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'Devils' y los mercados financieros

La serie nos hace plantearnos la urgente necesidad de una potente regulación y del buen funcionamiento de los mecanismos de supervisión

Patrick Dempsey en 'Devils'. En vídeo, el tráiler de la serie
Patrick Dempsey en 'Devils'. En vídeo, el tráiler de la serieMOVISTAR

La serie Devils es una producción de la cadena Sky que pretende mostrar las consecuencias de la crisis financiera de 2008 en forma de thriller y desde una perspectiva muy pedagógica, incidiendo en el papel que grandes bancos y organismos de supervisión centrales tuvieron en la desintegración de importantes economías nacionales.

Devils se desarrolla en Londres en 2011, en plena poscrisis financiera cuando los disturbios de Grecia se agudizan, y la economía mundial se encuentra en una encrucijada que depende en gran medida de la agilidad y las decisiones que adopten los bancos centrales. Su trama se centra en la figura de Massimo Ruggeri (Alessandro Borghi), el jefe de inversiones del New York London Investment Bank, un ficticio y enorme banco de inversión, y su ascenso al puesto de vicepresidente al que pretende promocionarlo su mentor, Dominic Morgan, interpretado por Patrick Dempsey. No obstante, el regreso de su exmujer y un trágico suceso en el banco pondrá a Massimo en una carrera contra su banco apoyándose en Sofía (Laia Costa) una joven idealista integrante de una organización activista de marcado perfil anárquico que pretende desestabilizar el banco de inversión y con ello el conjunto del sistema financiero.

Devils, que se basa en el best-seller de Guido Maria Brera, vuelve a incidir como ya lo hicieron Margin Call, Too big to fail o Wall Street 2. El dinero nunca duerme, en el papel crucial que la élite financiera tuvo en la crisis económica, pero lo hace con un tono mucho más pedagógico, insertando al inicio y al final de los capítulos escenas documentales, sobre la forma en la que las decisiones financieras afectaron a determinadas divisas o países, y su impacto en los mercados.

La producción de la serie es impecable, así como el ritmo de su trama, que a lo largo de sus diez capítulos plasma de una manera ciertamente creíble las relaciones entre las finanzas y el poder político, y las ambiciones personales y nacionales de los actores del “circo financiero”. El lujo y la exclusividad del mundo de las altas finanzas aparecen perfectamente mostrado en la serie, así como la falta de ética de aquellos cuya religión es el dinero y el beneficio fácil no importando las consecuencias, y el contrapunto de los orígenes del personaje principal permite, en cierta medida, empatizar con un personaje que pese a su éxito, no acaba de ser aceptado como “uno de los suyos”.

En la parte negativa de la serie se encuentra una voz en off algo irritante, que suele incluir frases lapidarias, así como algunos personajes secundarios a los que les falta definición y profundidad, pero que en su conjunto no malogran una serie entretenida, de fácil visión y bien construida argumentalmente, aunque algo inferior en calidad a la alemana y muy interesante Bad Banks.

Entre esos secundarios a los que les falta definición se encuentra Mads Mikkelsen como líder de la organización anarquista que quiere acabar con las entidades financieras, denominada Subterránea, una suerte de Anonymous pero que filtra documentos como Wikileaks, y que aspira a “derrocar” a los bancos y a conseguir una descentralización financiera y la recuperación del poder económico por parte de los ciudadanos. En este punto es interesante ver las posibles similitudes con la ideología que existe detrás del mundo de las criptomonedas, donde también se aspira a una descentralización y evitar la intervención y el poder que el sistema financiero actualmente ostenta.

En definitiva, la serie nos hace, una vez más en esta última década, recordar aspectos de la gran crisis financiera y plantearnos la urgente necesidad de una potente regulación financiera y de un buen funcionamiento de los mecanismos y órganos de control y supervisión que evite que los mercados financieros puedan ser manipulados y que se asegure, como indica nuestro TRLMV, que existe información públicamente disponible que permita que los usuarios/inversores puedan formarse una opinión sobre los instrumentos financieros negociados.

Por último, debemos aspirar a que la regulación no solo vele por un adecuado funcionamiento de los mercados , sino también porque regule la adecuada exigencia de responsabilidades, tanto en vía administrativa como penal si fuese el caso, por la elaboración y publicación de información incompleta o incorrecta, así como por la manipulación del mercado, impidiendo de forma eficiente a aquellos actores que no respeten las normas que vuelvan a participar en el mercado.

Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres.

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