El hundimiento del empleo no se resuelve con ERTE y ayudas sociales
Es responsabilidad del Gobierno tomar las riendas de esta crisis y explicarcuál es su estrategia para impulsar la recuperación y crear puestos de trabajo
El año 2020 será recordado por el virulento azote de la pandemia del Covid-19 y por la dramática factura de vidas humanas que ha dejado tras de sí. A ello se une la histórica crisis económica que han desencadenado las medidas de contención de la epidemia y las consecuencias que estas han tenido sobre las empresas y el empleo. El confinamiento decretado en marzo y las sucesivas restricciones a la movilidad han congelado la economía hasta extremos inéditos y provocado que España cierre el año con 725.000 parados más que en 2019, según los datos publicados ayer por el Ministerio de Trabajo. Las cifras de afiliación apuntan a que el año ha terminado con 360.105 ocupados menos y roto con siete ejercicios consecutivos en los que se había registrado caída del desempleo. Es el peor dato desde 2012, cuando se destruyeron en España 787.240 puestos de trabajo. A la dramática fotografía del mercado laboral de 2020 hay que sumar también las 755.613 personas acogidas a expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), protegidas en principio hasta el 31 de enero y pendientes de una ampliación que tiene que negociarse en el seno del diálogo social.
El número de parados con el que ha finalizado el año junto al de trabajadores amparados por ERTE y, por tanto, en riesgo efectivo de perder el empleo se añade a los tres millones de desempleados que España arrastraba ya desde antes del estallido de la pandemia, lo que arroja como resultado la escalofriante cifra de 4,6 millones de personas sin puesto de trabajo o con serias posibilidades de perderlo. Por muchas vueltas que se les den a estos números y por muchos discursos voluntaristas que se hagan sobre la peculiar naturaleza de esta crisis y la hipotética rapidez de la recuperación, el mercado laboral español se halla en una situación dramática que no se solventa únicamente con ampliaciones de ERTE o con subsidios sociales. Son estas cifras las que explican, por ejemplo, la grave situación que arrastra la industria del automóvil o la caída en picado del consumo, así como el aumento del ahorro de las familias, que temen –y temen con razón– que la economía se deteriore aún más y afecte a sus empleos.
Es responsabilidad del Gobierno tomar las riendas de esta crisis y explicar a los ciudadanos, a las empresas y al mercado cuál es su estrategia para impulsar la recuperación y crear empleo. Ese objetivo no se consigue elevando el empleo público, aumentando el salario mínimo o eliminando la flexibilidad de la legislación laboral, sino enviando mensajes claros y efectivos sobre cuál es la política económica con la que España pretende salir de la recesión y comenzando a aplicarla.
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