zoreda, director ejecutivo de Exceltur, “no se puede hacer gratis ni de la noche a la mañana. Hay que aportar valor añadido. La digitalización no es ningún objetivo en sí misma, se está fomentando un mensaje falso de que si usted no es un destino inteligente se va a quedar atrás; la digitalización y la tecnología son instrumentos para facilitar que las propuestas del producto lleguen a tus clientes”.

Sobre la sostenibilidad, afirma que “debemos mirar más allá de la protección del medio ambiente y los desastres que causamos. No se puede seguir depredando territorio o paisaje sin utilizar recursos para minimizar costes de energía, tratamientos de aguas; el modelo tiene que ser también sostenible desde el punto de vista económico y rentable”.

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