La conmoción por la subida fiscal de Biden a las plusvalías parece escenificada
Lo llevaba en su programa electoral, y según un ‘think tank’ conservador, casi no afectará al PIB
![Estatua de George Washinton ante la Bolsa de Nueva York.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4EJRMB3NKZICNAK5EVHA2YOETU.jpg?auth=2aca63bd19576ce205f405e49a6dc97835ec2fc52f0df8b08043d83089644bc3&width=414)
Qué escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!” Así exclamaba el capitán Renault en Casablanca mientras recogía sus ganancias. Algunas de las personas más ricas de Estados Unidos parecen tener la misma reacción ante las propuestas del presidente Joe Biden de aumentar los impuestos sobre las ganancias de capital. Gran parte de la supuesta conmoción parece tan escenificada como la de Renault.
Las medidas de Biden, diseñadas para ayudar a pagar sus ambiciosos planes de infraestructuras y de atención a la infancia, se presentarán formalmente la próxima semana. En cuanto a las ganancias de capital, para las personas que ganan más de un millón de dólares al año, el tipo impositivo aumentaría al 39,6%, en línea con el impuesto propuesto sobre los ingresos ordinarios, pero aproximadamente el doble de la actual tasa de ganancias de capital.
El capitalista de riesgo Tim Draper tuiteó que el plan de Biden podría “matar a la gallina de los huevos de oro que es Estados Unidos/Silicon Valley”. Jimmy Chang, jefe de inversiones de la Rockefeller Global Family Office, dijo que podría “desencadenar un éxodo” de las acciones a medida que los inversores se aseguren las ganancias, según Bloomberg.
Un elemento teatral es que haya sorpresa, siquiera. Los planes de Biden formaban parte de su campaña para 2020 y han estado a la vista durante al menos seis meses. De ahí, quizás, la ausencia de movimientos significativos en el mercado además de la renovada atención mediática del jueves.
Otra pieza de la puesta en escena es la afirmación de que el plan del presidente es de facto malo para la economía estadounidense o el espíritu empresarial. En octubre, incluso la Tax Foundation, de tendencia conservadora, llegó a la conclusión de que la parte de las plusvalías del paquete de Biden solo reduciría el PIB a largo plazo en un 0,02%. Y por si sirve de algo, Microsoft se fundó en 1975, cuando el tipo máximo de las plusvalías era del 36,5% y el tipo máximo del impuesto sobre la renta, del 70%.
El presidente de EE UU también planea cerrar las evidentes brechas en las ganancias de capital sobre la riqueza heredada y los llamados intereses transferidos, las participaciones en las empresas de cartera que los peces gordos del capital privado cobran gratuitamente, en sustitución de las comisiones de rendimiento que, de otro modo, se gravarían como ingresos.
Un plutócrata que hable claro podría admitir que cualquier supuesta conmoción tiene que ver con el golpe a sus ingresos personales por inversiones. Ello es importante para el panorama general porque los incentivos cambian el comportamiento de la inversión.
Al final, es posible que Biden no consiga nada o solo una parte de los aumentos de los tipos impositivos que desea. Pero el auge de los mercados ha recompensado generosamente a los proveedores de capital y hay pocas pruebas de que Estados Unidos esté cerca de un punto de inflexión impulsado por los impuestos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías