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Kurt J. Zalto: “La artesanía necesita personas inteligentes”

Pertenece a la sexta generación de sopladores de vidrio y cree que es una profesión en auge

Pablo Monge

Hace tres años, dos amigos decidieron tratar de recuperar la desaparecida marca de vidrios Josephinenhütte, que fue propiedad de Villeroy & Boch. Solo se pusieron una condición para embarcarse de lleno en el proyecto: encontrar a un buen diseñador. Así salió el nombre de Kurt Josef Zalto (Austria, 1961), a quien consideraban el mejor soplador de vidrio del mundo. Aceptó entusiasmado. Pertenece a la sexta generación de sopladores de vidrio, un material al que le ha dedicado toda su vida y del que, explica, le apasiona su versatilidad y la creatividad que permite. Acaban de aterrizar en España, de la mano de Primeras Marcas, y a pesar del mal momento que atraviesa la hostelería, confían en el país como uno de sus mercados más importantes.

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R. ¿Cómo llega uno a ser el mejor diseñador de vidrio del mundo?
R. En realidad esto es algo muy sencillo: se consigue dibujando una copa de la que todos los sumilleres y vinicultores digan que es la mejor del mundo. Claro que no cabe duda de que, al final, esto son opiniones subjetivas. Para lograrlo también es necesario dedicarle toda una vida al material, al vidrio. Es necesario tener formación, un aprendizaje clásico, pero si, además de ello, tienes algo de talento y pones interés, las cosas fluyen mucho mejor.
R. ¿Es un oficio que se está perdiendo o existe la continuidad?
R. Es importante tener en cuenta el contexto. Si hablamos de artesanía de alto nivel, independientemente del material que se trate, siempre es difícil dar con colaboradores que pongan interés, amor y que estén dispuestos a implicarse a fondo con el material. Pero creo que en el futuro va a ser más fácil porque la gente joven tiene cada vez más interés en los materiales nobles que nos permiten crear cosas. Esto es también porque la vida se hace más lenta. Estamos hablando de artesanía de alto nivel, necesita a personas inteligentes. Si nuestra élite se limita a trabajar en administración, vamos a tener un problema.
R. Dice que el mundo se ha ralentizado, ¿cómo ha vivido la marca la pandemia?
R. Bueno, al principio de la pandemia los efectos fueron horribles porque los clientes más importantes son del sector de la gastronomía, y esta industria tuvo que cerrar, así que no tuvimos nuevas ventas. Por otra parte, sí que subió un poco el consumo particular, el doméstico. Pero esto se debe, en parte, a la acertada política de nuestros Gobiernos que no abandonaron a sus ciudadanos.
R. Ahora aterrizan en España, de la mano de Primeras Marcas, en un sector como la hostelería, que ha sido particularmente dañado.
R. Nosotros pensamos que tanto España como Italia son los mercados más importantes para nuestras copas, porque en los dos países hay una buena estructura, muy densa, de buenos restaurantes y explotaciones vitivinícolas. También hay una cultura del vidrio, lo que nos beneficia bastante. Nosotros hacemos las cosas bien y esa es la razón por la que hemos elegido a Primeras Marcas, habrá bastantes restaurantes que querrán conocer nuestras copas. Sabemos que, debido a los problemas económicos actuales, esto va a requerir su tiempo, pero yo creo que uno debería ser optimista. Yo no tengo miedo ni a nivel personal ni económico. Tenemos un dicho que dice que también puedes morirte de miedo.
R. ¿Cómo conviven tradición e innovación a la hora de crear las copas?
R. Si tenemos en cuenta que cada vez somos más sostenibles y empleamos menos energía para producir lo mismo, esto lo podríamos considerar innovación. Si nos fijamos en el proceso de producción en el soplado a boca, entonces estaríamos hablando de tradición porque es como tradicionalmente se han soplado las copas. Hay que tener en cuenta que estamos trabajando con un material con el que ya se trabajaba 4.000 años antes de Cristo. Eso lo hace muy especial. Pero sin innovación y sin las nuevas tecnologías no podríamos trabajar.
R. ¿Cómo se puede mejorar el diseño de algo que lleva utilizándose tanto tiempo?
R. Siempre se puede tener una idea nueva, variar la forma. El equilibrio de la copa, por ejemplo, es muy importante también. Nosotros seleccionamos los vasos que no cumplen nuestros altos requisitos de calidad, por ejemplo, los que no tienen este equilibrio perfecto, para que solo las copas perfectas lleguen al consumidor final. Seleccionamos bastante, la verdad. Somos muy consecuentes a la hora de hacer el control porque también somos conscientes de que no son copas baratas [el vaso cuesta 19 euros y la copa, 38 euros].

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