La cartera en verano: la importancia de la perspectiva
En este entorno hay que tener cuidado con las valoraciones y con los múltiplos en los que nos fijamos
En junio y julio, cuando empezamos a pensar en las vacaciones, es muy frecuente que los inversores se pregunten cómo preparar sus carteras para el periodo estival. Y en agosto, cuando los volúmenes de negociación bajan y lo que al principio parecía un mes tranquilo nos sorprende con un movimiento brusco, o cuando parece que no sucede nada a pesar de las noticias que creemos que pueden afectar a las cotizaciones, de nuevo surgen las dudas: ¿Será el momento de vender o de comprar? ¿Estoy perdiendo una oportunidad?
Al final, la duda (no solo en verano) es cómo construir una buena cartera de inversión. Y no hay una fórmula mágica. Pero sí hay unas reglas básicas para evitar errores importantes, hay oficio, perspectiva, paciencia, análisis y trabajo en equipo. La experiencia nos ha enseñado la importancia de tener una filosofía de inversión sólida, de construir carteras globales, diversificadas (por tipo de activo, por región geográfica y por estilo de inversión) y robustas, para conseguir unos resultados consistentes. Es importante aprovechar las subidas, pero lo es más proteger las carteras en las caídas.
Decía George Soros que las buenas inversiones son aburridas y Paul Samuelson, que la inversión debería parecerse más a ver crecer el césped que a algo emocionante (para emociones, comentaba, mejor ir a Las Vegas). La mejor inversión no es siempre la más sexy. Y esperar durante años para ver que tenemos el jardín que buscábamos es complicado, porque a las personas nos puede el corto plazo, las emociones del hoy. Lo hemos comentado en otras ocasiones en esta tribuna: para generar buenas rentabilidades en el largo plazo, la mejor estrategia es permanecer invertidos y evitar la tentación de hacer market timing, porque entonces será muy probable que acabemos dejándonos llevar por el efecto manada.
Y ¿cómo construimos esas carteras globales, diversificadas, robustas y que estén siempre invertidas? Con un estilo de gestión que pone el foco tanto en las oportunidades como en la gestión del riesgo, porque tan importante es ganar como no perder. O, dicho de otra forma, siendo valientes en entornos complicados para encontrar buenas oportunidades de inversión y siendo prudentes cuando hay excesivo optimismo para proteger nuestras carteras.
Warren Buffett decía que hay que ser avaricioso cuando el mercado es pesimista y cauteloso cuando el mercado es avaricioso. Uno de los grandes errores que comete un inversor suele ser vender en el peor momento y comprar cuando parece que no va a parar de subir. Si te pierdes los mejores días de la Bolsa, que suelen ser cuando las cosas están muy mal, cuando los precios están bajos, tu rentabilidad a medio largo plazo se resiente mucho.
Por eso, para construir una cartera robusta que nos dé resultados consistentes en el largo plazo y que nos permita ir navegando por los diferentes entornos de mercado es fundamental tener un estilo de gestión flexible y ágil. El fondo de fondos es la herramienta que nos permite esta construcción, gestionar dónde hay que estar en cada momento y con quién hay que estar, proteger la cartera y modular las inversiones de forma eficiente. Elegir qué fondos incluir en cartera es el resultado de un buen análisis cuantitativo reforzado por un exhaustivo análisis cualitativo.
La parte cuantitativa suele parecer más obvia, analizar la evolución histórica del fondo en términos de rentabilidad y riesgo a través de diferentes indicadores. Pero este análisis hay que ponerlo en contexto, añadirle perspectiva, para entender, por ejemplo, si un fondo lo hizo bien en el pasado porque el activo tuvo muy buen comportamiento o por la habilidad del profesional a la hora de elegir cómo apostar por dicho activo.
Sin embargo, la parte cuantitativa no es suficiente, no nos ayuda a determinar si esos resultados del pasado se podrían repetir en el futuro. ¿Cómo toma las decisiones el gestor? ¿Cómo reacciona ante diferentes eventos del mercado? Conocer las respuestas a estas preguntas nos ayuda a dar más o menos margen a la evolución de un fondo, tener paciencia con un gestor que lo puede hacer bien en el medio o largo plazo, aunque en el corto esté atravesando un mal momento, por ejemplo.
Como decimos en Abante, elegir bien qué fondos incluir en cartera es una combinación de ciencia y arte, una combinación que se basa en la experiencia, en el desarrollo de una metodología contrastada, en el trabajo en equipo. Porque, como decía Michael Jordan, para salir de las citas de mercados, el talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos.
Entonces, ¿en este entorno qué hacemos? En estos momentos creemos que hay que tener cuidado con las valoraciones y los múltiplos en los que nos fijamos, dado que nos encontramos en un entorno único y excepcional como consecuencia de la pandemia de Covid, que ha paralizado las economías durante el segundo trimestre.
Por eso, y partiendo de la base de que hay que plantear las inversiones y construir las carteras con la vista puesta en el largo plazo, creemos que es preferible mirar más allá de este año cuando analicemos los diferentes indicadores. Y, por ello, nuestro posicionamiento es prudente, con estructuras de coberturas en nuestras carteras de fondos de fondos, con preferencia por los fondos que invierten en compañías globales de calidad, con crecimientos sostenidos y balances financieros sólidos.
¿Qué hago con mi cartera en verano? Si hemos construido una cartera de inversión pensada para conseguir la rentabilidad que necesitamos en el medio y largo plazo, en el corto deberíamos permanecer invertidos e ir haciendo ajustes en función de los movimientos de los mercados, con perspectiva, no solo en verano, sino los doce meses del año. Volviendo a Buffett: “Los mercados financieros están diseñados para transferir dinero del impaciente al paciente”. Por eso, al saber hacer y a la perspectiva hay que añadirle siempre paciencia.
Ángel Olea es socio y director de inversiones de Abante