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Wall Street también vota en las elecciones de EE UU: ¿cómo le afectará el resultado?

Los inversores observan como mayor riesgo para la inversión a corto plazo un resultado reñido y no definitivo en la noche electoral

Donald Trump y Joe Biden en el debate televisivo del pasado martes
Donald Trump y Joe Biden en el debate televisivo del pasado martesGetty Images
Nuria Salobral

Los ciudadanos estadounidenses están llamados a las urnas el próximo 3 de noviembre, en unos comicios que irremediablemente tienen un alcance planetario y que, al menos en el corto plazo, prometen agitar el panorama de la inversión. Los sondeos apuntan a una victoria del candidato demócrata Joe Biden sobre el republicano Donald Trump, un cambio de signo político con importantes efectos sobre un país que llega a las elecciones en un clima de fuerte polarización, tras registrar numerosas protestas por la discriminación racial y en plena crisis económica y sanitaria a causa del coronavirus.

Pero el 3 de noviembre no solo se vota al futuro inquilino de la Casa Blanca durante los próximos cuatro años sino que también se renovará la totalidad de los miembros de la Cámara de Representantes, ahora dominada por los demócratas, y un tercio del Senado, de mayoría republicana. Los sondeos apuntan de hecho la posibilidad no solo de una victoria de Biden sino del conjunto del partido demócrata, con la renovación del control de la Cámara de Representantes y una mayoría en el Senado, lo que daría a Biden un margen de actuación sólido para sacar adelante su agenda política.

El resultado electoral y sus posibles efectos sobre la economía y los mercados no se medirán por tanto solo por quién será el nuevo presidente sino por el conjunto del equilibrio de poderes, en una noche electoral que promete estar plagada de incertidumbres.

Las elecciones de 2016, con la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton contra todo pronóstico, son un ejemplo aún fresco de cómo las encuestas pueden equivocarse. A la ecuación se ha sumado además el contagio por coronavirus de Trump, que va a trastocar por completo la campaña electoral. Los inversores ya reaccionaron a la noticia el viernes con nerviosismo ante una pandemia muy extendida que llega hasta la misma Casa Blanca y, también, ante unas quizá ahora mayores opciones de victoria para Biden.

El voto por correo será clave y, ante un resultado ajustado, puede no haber un ganador claro en la noche electoral

También se añade el factor de incertidumbre que supondrá el voto por correo como medida preventiva por la pandemia, una opción que los expertos consideran será más amplia entre los votantes demócratas que entre los republicanos y que puede arrojar un resultado en la noche electoral que no sea el definitivo. “Lo que más nos preocupa es que, con un resultado muy ajustado, con el enorme aumento del voto por correo –que podría ser recontado con retraso–, el resultado en la noche electoral acabe dando un vuelco en los días siguientes. La parte perdedora podría no reconocerlo, recurriendo ante el Tribunal Supremo y restándole legitimidad. Habría días, incluso semanas de incertidumbre. El capital político y el margen de maniobra de la nueva administración se resentirían, con implicaciones negativas para la economía y los activos financieros”, advierte Roberto Ruiz-Scholtes, director de estrategia en España de UBS.

Goldman Sachs cree que hay bastantes opciones de que el resultado pueda no quedar claro en la noche electoral. “Con un resultado reñido, el hecho de que el ganador no se conozca en la noche electoral puede derivar en litigios y en una volatilidad significativa en el mercado durante un período prolongado”, añade el banco estadounidense. Su previsión es que, en caso de que el resultado electoral sea recurrido y se retrase en el tiempo, el interés de la deuda soberana estadounidense descienda, en un movimiento de búsqueda de refugio, con una caída de 50 puntos básicos en el bono a 10 años.

La volatilidad del mercado podría acentuarse ante un resultado electoral poco claro, si bien ya la sola celebración de los comicios en EE UU inyecta dosis de nerviosismo entre los inversores, que vigilan con atención el programa electoral de Joe Biden. Con el mandato de Trump, la Bolsa estadounidense ha registrado un rally que solo el estallido de la pandemia ha logrado truncar, si bien Wall Street remonta el 50% desde los mínimos de marzo y las grandes tecnológicas del Nasdaq mantienen casi intacta su aureola entre los inversores.

Biden propone la reversión parcial de la rebaja fiscal
de Trump que tan bien recibida fue en Wall Street

La agresiva política de Trump hacia China y la amenaza constante de guerra comercial ha sido un factor de inestabilidad para las Bolsas mundiales –en menor medida para la estadounidense– y no llega a deslucir en el ánimo de los operadores el efecto positivo que tuvo sobre Wall Street la rebaja de impuestos de Donald Trump.

