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La COVID-19 impulsa nuevas vías de colaboración entre competidores

La necesidad de protegerse y de fortalecerse ante la incertidumbre derivada de la crisis sanitaria y económica multiplica las alianzas empresariales entre rivales directos

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La colaboración empresarial no es una práctica nueva. El aprovechamiento de las sinergias, la creación y la puesta en común del conocimiento, la reducción de costes y de tiempo son algunos de los motivos por los que puede resultar interesante llegar a acuerdos entre diversas compañías, incluso con competidores directos. Sin embargo, todavía cuesta ver ejemplos de colaboración entre compañías de un mismo sector o negocio.

La buena noticia es que, tal y como apunta Fernando Castelló Sirvent, economista y profesor de ESIC Business & Marketing School, la mentalidad empresarial española está cambiando. “En los años sesenta o setenta era imposible pensar en colaborar con tu competidor, cuanto más lejos estuviese de ti mejor, pero por fortuna en los últimos 10 años se ha abierto esta puerta”, señala. No obstante, aclara que todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo si nos comparamos con países como Estados Unidos o Reino Unido.

La primera gran experiencia en cuanto a círculos de colaboración es la aparición de las aceleradoras de startups, que poco a poco se han ido verticalizando y orientando a grandes corporaciones. “Se trata de ecosistemas de innovación en los que muchas veces se involucran directivos de grandes empresas y que permiten avanzar de una manera distinta y muy rápida”, precisa Castelló.

En los últimos años se ha vivido una auténtica fiebre de estos centros que aglutinan de media unas 20 empresas de base tecnológica. Su mayor auge se ha producido en Barcelona y Madrid, pero también en Valencia.

“Para poder competir se requiere de innovación abierta y propia, y el impulso de proyectos de emprendedores permite hacerlo de una forma rápida y económica”, explica el docente de ESIC Business & Marketing School.

Lo cierto es que, aunque en un principio la competencia no se visualiza de forma tan directa, a la larga, si la startup prospera puede convertirse en un jugador imprescindible dentro del mercado. Por ello, aunque en las primeras etapas todo se limita a la colaboración, cuando llega la segunda o la tercera ronda de financiación, los competidores grandes suelen adquirir participaciones e incluso comprar la sociedad por completo.

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Una segunda vía de cooperación es la puesta en común de recursos para lograr un objetivo que trascienda a la organización. “Se trata de la colaboración más honesta e integral, que piensa en la repercusión positiva de la compañía en tres grandes esferas: economía, sociedad y medio ambiente”, explica Castelló. Durante la pandemia de la COVID-19 se han visto grandes ejes de colaboración, por ejemplo, a la hora de suministrar material sanitario o para asistir a los más necesitados. “Se trata de apoyarse en otros para llegar donde tú solo no podrías”, apunta el economista.

El pasado mes de marzo, por ejemplo, un grupo formado por unas 25 pymes del sector textil en Galicia se unieron para fabricar material de protección sanitario. La coordinación se realizó por el Instituto Gallego de Promoción Económica (Igape) de la Xunta y la gestión a través del Clúster del Textil (COINTEGA). Se centraron básicamente en el suministro de batas, mascarillas, delantales y gorros. Otro caso es el de las fábricas de calzado de Valverde del Camino, en Huelva, que se juntaron para confeccionar mascarillas de doble capa con filtros.

Esta unión entre compañías también se vio en grandes cotizadas, que coordinaron la compra e importación de material. En el sector de la alimentación, PepsiCo, The Coca-Cola Company, Kellogg´s, Mars y Mondelēz unieron fuerzas para crear en México el proyecto #MiTiendaSegura, que pretendía promover a los pequeños comercios locales y ayudar a los vendedores a mantener sus tiendas abiertas durante la pandemia.

“En este bloque también entrarían las alianzas entre grupos farmacéuticos para desarrollar una vacuna que ofrezca una solución a la pandemia”, refiere Miguel Córdoba, profesor de Economía Financiera de la Universidad CEU San Pablo. Aunque existe una pequeña diferencia con los anteriores ejemplos, ya que “no solo se trata del bien común sino de que esta unión puede generarles mucha rentabilidad, además de reputación”, matiza.

