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Insolvencias
Tribuna
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Aprovechar la prórroga antes de presentar concurso

Una empresa con dificultades debe conformar un comité de especialistas

Últimamente se ha hablado mucho de qué sucederá cuando finalice la prórroga del gobierno para la solicitud de los concursos de acreedores, que se extiende hasta el 31 de diciembre. La mayoría esbozan una posible avalancha de empresas que, por la pandemia, hayan afrontado una situación de dificultad insalvable que les conduzca al juzgado. Sin embargo, en muchos casos, las compañías no han valorado todas las opciones a su disposición antes de llegar a ese punto.

Para empezar, es necesario señalar que un juzgado no es el entorno propicio para reflotar una empresa, sino un lugar para preservar derechos y resolver conflictos cuando no quede otra alternativa. Teniendo esto en cuenta, las compañías deben realizar un ejercicio de anticipación antes de acudir a la vía concursal, especialmente ahora, con varios meses por delante para analizar detenidamente la situación y tomar medidas adecuadas.

En primer lugar, una empresa con dificultades debe conformar un comité de especialistas, internos o externos, siendo esta última la opción más recomendable, debido al punto de vista más objetivo y menos emocional que aportarán sobre la problemática a tratar. Este grupo debe integrar conocimientos financieros, jurídicos y de comunicación y centralizar la toma de decisiones, de forma que se logre una mayor agilidad en la misma.

De forma paralela, cualquier empresa debe realizar una periódica revisión de sus ‘constantes vitales’, es decir, una previsión de tesorería a 90 días, analizar los indicadores de gestión, el establecimiento de suministros críticos, valorar la situación de las obligaciones tributarias laborales y societarias o verificar el cumplimiento de los aspectos formales relacionados con la contabilidad para aquellas compañías con cuentas no auditadas. De esta forma, no solo se evitarán las irregularidades involuntarias, sino que también se podrá conformar un sistema de alertas tempranas que avisen a la gestión de cualquier desviación del rumbo estratégico establecido.

Asimismo, es indispensable realizar una minuciosa relación de la documentación clave de la compañía, no solo para conocer profundamente el estado real de la misma, sino porque es una labor que, en caso de llegar a ello, también sería necesaria en el concurso de acreedores. Esta documentación puede poner de relieve factores a tener en cuenta para reajustar la dirección de la compañía antes de llegar al concurso.

Con estos elementos, es fundamental que un asesor experto ayude a elaborar o contrastar el diagnóstico inicial de la situación -como desplome de ingresos o incremento de gastos- y el objetivo a conseguir -como conseguir facilidades de los acreedores o cerrar ordenadamente el negocio en caso de que no sea viable-. El punto de vista externo aportará objetividad, en base al análisis de los datos, y ofrecerá alternativas más allá del frecuente exceso de pesimismo o incluso de optimismo por parte de unos gestores más vinculados emocionalmente al proyecto.

Habiendo llegado hasta este punto, el propietario tiene decidir: apostar por la continuidad de la empresa acometiendo una reestructuración o elegir vender o cerrar la compañía y dedicarse a otros negocios. Es necesario señalar que, incluso en este último caso, la presencia del asesor es fundamental para evitar riesgos para los gestores, así como que se realicen operaciones extrañas o actuaciones diferentes de la operativa habitual, que podrían ser anuladas y acarrear responsabilidades personales en caso de insolvencia judicial.

En caso de apostar por la continuidad del negocio, el comité de expertos, junto con el equipo gestor, deberán fijar un plan de viabilidad coherente con los datos que se han recogido anteriormente. Además, será necesario preparar un plan de liquidación, que será útil tanto si la estrategia fijada no funciona, como para convencer a los acreedores de que la negociación con la compañía será más beneficiosa que una liquidación.

En este sentido, si algo positivo nos ha dejado esta pandemia, es que no ha sido selectiva en su impacto a las compañías. Por ello se ha incrementado de forma generalizada la solidaridad y el espíritu negociador de los acreedores y, así, las posibilidades de obtener un acuerdo de refinanciación.

Por tanto, en este contexto, las compañías no deberían mirar al concurso de acreedores como el único camino posible, o como un final al que están abocados. Deben tomar el tiempo de descuento concedido durante los próximos meses para alcanzar un acuerdo de refinanciación, una propuesta anticipada de convenio o acordar la transmisión de alguna unidad productiva que se pueda salvar en un escenario de liquidación. En definitiva, es necesario hacer bien los deberes y acudir al juzgado solo para culminar los procesos anteriores o cuando no quede otro remedio, por la inviabilidad de continuar con la actividad empresarial. De esta forma, y permaneciendo allí el menos tiempo posible, conseguiremos también evitar un escenario de saturación como el que podemos encontrar a principios de año.

Félix Salgado, socio en PradaGayoso.

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