Día Mundial de la Salud: vivir una vida más saludable
Los avances médicos se han facilitado mediante la colaboración
Llevamos más de un año con la pandemia y ya estamos escuchando a la vuelta de semana Santa que viene una nueva ola. De manera que debemos ser muy conscientes de la importancia de la salud, tanto que una de las lecciones que hemos aprendido es que es mejor prevenir que curar, desde cuidado personal y en el hogar hasta cambios en estilo de vida. De hecho las personas, empresas y los gobiernos están mucho más orientados a la prevención.
Por eso conviene una visión temática al abordar la inversión en salud, no sólo centrada en atención médica, que trata principalmente de arreglar lo que está mal, sino, cada vez más, en la prevención, es decir empresas con productos y servicios que permiten a los pacientes vivir una vida más saludable, capaces de aumentar la eficiencia de la atención sanitaria, mediante innovación e investigación médica.
Efectivamente, la salud es un tema de inversión basado en mega tendencias y sostenible a largo plazo, siendo Buena salud y bienestar” uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030. Si ponemos las luces largas, con horizontes de inversión mínimo de tres a cinco años, es una opción interesante.
Los avances médicos se han facilitado mediante la colaboración
El caso es que las vacunas son un medio transcendental para salir de la pandemia, pero en realidad no se trata de un gran mercado. Por ejemplo, la vacuna contra la gripe, que reciben alrededor de 50 a 70 % de personas en Occidente, es un mercado de 5.000 millones de dólares, repartido entre varias empresas. En comparación, algunas clases de medicamentos de mayor éxito en otras áreas terapéuticas pueden situarse fácilmente en el rango de varias decenas de miles de millones.
Otra lección muy constructiva es que con la globalización los avances médicos se han facilitado mediante la colaboración. Así, hemos visto colaboración entre competidores: compartiendo datos. Farmacéuticas, empresas de ciencias de la vida y de equipos relacionados con salud han desplegado tecnologías avanzadas y demostrado una notable voluntad de cooperar, siendo previsible que la industria determine que parte de esta colaboración es útil y se mantenga. Es el caso de Sanofi y GSK –dos de los mayores fabricantes de vacunas- y AstraZeneca con la Universidad de Oxford. Por su parte los países emergentes con sistemas nacionales de salud más débiles lo están pasando mucho peor, pero esperamos mucha solidaridad de los desarrollados.
10 a 15% del PIB mundial
De momento las industrias de salud suponen 10 a 15% del PIB mundial en economías avanzadas, lo que aumentará las próximas décadas. Efectivamente, la población mundial llegará a 9.200 millones en 2050 y de ellos 2.000 millones será mayor de 60 años. En EEUU 65% del gasto sanitario corresponde a estas personas y la mitad de nuevos medicamentos están relacionadas con la edad. El gasto en salud de una persona de más de 65 años supera 8,900 dólares, 3,4 veces más que entre 18 y 44 años. Además hay un amplio abanico de necesidades médicas sin cubrir o mal atendidas y muchas enfermedades mortales se han convertido en curables o crónicas. Esto da lugar a una gran cantidad de proyectos para tratamientos nuevos en biofarmacéutica y tecnologías médicas. Ya hay más de 7.000 fármacos en desarrollo clínico en el mundo, dirigidos a gran variedad de enfermedades, dos tercios los cuales proceden de la biotecnología.
De manera que la demanda de productos y servicios médicos, que se basan en tendencias a largo plazo, seguirá creciendo, independientemente del ciclo, a tasa anual compuesta del 7-8%.
Salud, biotecnología y nutrición
Además de salud y biotecnología podemos pensar en una tercera estrategia relacionada con la salud: la nutrición, uno los factores básicos de una vida sana, junto con unos mejores hábitos. De hecho uno de los grandes retos de la sociedad es la obesidad, favorecida por el incremento de la riqueza y consumo de alimentos procesados–ocho de diez países con mayor número de diabéticos son emergentes-, además de otras enfermedades crónicas asociadas al estilo de vida occidental: cardiovasculares, oncológicas y del sistema nervioso central.
También hay que tener en cuenta que en las industrias de la salud hay riesgo regulatorio, pues hay mucha presión de los gobiernos para bajar la factura del coste sanitario. Al respecto el sistema se acerca lentamente a un modelo basado en valor, que implica pagar por resultados. Ello cambiará el enfoque hacia la prevención y tratamientos altamente eficaces.
Además esta industria está basada en la innovación, que permite márgenes muy interesantes. Efectivamente, los crecientes costes de atención sanitaria requieren eficacia y vemos resultados altamente prometedores en telemedicina, robótica, procedimientos mínimamente invasivos y análisis de datos. Muchas de estas empresas cotizan en EEUU y Canadá, con exposición global de sus ventas, incluyendo mercados emergentes. Se trata de empresas que favorecen hacer frente al reto global de ayudar a las personas a mantenerse sanas el mayor tiempo posible, mediante nuevos medicamentos; tecnología médica y servicios. Son empresas innovadoras en nuevos ciclos de producto, muchas de pequeña y media capitalización, que no están en los índices tradicionales y que, siendo ganadores del futuro, facilitan diversificar la cartera de inversión.