Una política económica eficaz frente a la segunda ola de la pandemia
El Gobierno debe liderar cuanto antes una estrategia dinámica de recuperación que no se limite a poner parches y cubrir goteras, sino que incluya ayudas adicionales eficaces
La crisis económica desatada por la lucha contra el Covid-19 está golpeando a las empresas españolas con extrema dureza, y no únicamente a las pymes, sino también a las cotizadas. El número de estas últimas que han cerrado el primer semestre del año con pérdidas suma el medio centenar, un 40% de las 124 que se negocian en el mercado oficial. Ese porcentaje se eleva hasta el 81% si se incluyen no solo las que han registrado números rojos, sino también las que han reducido sus ganancias en los primeros seis meses del año. El azote supera ya en ese periodo al provocado por la última gran crisis, que en el primer semestre de 2009 tiñó de rojo los números de 49 cotizadas.
La erosión en el negocio de estas empresas es la punta del iceberg del castigo inmisericorde que los largos meses de paralización de la economía ha infligido a la mayor parte del tejido empresarial español. La factura de la primera oleada de la pandemia incluye la ruina de miles de negocios, abultadas pérdidas empresariales y destrucción de puestos de trabajo, pese al efecto profiláctico que han tenido los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), bajo cuyo paraguas hay todavía alrededor de 600.000 trabajadores.
Las empresas, especialmente las de los sectores más duramente golpeados por las medidas de contención, como es el caso del ocio y el turismo, afrontan ahora la segunda oleada del virus y el oscuro horizonte que dibujan las nuevas restricciones a la movilidad decretadas dentro y fuera de España. A ello hay que unir la incertidumbre respecto a la prolongación de medidas como los ERTE o los créditos del ICO. Mientras la intención del Gobierno es prorrogar los primeros hasta después de Semana Santa, en el caso de los segundos, cuyo año de carencia termina entre abril y marzo de 2021, la patronal Cepyme instaba ayer con razón a ampliar unos plazos que son "claramente insuficientes".Desde el sector turístico, que asiste con comprensible desolación a una nueva cadena de confinamientos y restricciones que ha truncado sus intentos de salvar parte del ejercicio, se reclama también un plan de rescate con ayudas directas, tal y como ha sucedido en otros países europeos.
El Gobierno debe liderar cuanto antes una política dinámica de recuperación que no se limite a poner parches y cubrir goteras, sino que incluya ayudas adicionales eficaces y bien diseñadas capaces de ayudar a mantener a flote a un tejido empresarial abocado a afrontar en soledad los rigores de la segunda ola de la pandemia. Se trata de una tarea que no puede posponerse por más tiempo y cuya responsabilidad compete al Gobierno, que debe aspirar a responder a la crisis de forma activa en lugar de hacerlo a remolque.