Entramos en ciclo de crecimiento de tres años
Es momento de analizar oportunidades y estructurar las carteras
Estamos en plena cuesta de Enero, pero algunos nubarrones en el horizonte se han despejado, como es el Brexit y la toma de posesión de Biden como presidente de EEUU., que son muy buenas noticias para los mercados financieros. Al mismo tiempo las cifras de la pandemia están creando incertidumbre, a lo que se añaden retrasos en las entregas de vacunas de las farmacéuticas. Por otra parte los bancos centrales van a seguir prestando apoyo.
El caso es que tenemos por delante varios meses de volatilidad, en línea con la eficiencia del proceso de vacunación. Mientras se irá consolidando un ciclo de crecimiento en el que estamos entrando, que debería durar como mínimo tres años. Este año el crecimiento global puede estar encima del 5% y el aumento de beneficios superar el 20%. Además, recientemente hemos aumentado la previsión de crecimiento del PIB de EEUU al 5,5%. Europa va a ir un poco más retrasada pero por encima del 3,5 % -alto para la región-. Los que van a ser motores de crecimiento son los países emergentes, China a niveles del 9% y el resto de emergentes por encima de 5 ó 6%.
Consumo e inversión
En concreto hay dos factores que debemos mirar para ir viendo cómo se consolida este ciclo de crecimiento: consumo e inversión en activos fijos. Efectivamente en cuanto la pandemia permita limitar las restricciones, los consumidores van a incrementar el consumo. Será un proceso lento la primera parte del año, con tendencia a mayor normalidad la segunda. Además las empresas tienen que empezar a invertir lo que no hicieron en 2020.
Momento de estructurar las carteras
Así que, ante un ciclo de crecimiento, es momento de analizar las oportunidades y de estructurar las carteras. Eso si, de forma muy gradual y cautelosa este primer semestre, hablando con el asesor financiero. De hecho no es momento de rotar completamente a valor pensando que el crecimiento ha hecho todo el recorrido. Las tecnológicas lo seguirán haciendo razonablemente bien. De todas formas, en términos relativos, vemos mayor potencial en sectores industriales y materiales, ambos relacionados con el ciclo económico. Pero de momento no consideramos empresas de valor como bancos, donde preferimos perdernos el primer 20% de subida y ser muy selectivos.
Piensa en verde y acertarás
En cuanto a inversiones ASG, tienen la ventaja de que alinean los intereses de inversores, empresas y gobiernos. Al respecto los reguladores están intentando hacer un importante esfuerzo de orientación. Más aún, estamos en mitad de un tsunami regulatorio, que incluye la taxonomía “verde” europea. El caso es que “pensar en verde” paga. Las mejores oportunidades para los próximos años están en la transición energética hacia energías más limpias y ciudades más sostenibles, con impacto positivo en la huella medioambiental y social.
Al respecto existen multitud de soluciones de inversión, en algunos casos con informes de impacto de exposición real a objetivos de sostenibilidad de Naciones Unidas. Incluso hemos puesto en marcha una calculadora impacto que trata de facilitar que el particular se familiarice con la inversión en la transición energética, desde energías renovables y vehículos eléctricos hasta tecnologías e infraestructuras que respaldan a las energías limpias. Puede ser una buena forma de comenzar a “pensar en verde” de forma activa. Así, por ejemplo, una inversión de 5.000 EUR en una estrategia de inversión en energías limpias puede proporcionar 62 EUR en I+D en industrias no contaminantes; un día de empleo en actividades orientadas a la transición energética; 4.934 kWh de energía solar, equivalentes a 270 luces LED cinco horas al día 365 días del año y 15.463 kWh de energía eólica, equivalentes a evitar 1.933kg de combustión de carbón.
Mirar a Asia
Además el inversor español, aunque es muy reticente, debe mirar a Asia, tanto en renta fija como variable. Es el caso de bonos en moneda local de China, cuyo diferencial de rentabilidad a vencimiento respecto a deuda de EEUU es más del 2%, en una economía de inflación baja, con un banco central predecible y tradicional, que atrae capital dada su resiliencia durante esta crisis y con previsible apreciación del renminbi. A ello se añade que nos gustan especialmente las acciones de Asia, región motor de crecimiento los próximos años, favorecida por tener el coronavirus bajo control, la previsible debilidad del dólar y el liderazgo en la economía global de China.