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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La navaja de Occam: habrá luz al final del tunel

Afrontamos el final de año con prudencia tras haber logrado borrar las pérdidas en nuestras principales estrategias

Le va quedando menos a este 2020, aunque algunos pensamos que se nos va a hacer largo aún. Ciñéndonos únicamente al ámbito de los mercados y las inversiones, las siete semanas que nos quedan por delante serán muy importantes para salir bien en la foto finish. Como todos los lectores saben, hoy no hay ningún activo libre de riesgo que tenga retorno positivo. La liquidez cuesta dinero (-0,50% anual en Europa), los bonos de gobierno más seguros cotizan con rentabilidad negativa en todos sus plazos (incluso la deuda griega a dos años ya está con TIR negativa del -0,023%) y aún siendo muy seguros, un inversor que quiera una mínima rentabilidad tiene que asumir algo de prima de riesgo de periferia, en el caso del bono a 10 años español a cambio de una rentabilidad anual del 0,10%, o riesgo divisa para optar al 0,88% del bono a 10 años en Estados Unidos.

Esta situación de rentabilidades tan bajas, incluso negativas, nos hace ser tremendamente conservadores en cuanto a nuestras apuestas en bonos de gobierno. No vemos ningún valor y sí algunos riesgos.

Si subimos un escalón en cuanto a nivel de riesgo, nos adentramos en el mundo de los bonos corporativos. Después de un movimiento extremo, histórico, en unas pocas semanas del mes de marzo con repunte fuerte de TIRes y spreads, han sido los bancos centrales con sus bazukas en forma de programas de quantitative easing los que han devuelto las yields a mínimos históricos. En Europa, los bonos investment grade, los de mejor calidad, cotizan con una yield anual del 0,33% (hoy) y en el caso del high yield, que engloba a las empresas con mayor riesgo crediticio o de peor calidad, la rentabilidad en términos de yield se sitúa en un 3,97%. En el segundo caso, el riesgo de quiebras en un entorno de incertidumbre económica está aumentando.

En nuestra opinión, y aunque la búsqueda desesperada de rentabilidad y la enorme cantidad de liquidez que hay en el mercado son fuerzas muy poderosas, en este punto, preferimos ser prudentes con nuestras apuestas en renta fija, especialmente en aquellas de más riesgo, y reducir ligeramente las posiciones después de la recuperación espectacular que algunos bonos han experimentado desde los mínimos de hace 6 meses, en muchos casos de doble dígito.

Pasando ahora a la otra gran clase de activo, la renta variable, el año tiene sus alegrías y sus penas y pocas veces hemos visto semejante nivel de dispersión. Hemos hablado en alguna ocasión de que no conviene hacer una disección geográfica del universo de renta variable, sino más bien sectorial y, siendo más preciso, de algunos pocos nombres en concreto.

Durante los últimos meses, lo que ha funcionado es todo lo relacionado con el work from home. Tecnología y consumo discrecional se han llevado el gato al agua en cuanto a las preferencias de los inversores. Cada vez que hay malas noticias en nuestro entorno de epidemia, esta tendencia recobra fuerza y también lo hacen las cotizaciones de las compañías de estos sectores. Una cesta compuesta por cinco valores, siendo estos Apple, Amazon, Alphabet, Facebook y Microsoft, acumularía en el año una rentabilidad superior al 50%. Qué más se puede pedir. Pero no todo el mercado son las GAFAS (acrónimo de las 5 anteriores), ni todo es tecnología americana. Hay otras muchas realidades. En contraposición al work from home, está casi todo lo demás. Sectores como el financiero, autos, energía y todo lo que tiene que ver con afectados por el Covid (aerolíneas, hoteles, turismo, ocio, comercios minoristas, servicios de oficinas, etc.) presenta pérdidas abultadas en el año, que en algunos casos superan el 70%.

Por si nos faltaba emoción en este 2020, acabamos de pasar las elecciones americanas, donde diez días después todavía no se puede señalar de manera oficial al vencedor. Biden está muy cerca de ser el futuro presidente de los Estados Unidos, pero Trump seguirá dando guerra un poco más. Esta circunstancia, muy temida por los mercados a priori, ha resultado ser menos grave a posteriori, lo que nos lleva a pensar, de nuevo, en lo que complicado que es leer lo que hará el mercado aún resultando acertada la opción más probable. En este caso, que hubiera algo de lío.

Del calendario conocido de 2020, nos queda el remate de los flecos de la negociación del Brexit y seguir avanzando en la puesta en marcha del Plan de Recuperación de la Europa de los 27. No me atrevo a descartar sorpresas, visto lo visto.

Lo que está pasando en el mundo y en los mercados, nos lleva a tener que interpretar la realidad para poder plasmarlo en decisiones de inversión. El valor no está en explicar el pasado, sino en tirar para adelante y posicionar las carteras para el futuro. Asumiendo que no tenemos la bola de cristal, ante situaciones complejas nos gusta regirnos por el principio de la navaja de Occam, que dice que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”.

La explicación más sencilla hoy, por difícil que en ocasiones nos parezca, es que llegará un día en que podamos decir que hemos dejado atrás esta epidemia, al igual que lo es que pensamos que el mundo no va a desaparecer. Un buen catalizador será la aparición de una vacuna, que posiblemente serán varias al final, que nos ayuden a acortar los tiempos en la convivencia con el virus. Si las emociones del mercado nos sirven para medir el pulso de las emociones humanas, el mercado está deseando celebrar que hay luz al final del túnel. Lo hemos visto esta semana con la reacción ante los buenos resultados de los ensayos de la vacuna de Pfizer. El 9 de noviembre vimos subidas espectaculares en las cotizaciones de las líneas aéreas, hoteles, inmobiliarias, bancos y otros muchos valores machacados por el Covid. Pensamos que a pesar de estas subidas hay mucho valor en estos sectores, pero no seamos naïves, aún hay incertidumbre grande y veremos quizá amenazada la viabilidad de algunas empresas. Esto nos invita a ser cautos al recomendar a nuestros inversores que se lancen a sobreponderar estas ideas. Es importante también elegir la mejor manera de implementarlas.

Afrontamos el final de año con un posicionamiento prudente después de haber conseguido borrar las pérdidas en nuestras principales estrategias. Estamos reduciendo algo el riesgo de crédito y high yield tras las fuertes alzas. En renta variable, estamos empezando a incorporar algunas posiciones más cíclicas, pero aún con cuentagotas, ya que vemos que mientras haya que dar pasos atrás en cuanto a la movilidad de las personas, la recuperación económica se va a resentir y no es realista pensar que la vacuna llegará inminentemente. Después de haber mantenido un sesgo growth y de calidad en nuestra cartera de acciones que ha funcionado muy bien, también preferimos mantenernos algo infraponderados de cara a final de año y observar cómo evolucionan las cosas.

No obstante, a largo plazo, nos gusta recordar que apostar por resultados positivos tiende a pagar a lo largo del tiempo, y debemos estar ahí para aprovecharlos.

 Marta Campello es Socia y gestora de fondos de Abante

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