Por qué EEUU ha batido a Europa con su programa de vacunación
Las menores trabas administrativas, las facilidades a las farmacéuticas y la cooperación del sector privado explican el éxito, que ha reavivado el empleo
En EEUU, un 20% de la población está vacunada y un 33,5% ha recibido la primera inyección. El presidente Joseph Biden ha fijado el objetivo de administrar 200 millones de inyecciones cuando cumpla cien días en la Casa Blanca a finales de abril. Su meta inicial de 100 millones se alcanzó en 59 días. El reto más ambicioso se conseguirá, porque las farmacéuticas estadounidenses Pfizer y Moderna deben suministrar conjuntamente 600 millones de dosis y se está vacunando a 3 millones de personas diariamente.
El gobierno federal decide la cantidad de dosis que distribuye a cada estado. Pero los lugares y métodos de inmunización los eligen los estados. La idiosincrasia de cada estado y el poder de los gobernadores significa que no se ha adoptado un enfoque común. Todos los estados las proporcionan a través de las cadenas de farmacias privadas y hospitales públicos y privados. Los estados con más población urbana han habilitado estadios o grandes espacios públicos. Para superar las reticencias de las personas mayores se ha facilitado que la reciban en la consulta de los médicos que les tratan habitualmente.
El éxito de la campaña de vacunación ha avivado el mercado laboral. En marzo, aumentó el número de personas empleadas en 916.000, la cifra más alta en siete meses, y el desempleo ha descendido al 6%. El informe de primavera del FMI prevé que el PIB de EEUU crecerá un 6,4% en 2021 después de contraerse un 3,5% en 2020. Para la eurozona, la proyección es del 4,4% después de una caída del 6,6% de 2020. En la mayoría de los estados de la UE, el porcentaje de la población con la vacunación completa se sitúa entre el 4% y el 7% (6,2% en España). La tasa de inoculación de Europa es una tercera parte de la de EEUU. La UE es una agrupación de 27 estados con marcadas diferencias culturales, morales y científicas. Sus instituciones no tienen competencias sobre la sanidad. Hungría, por ejemplo. emplea la vacuna rusa Sputnik V a pesar de no estar autorizada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).
Desde marzo de 2020, el Congreso de EEUU ha aprobado tres planes de estímulo por valor de 5 billones de dólares. Están paliando los efectos socioeconómicos del Covid-19 mediante ayudas directas a familias y empresas. Aunque la UE acordó en julio su propio paquete de 1,8 billones de euros, su distribución de la financiación para proyectos concretos es lenta debido a los numerosos niveles administrativos y trámites. Los estados de la UE no consensuaron sus programas de estímulo nacionales, una financiación común de vacunas y las medidas de confinamiento. Durante la reapertura parcial estival no se exigía ni tan siquiera un PCR negativo para cruzar las fronteras europeas o subirse a un avión.
En abril del año pasado, el gobierno de Donald Trump puso en marcha la Operation Warp Speed. El objetivo de dicha asociación público-privada, dotada de 20.000 millones de dólares, era espolear a las farmacéuticas a producir cuánto antes una vacuna. Mientras la OMS y su programa Covax barajaban decenas de vacunas, Operation Warp Speed identificó a las empresas con más capacidad y puso a su disposición los laboratorios e instalaciones del gobierno. Se constituyó una comisión gubernamental para hacer frente a la pandemia el 29 de enero de 2020, encabezada por la respetada Dra. Deborah Birx. Ella dio máxima libertad y mucho protagonismo a sus máximos asesores científicos. La Operation Warp Speed generó un espíritu de competencia. Sin saltarse ninguna de las tres fases de ensayos, comités de expertos independientes recomendaron a la FDA en diciembre la aprobación de las vacunas de Pfizer y Moderna.
La coincidencia de la campaña electoral con la fase final del desarrollo de la vacuna propició que los medios de comunicación criticaran cualquier indicio de presión política sobre la FDA, organismo federal que autoriza los medicamentos en EEUU y es equivalente a la EMA europea.
Europa aventaja a EEUU al contar con seis de las diez primeras farmacéuticas por ganancias en 2020: Pfizer (EEUU), Roche (Suiza), Merck (EEUU), Janssen (Bélgica), Novartis (Suiza), Amgen (EEUU), Gilead (EEUU), Novonordisk (Dinamarca), AstraZeneca (R. Unido) y GlaxoSmithKline (R. Unido). Pero el excesivo gasto público mina el dinamismo y la capacidad emprendedora. Mientras que en EEUU el gasto público equivale al 35% del PIB, en España (42%), Alemania (45%) y Francia (55%) es netamente superior.
Dichos factores explican que una farmacéutica pequeña como Moderna con 1300 trabajadores lograra la segunda vacuna. La apuesta de Europa por AstraZeneca era demasiado arriesgada, aunque no hubiera surgido el vínculo en muy pocos casos (34 muertos sobre 62 millones de dosis) con las trombosis. Su precio reducido de 4 dólares por dosis y aspiración de ayudar a los países no desarrollados debió combinarse con candidatos menos idealistas.
La UE permitió inicialmente a los fabricantes con contratos de suministro exportar millones de dosis a terceros países. El retraso en las entregas y la dependencia de AstraZeneca han sido nocivos. EEUU, Israel y el Reino Unido restringieron cualquier exportación, conscientes de la rivalidad deshonesta de las vacunas rusa y china.
Las vacunas de Pfizer y Moderna emplean la revolucionaria tecnología messengerRNA (mRNA). No se inyecta una versión debilitada del virus para generar anticuerpos. Se manda un mensaje (mRNA) con la secuencia genética (ADN) de la proteína de los picos localizados en la superficie de SARS-CoV-2 que el virus utiliza para penetrar en las células y reproducirse. Se genera así una capacidad de respuesta al virus que puede fácilmente modificarse alterando el ADN de la proteína del pico de las mutaciones de SARS-CoV-2 u otros coronavirus. La simplicidad de la técnica permitirá fabricar 2600 millones de dosis de la vacuna mRNA contra Covid-19 en 2021. Las democracias deben cooperar para liderar la revolución de la biología molecular y así evitar ser superadas por China.
Alex Muns es Profesor de EAE Business School y experto en economía internacional