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La Lupa
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los datos de la pandemia y los pactos de Sánchez rescatan a Díaz Ayuso

La mejoría de Madrid, pese a las restricciones más suaves de España, y los acuerdos fiscales de Moncloa con ERC aúpan a la baronesa en el PP, nuevo icono en Barcelona

El otoño ha venido florido para la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Cuando parecía que se ahogaba con la segunda ola del Covid, sobresale con los mejores registros y con todos los negocios abiertos. Encima, su principal enemigo, Pedro Sánchez, le brinda un balón inesperado, al firmar un pacto con la independentista ERC que no se le ocurre otra cosa que poner el foco en la mimada fiscalidad de Madrid. Además, su socio de Gobierno, Ciudadanos, no acaba de encontrar su sitio en el panorama político, y su socio externo, Vox, no levanta cabeza desde la moción de censura, que únicamente sirvió para consolidar a Pablo Casado, el mentor de Díaz Ayuso.

Mientras los Gobiernos de media Europa, encabezados por Angela Merkel y Emmanuel Macron, tomaban severas medidas restrictivas con datos de contaminación muy bajos, y Pedro Sánchez convocaba un Consejo de Ministros para decretar un estado de alarma para Madrid, Díaz Ayuso apostaba todo a restricciones de movimiento por áreas de salud y sin cerrar bares, restaurantes y comercios. Esta actitud pareció un suicidio a la inmensa mayoría y recibió críticas de todos los lados, de la coalición de Gobierno, de sus socios de investidura (Vox y Ciudadanos) y de los medios de comunicación en general, incluida esta columna.

Durante unas semanas hubo todo tipo de suspicacias sobre la veracidad de los datos que facilitaba la Comunidad de Madrid, pero hasta sus enemigos más acérrimos tuvieron que rendirse a la evidencia. Se puede dudar del manejo del número de contagiados, arguyendo que se hacen menos test; pero lo que no se puede manipular es el número de ingresos hospitalarios, los pacientes en UCI y los fallecidos. Y, de nuevo, los datos dicen que Madrid ha mejorado mucho en los últimos dos meses sin necesidad de cerrar el comercio y la restauración.

Navarra, que a finales de septiembre encabezaba con Madrid los rankings más negativos, también ha mejorado mucho, aunque menos que la comunidad capitalina, ha tenido que recurrir a medidas mucho más severas, como el cierre perimetral de la región y todos los restaurantes y bares desde el 22 de octubre.

Por tanto, sea por casualidad o porque la población se ha asustado y contenido voluntariamente, las estadísticas han rescatado a Isabel Díaz Ayuso desde el pozo del coronavirus para situarla como nuevo baluarte del PP. Los propios barones del PP, como es el caso de los presidentes de Galicia, Andalucía, Castilla y León y Murcia, que, como la generalidad, veían con asombro y perplejidad la actitud de Díaz Ayuso, guardan ahora respetuoso silencio.

Por si acaso la evolución de la pandemia no era suficiente, va el Gobierno de coalición (PSOE y Podemos) y firma un pacto con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que el líder independentista Gabriel Rufián presentó como un acuerdo para frenar “el paraíso fiscal de facto que la derecha se ha montado en Madrid”.

El punto 9 de dicho acuerdo señala: “El establecimiento de límites mínimos y/o máximos de gravamen efectivo puede evitar situaciones de competencia fiscal a la baja. Por ello, se acuerda la creación de un grupo de trabajo para analizar la reforma del impuesto sobre el patrimonio”. Con este relato están de acuerdo todos los presidentes autonómicos, pero pierde toda la credibilidad si lo defiende Rufián, que, además de no distinguir entre base imponible y cuota, lleva años gritando con el resto de independentistas aquello de “Madrid nos roba”. Entonces era el Madrid de Rajoy, hoy es el de Ayuso, no el de Sánchez, que es amigo.

Díaz Ayuso no podía esperar tanto del independentismo catalán. Inmediatamente ha salido para gritar: “No voy a permitir que los madrileños paguen con su esfuerzo las corruptelas independentistas. Seré la pesadilla de quien intente tocarle el bolsillo a los madrileños”. Le han regalado un dos por uno, que estamos en Black Friday, y rápidamente lo ha reinterpretado: Sánchez quiere robar a Madrid para dárselo a los indepes.

La presidenta madrileña ha demostrado con hechos contundentes que es la más sensible a los intereses del pequeño comercio y los horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías); tanto que en la plaza de Sant Jaume de Barcelona los dueños de los horeca catalanes se han manifestado para pedir a su Gobierno proindependentismo que le apliquen las medidas de Madrid, las de la españolista Ayuso.

Pablo Casado, que ya se la jugó apostando por ella como candidata, lo ha visto claro y meridiano. El domingo pasado eligió a Ayuso, y no al alcalde José Luis Martínez-Almeida, como su copiloto en la marcha automovilística por la Castellana de Madrid en contra de la nueva ley de educación y va camino de ser protagonista estrella en la campaña del PP a las elecciones catalanas. La pandemia ha cambiado todo. Los botiguers, a esos que tanto gusta dirigirse Ciudadanos (“los que levantan la persiana cada día”) o Vox (“la España que madruga”), resulta que suspiran por Ayuso.

El PP quiere estirar el clímax y monetizarlo en escaños en Cataluña, por eso no han querido ir juntos con Ciudadanos. El gran botín de votos que está en el aire es el millón de papeletas que cosechó Inés Arrimadas en diciembre de 2017, cuando fue la candidatura más votada, con el apoyo del 25,5% de los sufragios. Las encuestas apuntan a que el PSC-PSOE será el gran beneficiario del derrumbe de Ciudadanos.

El PP quiere verlo, y no es extraño puesto que los dos últimos meses todos los astros se han conjurado en su favor. Pero la política es muy caprichosa y de repente cambian los hados, que se lo digan a Rajoy en la sentencia de la Gürtel. A Ayuso le conviene recordar que sus mejores meses han sido en los que ha estado más callada. Que hablen los números.

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