Una regulación coordinada para poner puertas al campo del bitcóin
A día de hoy el particular que invierte en criptodivisas opera sin ningún tipo de escudo
El rally aparentemente imparable de las criptodivisas en el mercado se ha acelerado esta semana tras la decisión de Tesla de invertir su liquidez en activos alternativos y destinar unos 1.250 millones de euros a invertir en bitcóins, que aceptará como medio de pago. La criptodivisa, que acumula una subida del 1.000% desde marzo del año pasado, escaló ayer por encima de los 48.000 dólares y ya se apunta a la posibilidad de que pueda alcanzar los 100.000. Ello ha vuelto a despertar los recelos y advertencias de los supervisores, que se han pronunciado repetidas veces sobre los riesgos de estos activos, especialmente para los pequeños inversores, fuertemente atraídos por el brillo de este supuesto oro negro virtual, pero no siempre conscientes de la posibilidad de perder todo su dinero en este tipo de inversiones, como ya ha advertido la SEC estadounidense.
Tanto la CNMV como el Banco de España señalaron ayer la complejidad y elevado riesgo que rodea a las criptomonedas, tanto a las propias divisas virtuales como a los derivados sobre ellas. Los dos organismos señalaron, de forma conjunta, la fuerte volatilidad de estos activos y la creciente publicidad, “en ocasiones agresiva”, para atraer inversores, así como su falta de transparencia. No es la primera vez que la CNMV y el Banco de España realizan advertencias en este sentido, hasta el punto de que el inversor que se aventure a operar en este ámbito difícilmente puede alegar que no existe suficiente información sobre sus riesgos.
Cuestión aparte es que, a la vista de la burbuja que se está creando en el mercado, la elevada especulación y el papel que probablemente están destinadas a jugar, al menos en un futuro próximo, sea conveniente acelerar la promulgación de una regulación específica europea que proteja al pequeño inversor, como ocurre con otro tipo de activos financieros. Pese a que hay un borrador en negociación, a día de hoy el particular que invierte en criptodivisas opera sin ningún tipo de escudo, dado que las divisas digitales no se consideran medios de pago y no están cubiertas por el Fondo de Garantía de Depósitos de cada país. A ello hay que sumar problemas que afectan a las finanzas públicas, como el elevado potencial de estos activos para facilitar la evasión fiscal y el blanqueo de dinero.
No es ningún secreto que la regulación de las criptodivisas cuenta con serias dificultades, las propias de cualquier normativa que pretenda poner puertas al campo en un entorno digital. Ello hace compleja la supervisión eficaz por parte de un único regulador o la aplicación de una ley específica, y aconseja avanzar hacia una acción internacional y coordinada capaz de proteger al inversor y reducir la opacidad en el mercado.
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