Alemania despega en el marco de una recesión transformadora
El pronóstico es que la economía crezca con fuerza tras el verano. Hay mucho empleo, poco más de un 6% de paro y las empresas buscan ya nuevo personal
Alemania despega en un momento de recesión transformadora. ¿Cuál es la clave de su éxito? Primero la vacuna para todos, luego la economía despegará. Esa era la idea. Pero Alemania ya está despegando, crecerá casi el 3,2% en 2021 (3,1% en 2022), el mayor crecimiento desde la última crisis financiera. Y ello en medio de una fase de cambio transformador debido a procesos tales como la digitalización y la revolución ecológica. El pronóstico para después del verano es que la economía crezca con fuerza. Lo dicen los cinco institutos de investigación económica del país. Un pronóstico que beneficia al Gobierno en Berlín en su año electoral. Hay mucho empleo, el paro asciende a poco más del 6%, y las empresas buscan ya nuevo personal. El mercado laboral, que perdió medio millón de puestos de trabajo en los últimos doce meses, se está recuperando gracias al auge de la industria, sobre todo de las empresas de maquinaria, y de los sectores de la arquitectura, la ingeniería y las tecnologías de la información. Impresiona esa resistencia de la economía alemana. Tras la recesión económica y financiera de 2008/2009, Alemania se recuperó como ningún otro país europeo y entró en una larga fase de crecimiento que duró diez años, hasta el año de la pandemia 2020, en que su PIB cayó un 5%.
Las claves de su capacidad de recuperación y de reinvención son muchas. Está la gran confianza de la población en la gestión política y económica del país, en el esfuerzo coordinado. Así que lo que se pide se hace. “La buena gestión del Gobierno de Merkel ha reforzado la confianza de la población, que ha respondido con disciplina ante las medidas sanitarias“, dice el experto europeo Friedrich Heinemann, del instituto ZEW, de Mannheim.
Otras razones son su buen sistema sanitario, las elevadas reservas financieras de la mayoría de las empresas, y la cultura empresarial alemana, caracterizada por un mayor consenso entre equipo directivo y trabajadores que en otros países. Es la llamada Sozialpartnerschaft, la cooperación entre empresarios y sindicatos para solucionar sus diferencias mediante políticas de consenso. La cohesión es clave y funciona tanto en el mundo de la empresa como en la política. Diálogo, confianza, buenas maneras y respeto mutuo han sido claves en la gestión política y económica de la crisis durante la pandemia y lo serán ante los retos poscoronavirus.
Otro factor es el elevado nivel de cualificación de los trabajadores; lo que ha permido a las empresas adaptar el trabajo a la crisis y preguntarse por el futuro del trabajo tras la crisis.
Otra de las razones de su rápida recuperación es el auge del comercio internacional. De hecho, la respuesta a la pregunta de si habrá más o menos globalización que antes de la pandemia es en Alemania afirmativa, sí habrá más globalización. Lo dicen por ejemplo Clemens Fuest, el director del Instituto de investigación muniqués Ifo, o Christoph Schmidt, el llamado canciller de la economía alemana.
La pandemia ha golpeado a Alemania asimétricamente. Solo parte del sector servicios (en torno al 8,3% del PIB) está resultando muy afectado por la pandemia. Mientras el negocio de la industria exportadora despega, la gastronomía y los servicios de contacto personal siguen estancados. Se espera que a partir de mediados de mayo hasta finales de septiembre puedan abrir la gastronomía y otros servicios.
No obstante, también aquí hay gente que sufre más el impacto de la crisis que otras, por ejemplo los autónomos y la población menos cualificada. Una de las consecuencias más negativas de la pandemia para la economía es, desde el punto de vista de los expertos e investigadores económicos, la desigualdad generada por la diferencia de oportunidades en educación. Las clases online no llegan a los chicos más desmotivados y menos apoyados en casa. Asimismo, la población menos cualificada profesionalmente es la que más saldrá perdiendo tras la crisis porque es la que menos posibilidades tendrá en el futuro digital. La pérdida cuantitativa y cualitativa en formación a raíz de la pandemia redundará en mayor desigualdad. Es uno de los retos que más destacan los expertos. Y, dicen, esto sucede en un momento histórico de cambio económico, cuando el aprendizaje de nuevas competencias marcará la demanda de empleo futuro. Fuest: “La pérdida de clases implica pérdida de cualificación y mayor desigualdad futura.“
Y ese no es el único reto. Aunque la crisis actual no sea tan grave como la gran depresión global de los años 30, la economía no crecerá tanto como lo previsto antes de la epidemia. 1,1% menos de lo previsto entre 2020 y 2024. El déficit en 2021 será de 159.000 millones de euros. Tras la pandemia el objetivo será estabilizar las finanzas públicas. Luego están las pensiones. En cuanto la generación de baby boom se jubile caerá la población activa. Cada año se jubilan 300.000 personas más que las que se incorporan al mercado laboral. ¿Cómo se financiará? Se baraja otra subida de la edad de jubilación. Y se debate qué consecuencias tendrá para la economía que cada vez trabajen menos personas.
Lidia Conde es analista de economía alemana
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