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Reelegido presidente del Consejo de Economistas

Pich: “El Plan de Recuperación va a ayudar pero está por ver qué cambia"

Reelegido en el cargo ayer, Pich teme que la tardanza de las ayudas europeas les reste efecto y que la reactivación maquille las debilidades precrisis Aboga por reducir costes laborales, ligar la jubilación a la esperanza de vida y dar tamaño a las pymes

El presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich.
El presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich.Pablo Monge
Juande Portillo

"Ahora no solo nos toca ayudar a superar la crisis producida por el Covid, sino esforzarnos para que se lleve a cabo de forma inclusiva y sostenible, no solo por un compromiso ético sino también como un factor de competitividad”, declaró ayer Valentín Pich (Barcelona, 1953), tras ser reelegido presidente del Consejo General de Economistas por unanimidad entre los decanos. Este economista, que también es miembro de la Junta de CEOE, advierte de que el rebote económico en ciernes no debe esconder las reformas pendientes.

R. ¿Qué prevé en su nuevo mandato?
R. Seguiremos haciendo estudios de auditoría, contables, fiscales, financieros, laborales... Es una manera de participar en el debate público y de tratar de incrementar la cultura económica de la sociedad. De cara al debate fiscal iniciamos ahora un ciclo de conferencias hasta finales de año, al que van a venir Cristóbal Montoro o Jordi Sevilla, y haremos otro de fiscalidad medioambiental. Y con Cepyme prepararemos un manual práctico de derecho concursal para las empresas.
R. ¿Se escucha lo suficiente a los economistas en España?
R. Yo creo que sí. Pero el economista, por definición, es un cenizo. Lo ve todo negro. La economía es importante pero no es el único límite a la acción pública. No se puede predecir el futuro, el técnico puede aportar datos, pero les corresponde a los gestores gestionar.
R. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de esta crisis?
R. Que el país haya aguantado. Sorprende que Internet no cayera [pese al Gran Confinamiento y el auge del teletrabajo], lo que significa que tenemos buenas infraestructuras y un país ordenado a pesar de todo. Todo era muy incierto y las empresas siguieron prestando servicios y pagando impuestos.
R. ¿Cuáles han sido los mayores aciertos y errores del Gobierno en la gestión económica?
R. Hemos hecho bien cosas homologables a las de otros países: los ERTE; las líneas ICO, en colaboración con la banca, que podía tener su interés crematístico pero ha arrimado el hombro; y las ayudas directas a empresas. Pero una cosa a criticar, y que sorprende, es que más de dos meses después de aprobar esos 7.000 millones de euros, por un tema de gestión descentralizada y de discusiones entre Gobierno y comunidades, esas ayudas apenas se hayan dado.
R. ¿Cree se evitará la ola de quiebras empresariales que se temía?
R. La realidad es que aún vemos mucha gente en ERTE y que los concursos no se están produciendo porque hay una moratoria hasta final de año. La vacuna está yendo rápido pero no acaba de solucionar los problemas o la caída del turismo. Hasta octubre o noviembre no podremos ver la magnitud de la caída. Aquí va a haber un gran rebote, pero los que estaban mal al principio, tras un año perdido, estarán peor.
R. En 2020 se rompió la tradicional correlación entre caída de PIB y destrucción de empleo, ¿es un logro real o artificioso?
R. Tenemos varios interrogantes. Las estadísticas están bien, pero hay medio millón de personas en ERTE que no sabemos cómo van a terminar. Luego está el de si se puede despedir o no, la ley dirá lo que tenga que decir, pero las empresas que vayan mal van a tener que despedir. Está la idea de que cuando crecemos contratamos mucho y cuando caemos despedimos rápido. Una razón es la dimensión de las empresas: una firma sofisticada dedica dinero a formar equipos y trata de aguantarlos porque cuesta volver a empezar pero aquí tenemos empresas demasiado pequeñas y hacen falta medianas. Otra es que algo falla en el tema laboral. Los despidos caros no favorecen la contratación. Y los costes de Seguridad Social, que son un impuesto al trabajo, son elevados en España.
R. ¿Y qué le parece la reforma laboral del Gobierno?
R. No sabemos mucho. De la anterior reforma laboral habrá que retocar algo, seguro, pero hay que tener cuidado con introducir constantemente mensajes de que lo que va a venir es peor [un coste del despido más caro] de lo que hay, cuando no es verdad. Porque en un país con este nivel de desempleo no vas a complicar el despido si quieres que las empresas contraten.
R. ¿Por qué el Consejo prevé una menor alza de PIB que el Gobierno?
R. Hay un rebote, pero venimos de tan abajo que un estallido del consumo en julio, agosto y septiembre puede crear una ficción. La realidad es que antes de la pandemia estábamos perdiendo fuerza en la recuperación y teníamos la deuda pública al nivel de Francia, y ahora en dos meneos más estaríamos en el de Italia. Hasta final de año no podremos tener conclusiones sobre la recuperación.
R. El Gobierno fía la mejora del crecimiento potencial al Plan de Recuperación, ¿Como lo valora?
R. Hablamos de 70.000 millones en subvenciones y otro tanto en crédito. Empezamos a hablar de ellos en otoño, pero ha pasado medio año y seguimos acumulando dificultades, con lo cual la capacidad de acción que teníamos ya se ha visto un poco mermada. Y tenemos dos años y algo para gastarlo porque se ha decidido que se haga todo muy rápido. Habrá quien diga que por las elecciones, otros que porque como hemos caído mucho es bueno que se invierta rápido. En otros países se han dado un año o dos más. Y las reformas que se van a hacer no están del todo claras. El Plan va a ser una ayuda pero está por ver qué cambia.
R. ¿Qué espera de las reformas que se harán a cambio de las ayudas europeas?
R. Europa siempre te dice las mismas cosas, como que hay que pulir las deducciones fiscales, pero no te dice cuáles... En pensiones el camino es ligar el cobro a la cotización, alargar la vida laboral, no fomentar la jubilación anticipada y separar las prestaciones contributivas del sistema asistencial. En laboral, todo lo que sea que las empresas no tengan miedo a contratar de manera indefinida. Y luego piden unidad de mercado que es hacer que la empresa de Madrid pueda vender en Andalucía sin reservas porque haya 17 normas diferentes.
R. ¿Eso incluye la homogeneización fiscal autonómica?
R. El mercado es perfectamente compatible con que haya diferencias impositivas, pero eso pasa por hacer marcos. Eso requiere presentar un modelo de financiación del que cuelgue un sistema fiscal que marque unos límites para las autonomías. Un modelo podría ser eliminar el impuesto de patrimonio y dejar un impuesto de sucesiones a tipo reducido y lineal, con pocas exenciones, para que el rico pague y la clase media acomodada pague algo, y que las autonomías tuvieran márgenes.
R. ¿Subir impuestos ahora complicaría la recuperación?
R. Ahora no toca, hay que pasar el año sin complicarnos la vida. Luego ya dependerá de la política y de las elecciones.

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