Gestión compartida, recuperación europea
Las principales energéticas ya han presentado proyectos que respondan a las necesidades de la población y contribuyan a rehabilitar el entorno
Cuando los líderes mundiales adoptaron por consenso, en septiembre de 2015, el texto de la Resolución Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible eran conscientes de una realidad que no ha perdido vigencia: la necesidad de adoptar medidas urgentes e inaplazables para intentar salvar el planeta, mantener el crecimiento económico y lograr que “nadie, ni nada” quede atrás. Sin embargo, el planeta no vivía la pandemia que hoy nos asola. Si aquella realidad era dramática, la de hoy tiene el sello de la siempre indeseada pérdida de vidas humanas. Sin lugar a dudas, el coste más trágico e irrecuperable de la difícil situación que padecemos.
En este contexto excepcional, el pasado 10 de febrero la Unión Europea ratificó el mecanismo que canalizará el grueso de los 750.000 millones de euros para ejecutar inversiones y reformas estructurales. Este momento supone el pistoletazo de salida para que empresas e instituciones públicas presenten los proyectos e iniciativas para su aprobación. La perspectiva de esta nueva herramienta financiera, necesariamente nos lleva a reflexionar, renovar compromisos; replantearnos estrategias y no olvidar la propia esencia de la Unión Europea, el proyecto común.
Bruselas habilita estos fondos para hacer frente a la crisis económica provocada por la pandemia, un mecanismo financiero de respuesta, resiliencia y recuperación, que deberá contar con alianzas. Especialmente con la estrecha colaboración entre las empresas y el sector público. Se imponen así estrategias inclusivas donde cada uno proporcionará las fortalezas de su ámbito, la colaboración frente a la competición. El reto al que tendremos que enfrentarnos es enorme, pero también motivador y esperanzador, una oportunidad, no solo para dar respuesta a lo que los ciudadanos esperan de nosotros, crecimiento económico, sostenibilidad y bienestar social, sino también supone una oportunidad única para mejorar el modelo productivo.
Resulta obligada la mirada retrospectiva hacia el acuerdo que propició la Agenda 2030. Entre sus aciertos está la visión de conjunto, la previsora necesidad de marcha juntos, de compartir día a día, no solo objetivos y metas sino, también, estrategias. Siempre he considerado, que la invocación a “las alianzas, la movilización de medios necesarios y la colaboración de todos los países, todas las partes interesadas y todas las personas” no solo es juicioso, sino que es la más eficaz de las herramientas. Es la convicción de que nadie debe ser subestimado, ni mucho menos relegado, participando el sector privado mano a mano con los Estados y la sociedad civil.
El camino nos lo ha marcado la propia Comisión Europea, de los 750.000 millones de euros de la herramienta financiera Next Generation EU, España tendría acceso a 150.000 millones, (82.700 en préstamos y 67.300 a fondo perdido), el 37% de las inversiones deberán estar vinculadas a la economía verde, mientras que el 20% deberá servir para afrontar el reto de la transformación digital. Un fondo europeo que financiará los proyectos que cumplan con estos parámetros que las Naciones Unidas fijaron como Objetivos de desarrollo sostenible en la agenda 2030. Fondos que nos permitirán ser más competitivos para alcanzar cuotas de modernización y ser actores proactivos en el contexto de la globalización.
Las principales empresas energéticas españolas ya hemos tomado nota y presentado nuestras propuestas, todas van en esta dirección, proyectos que den respuesta a las necesidades de la población y contribuyan a recuperar el entorno en el que vivimos. En este ámbito las empresas públicas tenemos un añadido en nuestra responsabilidad, la de representar los intereses de nuestros conciudadanos, nuestros beneficios o pérdidas son también las de todos y todas los Españoles. Por este motivo nos hemos comprometido a efectuar cambios fundamentales en la manera en que nuestras sociedades producen y consumen bienes y servicios.
Los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector empresarial, otros agentes no estatales y particulares debemos contribuir a modificar las modalidades de consumo y producción, incluso movilizando todas las fuentes de asistencia financiera y técnica para fortalecer la capacidad científica, tecnológica y de innovación de nuestras sociedades postindustriales, con el fin de avanzar hacia modelos de consumo y producción más sostenibles.
Tenemos la responsabilidad de no perder este tren, el ciudadano no entendería que no se aprovechase la oportunidad que los fondos europeos representan para la economía española. La sociedad sabe que esta herramienta financiera no es un cheque en blanco, las propuestas serán analizadas bajo la lupa de la Unión Europea y en concordancia con las directrices europeas, debemos estar preparados para transitar por este camino junto, colaborando y aunando esfuerzos, con una apuesta clara y firme en la gestión compartida para la recuperación europea. Eficiencia y eficacia deberán ir de la mano, talento y talante por igual para construir los puentes de excelencia que nos permitan crecer conjuntamente.
José Vicente Berlanga Arona es presidente de ENUSA, Industrias Avanzadas