Más allá de la profesionalidad
Pocos han incorporado acciones a su forma de hacer que han provocado cambios o que han mejorado el modelo ético-social en su entorno
Puede evolucionar el management para conseguir un tipo de profesionales que, además de excelentes gestores, puedan provocar cambios de calado en la sociedad? Si hiciéramos la pregunta: ¿qué has conseguido en tu vida profesional?, la respuesta mayoritaria sería “haberme ganado la vida gracias al trabajo bien hecho”, otros dirían que “han mejorado la economía de su empresa”, incluso que “han contribuido a hacerla crecer o salvarla”, y algunos pocos que “han hecho todo eso de forma sostenible y ética según los objetivos de RSC marcados por la empresa”. Pero muy pocos podrán garantizar que, además de lo anterior, han incorporado acciones a su forma de hacer que han provocado cambios, que han mejorado el modelo ético-social en su entorno, o incluso de todo el mundo de manera profunda.
Fueron aquellos directivos que un día imaginaron que podían eliminar el plomo de la gasolina, que podían contratar a cooperativas para ayudar a personas que lo necesitan, que compran a colectivos que ayudan a mejorar el entorno social o que hacen que sus empresas dediquen una parte de su dinero a formación social.
Muchos cumplen los criterios de RSC que marca su empresa y además hacen ganar dinero a su organización. No somos tan ingenuos para olvidar que un profesional vale tanto como su capacidad para contribuir a generar riqueza, entre otras cosas. En eso podríamos coincidir todos.
Sin embargo, los metaprofesionales no son los que siguen esos modelos estándares promovidos por la empresa, sino los que son capaces de generar algo más. Además de tomar decisiones, van más allá de la eficacia y la eficiencia, buscan acciones que impacten positivamente en su entorno y en la sociedad en la que actúan, no son seguidores, son creadores. Se caracterizan por la excelencia profesional, por la creatividad e innovación para encontrar esas nuevas formas de hacer, por la tenacidad y constancia a la hora de llevarlas a cabo, y por que sus objetivos no exclusivamente económicos.
Cualquier persona con capacidad de gestión de recursos económicos puede ser un metaprofesional, si bien hay determinadas condiciones que se deben cumplir. Primero, auditabilidad: debe ser capaz de poder demostrar siempre el uso óptimo de sus recursos respecto al objetivo de la mejora económica de su organización o empresa.
Segundo, alineamiento ético: lo que para el profesional puede ser un objetivo ético o responsable, para su empresa no. Tercero, innovación: las acciones propuestas suponen innovaciones reales en la forma de actuar de la compañía, y se traducen por lo tanto en cambios de procesos, herramientas o métodos de trabajo. Y cuarto, hechos: estos son medibles y con impacto en la sociedad, saben pasar del concepto a la implantación, de la teoría a la práctica.
Qué he hecho yo para contribuir a un mundo mejor. No tiene una respuesta fácil, pero habría que hacerse la pregunta. El directivo no debería ser valorado en términos de riqueza conseguida, sino de bienestar generado. Las empresas que fomenten la metaprofesionalidad verán mejorados sus resultados mediante un mayor reconocimiento de marca, mayor capacidad de atracción de profesionales y un entorno más competitivo.
Jordi Damià es profesor de estrategia de EADA Business School