En la senda de la cultura de integridad y cumplimiento
Un estudio de LLYC analiza la evolución del ‘compliance’ en España bajo la óptica de sus directivos
La introducción de la responsabilidad penal de las personas jurídicas en el Código Penal en 2010 y la posterior reforma de 2015, que profundizó en las cuestiones que integran esta responsabilidad, supuso un punto de inflexión en el desarrollo de los programas de compliance (cumplimiento normativo) de las empresas en España. En este tiempo se ha avanzado mucho en la materia, aunque mucho es también el camino que queda por recorrer, según se destaca en el informe Compliance: del cumplimiento estético al compromiso auténtico, elaborado por LLYC (antes Llorente y Cuenca) y que será presentado este jueves.
Para Patricia Carretero, senior advisor de integridad y compliance corporativo de LLYC y coatuora del informe, “estamos en la senda, pero claramente se ve que en España todavía el tema del compliance está inmaduro, sobre todo en la parte del compromiso real. Porque aquí se ve todo desde el punto de vista regulatorio/abogados, de cumplimiento de la ley. Y todo eso al final se cae si no tienes de verdad un sustento de cultura real en la compañía de querer hacer las cosas bien”.
En el estudio se ha recabado la opinión de 41 ejecutivos de empresas nacionales e internacionales con actividad en España, a través de encuestas anónimas y entrevistas personales, desde mediados de noviembre de 2020 hasta el 28 de febrero de 2021.
“Claramente se ve que en España todavía el tema del ‘compliance’ está inmaduro, sobre todo en la parte del compromiso real”, destaca Patricia Carretero
“Es un informe más cualitativo que cuantitativo, porque esto se ha hecho un poco a modo confesión, de ir con directivos de empresas muy importantes, algunas del Ibex, crear un vínculo de confianza y por supuesto guardar la confidencialidad, para de verdad poder recoger los inputs, de ver qué es lo que falla”, comenta Carretero. “Y ellos matizan mucho los datos que salen de encuestas, son un buen complemento”, afirma.
Una gran mayoría de directivos reconoce hoy la importancia del compliance para el negocio, pues tres de cada cuatro encuestados (73%) creen que el compliance aporta valor real a su empresa y un porcentaje muy similar (71%) lo considera una inversión para crecer, mientras que solo un 27% lo considera meramente un gasto y un 29% únicamente algo necesario para evitar sanciones.
Y en su evolución, el compliance empieza a trascender la vertiente puramente normativa para ir más allá, pues el 80% de los directivos consultados reconoce que debería abarcar los compromisos que la compañía se autoimpone con sus grupos de interés, algo que será cada vez más valorado por estos. Así, 9 de cada 10 directivos (90%) reconocen el valor del compliance para los socios de negocio actuales o potenciales, y una cifra muy similar, su valor para los colaboradores de la organización (88%). En menor medida, el 71% reconoce de forma clara el impacto positivo del compliance para los clientes y consumidores de la organización.
Reputación
De lo que no hay duda es que reputación y compliance van de la mano: apuntalando su importancia, el 93% de los ejecutivos consultados considera que contar con un sistema de compliance efectivo mejora y refuerza la reputación de la empresa.
Las empresas han avanzado en los aspectos más formales del compliance y cuentan, en general, con algunas de las herramientas básicas de este, como un canal de denuncias (88%), un código de conducta (88%) o un departamento o función específicos para ello (71%). Sin embargo, llama la atención que el 42% de los encuestados afirme que este asunto no forma parte de la estrategia del negocio de su compañía. Es decir, se reconoce su valor, pero falta una implementación adecuada, que lleva a pensar en la falta de una apuesta honesta y convincente desde arriba.
Sintomático es que el 97% de los directivos nunca haya utilizado el canal de denuncias y que el 42% declare que no se sentiría cómodo o dudaría en usarlo en caso necesario. Estos datos son un reflejo claro, según el informe, de que aún queda un largo camino para que las empresas consigan tener y mantener la tan ansiada cultura de integridad y cumplimiento.
“El compliance son controles, y el control más importante es el control cultura. Si ese control no lo creas y no lo mantienes, el resto de controles, de política, canal de denuncias, monitoreo, sanciones… todo eso, si no tienes la parte de cultura de verdad trabajada, se cae. Esa parte es la que apuntala todo lo demás”, asegura la coautora del informe de LLYC.
Carretero destaca que “a las compañías ahora no les basta justificar determinadas actuaciones porque son legales. Y la sociedad cada vez es más exigente. Ahora no se toleran cosas que antes se toleraban”, y pone el ejemplo de lo que significó la cultura del pelotazo. “Ahora importa cómo las compañías ganan dinero, que lo tienen que ganar, es su razón de ser. Una compañía que de verdad quiera crecer de forma sostenible es fundamental que tenga esto bien implementado”.
Liderazgo y cultura
En el informe de LLYC, al preguntar sobre los factores que los directivos consideran clave para el éxito de un sistema de compliance, el tipo de liderazgo en la organización se lleva la palma con un 93%. También se da gran importancia (90%) a la integración de los riesgos de integridad y cumplimiento en el sistema de gestión de riesgos global, lo que muestra la necesidad de eficiencia y estrategia global en las compañías. Además, también se consideran muy relevantes para lograr el éxito del compliance la cultura corporativa existente en la organización (88%) y la transparencia y la comunicación en la organización (80%).
En cuanto a la importancia de la cultura corporativa, resulta muy relevante que el 100% de los directivos la considere un factor determinante para la creación de valor de la empresa, y 9 de cada 10 (90%) crea también que la cultura corporativa es prioritaria para aportar valor a su empresa. Sin embargo, uno de cada dos directivos encuestados (46%) considera que en su empresa no hay una cultura corporativa adecuada y el 27% considera que el comportamiento de los empleados y directivos no se ajusta a los valores culturales corporativos declarados por la compañía.
“Hay que trabajar mucho, mucho, mucho en la parte de cultura. Al final llegaremos, y esa es la senda”, remarca Patricia Carretero.