La inquietud por los impuestos

La subida de impuestos a las empresas que plantea en su programa Joe Biden es sin duda el punto que más inquieta a los inversores. “La política fiscal es especialmente sensible para el mercado. Cualquier alza tributaria podría suponer una presión vendedora sobre la Bolsa”, señalan desde Citi.

Biden propone revertir en parte la reforma fiscal de Trump, elevando del 21% al 28% el impuesto sobre sociedades –con un tipo mínimo efectivo del 15%– y también algunas subidas para las rentas más altas y en sucesiones. Aun así, no regresaría al tipo del 35% vigente en el mandato de Obama y debería contar en cualquier caso con la mayoría legislativa necesaria para cambiarlo. “Si los demócratas vencen en el Congreso, es probable que los precios de las acciones de EE UU descuenten el aumento de los impuestos a las empresas. Esto reforzaría el atractivo de las acciones no estadounidenses, especialmente si va acompañado de una reducción de las fricciones comerciales. Por otro lado, si los republicanos mantienen el control del Senado, es poco probable que se aprueben reformas fiscales”, concluye Sean Markowicz, responsable de estrategia, estudios y análisis de Schroders.

En UBS calculan que el alza fiscal de Biden podría reducir entre un 5% y un 8% los beneficios empresariales en EE UU, lo que sin duda pesaría en los mercados. Pero apuntan también a que ese efecto quedaría compensado en buena parte por el impulso económico de los planes de transición energética y de insfraestructuras y a que con Biden se reduciría la incertidumbre sobre la política comercial y la relación con China. En definitiva, “una victoria demócrata sería ligeramente positiva para la economía y bastante neutral para las Bolsas”, añaden desde la entidad suiza.

Ninguno de los candidatos plantea una amenaza seria para la posición de dominio de los gigantes tecnológicos

Además, como apuntan desde la gestora Western Asset, Trump tampoco podría ser ajeno a una subida de impuestos. “Podría resultar inevitable en el futuro en vista de la gravedad de la crisis económica provocada por el Covid-19 y de los niveles récord que muestra actualmente el déficit presupuestario estadounidense”, aseveran.

Hay en todo caso un grupo claro de sectores especialmente sensibles a los programas electorales de Biden y Trump. Así, el cambio climático y la atención sanitaria son claros campos de batalla electoral. “Al mercado le preocupa el impacto que podría tener una victoria demócrata en el precio de los medicamentos y el sector sanitario podría verse presionado porque es probable que el partido abogue por reducir el precio de los medicamentos, como lleva haciendo sistemáticamente desde principios de los noventa”, señala Paul Markham, gestor de carteras de renta variable global en Newton, parte de BNY Mellon Investment Management.

Desde Schroders señalan que se espera que Biden cree además una opción de seguro médico público para competir con las empresas privadas. Su política sería desfavorable a las farmacéuticas y las aseguradoras, “pero seguiría requiriendo la aprobación del Congreso”, recuerdan.

La gran oportunidad para las renovables

En cuanto al cambio climático, la división entre Trump y Biden es rotunda. El presidente Trump ha anunciado su intención de retirarse del Acuerdo de París sobre cambio climático de las Naciones Unidas, y el próximo dirigente de EE UU decidirá en última instancia el rumbo en cuanto a sostenibilidad de la mayor economía del mundo. Un triunfo de Trump sería todo un respiro para la industria petrolera y la victoria de Biden sería en cambio “el aldabonazo definitivo para que la gran mayoría de países tome medidas decididas en ese sentido y que los inversores se convenzan definitivamente de que la transición energética va en serio”, añade Ruiz-Scholtes. No en vano, en su programa electoral el candidato demócrata propone un ambicioso plan de infraestructuras de dos billones de dólares a cuatro años para impulsar la energía limpia en los sectores de transporte, electricidad y construcción.

La tecnología es otro de los sectores en el foco, aunque a un nivel mucho más secundario. Las críticas demócratas al enorme poder de los gigantes de Silicon Valley hacían temer que una victoria de Biden trajera algún tipo de regulación antimonopolio. Sin embargo, el candidato demócrata no tiene una posición beligerante hacia el sector y, al igual que Trump, no pierde de vista la importancia que la tecnología está teniendo para los ciudadanos durante la pandemia.

¿Hay mayor riesgo entonces para los mercados ante una victoria de Biden? No en opinión de Schoders, donde señalan que el mejor escenario para la inversión sería el statu quo fiscal y en deshielo de las relaciones internacionales. “La percepción de que una victoria de Biden sería un mal resultado para los mercados no está corroborada por el historial de los presidentes demócratas”, añaden. Es más, legislar contra Wall Street es de hecho bastante improbable y, como recuerdan desde Capital Group, “la historia revela que las acciones han prosperado fuera cual fuera la composición del Congreso”.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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