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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un discreto oligopolio

La rotura de stock de componentes electrónicos que vive el motor se debe a un cambio de paradigma en la fabricación de chips

Algunas compañías automovilísticas han anunciado paros en su producción, debido a súbitas roturas de stock en sus componentes electrónicos clave. Si este efecto se amplifica y se propaga hacia otros sectores, podría surgir un escenario con un alto impacto negativo para la economía, dado que la electrónica y el software ya están integrados en una gran heterogeneidad de productos. Hasta aquí los síntomas de la cuestión, pero no su causa.

La cadena de suministro de semiconductores ya ha experimentado discontinuidades en el pasado, aunque con niveles sostenibles y cíclicos. Ahora asistimos a un cambio de paradigma en la fabricación de chips de altas prestaciones, debido a una alta consolidación en el mercado.

Si retrocedemos unos años, los fabricantes de chips solían estar integrados verticalmente, es decir, diseñaban y fabricaban sus circuitos. El proceso de diseño era arduo y estrechamente conectado con la fabricación. Ahora hay multitud de herramientas de soft­ware para diseñar, que permiten acceder a gran diversidad de actores a esta tarea, consiguiendo desacoplar la fase de diseño de la de producción. Esto ha provocado un outsourcing masivo de la producción de chips.

Hay dos aspectos interesantes a resaltar. Uno es que muchas compañías de semiconductores han dejado de fabricar (fabless) y subcontratan sus chips a terceros (foundries). Este es el caso de Nvidea, AMD o Qualcomm, por ejemplo. Otro aspecto es la eclosión de empresas ajenas al mundo de los semiconductores, que apuestan por ser ellas las que diseñan. En este grupo están Google o Amazon, por ejemplo. Obviamente, estas compañías también son fabless.

Esta transformación tiene sentido y es productiva. Amazon o Google, por ejemplo, conocen mejor que nadie sus aplicaciones en la nube y piensan que pueden conseguir el circuito más óptimo que necesitan, con la ventaja de una mayor preservación de su propiedad intelectual.

Las macrotendencias globales (IoT, 5G, nube, etc.) impulsan a que los circuitos tengan mayor velocidad, menor tamaño y reducido consumo. Pero debido al declive de la ley de Moore, cada avance en miniaturización implica invertir más tiempo y aumentar estratosféricamente el coste de erigir una nueva fábrica de semiconductores. Esto requiere mayor conocimiento y especialización.

La vanguardia operativa de fabricación está en estructuras de 5 nm (nanómetros o milmillonésima parte de un metro), algo que tiene que ver con la densidad de transistores por superficie. Por ejemplo, el nuevo procesador del iPhone 12 de Apple (A14 Bionic) tiene 11.800 millones de transistores con tecnología 5nm.

Pero volviendo con las fabless, una vez concluyen su diseño tienen que buscar una foundrie para producirlo. Si nos referimos a chips de muy altas prestaciones, tan solo hay dos: TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) y Samsung Electronics. También hay que mencionar a Intel, pero es un caso especial. Es la empresa de semiconductores mayor del mundo (por volumen de ventas), con la particularidad de estar integrada verticalmente. Pero en miniaturización va por detrás de los anteriores, ya que recientemente ha comenzado a distribuir sus primeros chips de 7 nm. Aunque la densidad potencial de transistores solo es parcialmente comparable, en cuanto a prestaciones, esta diferencia de 2 nm le podría suponer hasta dos años de retraso respecto a los dos primeros.

Pero si nos centramos en TSMC, recientemente ha puesto en marcha su fábrica para 3 nm, con un coste de 19.000 millones de dólares, lista para iniciar la producción masiva este año (como referencia, una fábrica costaba unos 3.500 millones de dólares en 2011). Es obvio que las barreras de entrada a este selecto mercado son muy altas. Además, para estos circuitos se prevé una elevada demanda en 2021, por lo que las foundries no solo invertirán en nuevas generaciones, sino que ampliarán sus actuales instalaciones operativas.

Aparentemente, si un inversor desea posicionarse en fabricación de semiconductores de última generación, parece que tendría que apostar por TSMC. También hay que considerar a Samsung Electronics, pero su fabricación está más orientada al segmento de memorias (TSMC a unidades de proceso) y la inversión podría quedar diluida, dada la diversidad de actividades del conglomerado coreano. Con estos mimbres, a medio plazo, todo apunta a que los títulos de TSMC solo pueden ir hacia arriba.

Pero hay riesgos relevantes en el horizonte. El mayor de ellos es el geopolítico. Las fábricas más avanzadas de TSMC están concentradas en Taiwán, una isla reclamada por China como territorio propio. Samsung, por su parte, también tiene el riesgo de país vecino (Corea del Norte). Además, les podría afectar la guerra comercial entre EE UU y China.

Desde un punto de vista estratégico, el Gobierno norteamericano teme por un futuro sin fábricas de semiconductores avanzadas en territorio propio (Intel podría subcontratar). Obviamente, esto tiene prioridad en su estrategia de seguridad, militar y comercial. Saben que China está muy adelantada en software, comunicaciones o inteligencia artificial, entre otros campos, pero claramente rezagada en fabricación de este tipo de semiconductores (quizá 10 años). Para reducir distancias, el Gobierno chino ya ha comprometido ayudas para sus empresas de 1.400 billones de dólares hasta 2025.

Posiblemente, TSMC y Samsung están recibiendo presiones de sus clientes americanos para ofrecer una mayor diversificación geográfica. En este sentido, TSMC estudia construir una fábrica en Arizona y Samsung ampliar sensiblemente sus instalaciones en Texas.

Las acciones de TSMC cotizan en la Bolsa de Taiwán y en el NYSE de Nueva York. Parecen estar sobrevaloradas, según algunos ratios financieros, pero TSMC forma parte de este discreto oligopolio que podría mejorar sus márgenes a medio plazo. El valor de sus títulos ha aumentado un 122% en un año, frente a un incremento del 14% del S&P 500 y una pérdida de 5% del Euro Stoxx 50. En los últimos cinco años ha batido al Nasdaq, un índice en el que están listados muchos de sus mejores clientes como, por ejemplo, Apple. Con esta singularidad en la cadena de suministro de semiconductores, seguro que la firma californiana será prudente y hará acopio de una parte de los procesadores A14 Bionic que le suministra TSMC.

Xavier Alcober Fanjul es Ingeniero consultor

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