Se trata por tanto, de una estrategia 'win-win' en la que todas las partes salen fortalecidas. Es el caso de la alianza de Sanofi con GSK, o de BioNTech, Pfizer y Fosun Pharma. Incluso hasta fuera de este sector, Mark Zuckerberg y Bill Gates han juntado sus fuerzas para financiar una vacuna contra la COVID-19.

La plataforma Aúna360, de reciente fundación, también es un ejemplo de esta modalidad de cooperación. Impulsada por Trinidad Cabrera, cuenta con 19 empresas, cada una especializada en un sector, que se han unido durante la actual crisis para facilitar la vida a pymes aportándoles todos los recursos que puedan necesitar para salir adelante: protección de datos, seguros, ecommerce, transformación digital, servicios de limpieza y asesoría jurídica.

“Yo sé mucho de lo mío, pero hay personas que me superan en otros conocimientos. Al comienzo de la pandemia me di cuenta de que combinando fuerzas seríamos más fuertes”, explica Cabrera. Aúna360 está integrado por numerosos especialistas, desde jóvenes expertos en SEO y SEM (posicionamiento en buscadores) hasta experimentados abogados.

Al modo de ver de Cabrera, la colaboración empresarial es esencial en el mundo de la pequeña y mediana empresa. “Si todos unimos nuestras fuerzas, ya no solo a nivel empresarial sino también personal, saldremos más fortalecidos. No se me ocurre un futuro mejor”, asegura la empresaria. “Juntos somos un ejército de pequeños 'Davides' que forman un ejército fuerte para vencer a Goliat”, realza Cabrera en el Podcast de Banco Sabadell Fórmulas que suman: la cooperación entre empresas.

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Una tercera vía de colaboración entre competidores se encuentra en empresas que comparten riesgos para lograr un objetivo común. “Para estos casos, lo más normal es crear una joint venture”, puntualiza Castelló. Se puede ver, por ejemplo, a la hora de crear plataformas logísticas para exportar a una nueva región o país o cuando se pretende lanzar un nuevo producto en el mercado. “Se trata de llegar juntos a lugares donde en solitario sería muy complicado y de incrementar exponencialmente las posibilidades de éxito”, afirma Córdoba.

La empresa multinacional Ford, por ejemplo, puso esta tercera vía en práctica cuando a finales de 2019 se unió al fabricante de automóviles indio Mahindra para el desarrollo, comercialización y distribución de coches de la marca estadounidense en India y en otros mercados emergentes. Recientemente, en mayo, Telefónica y Liberty Global crearon en Reino Unido un operador integrado de servicios fijos y móviles.

A menor escala, este tipo de alianza es muy común entre bodegas, pequeñas empresas tecnológicas o autónomos. “Las ventajas son muy claras, se minimizan riesgos y se amplían las capacidades de cada uno de los socios. Juntos se puede ganar más que por separado”, insiste el profesor de la Universidad CEU San Pablo.

Más allá de una unión puntual

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Es una realidad generalizada que las empresas se encuentran ante la necesidad de fortalecerse, no sólo aquellas vinculadas a los sectores más afectados por la crisis actual, sino también aquellas que quieren protegerse de la incertidumbre en la actividad y el consumo.

Juan Alberto Sánchez Torres, profesor del Máster de Corporate Finance y Banca de Inversión del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), resalta que son muchas las corporaciones que se encuentran explorando oportunidades de fusión, ya que ven en las sinergias resultantes de estas operaciones la estrategia más adecuada para gestionar los retos y amenazas de la crisis, siempre y cuando la suma resulte en que, efectivamente, “uno más uno es más que dos”.

“Esta sinergia positiva, en la cual el todo supera la suma de las partes es, junto con la gestión de la gobernanza de la organización resultante, el principal requisito del éxito de la integración empresarial”, indica Sánchez Torres.

Precisamente ahora, según el experto, es el mejor momento para considerar estas transacciones. “Las compañías mantienen una situación financiera razonablemente buena, favorecida por el auxilio de las líneas ICO. Más adelante, si la situación persiste a largo plazo o incluso empeora, quizás sea tarde para este tipo de iniciativas, ya que, en lugar de integrar dos compañías solventes, estaremos sumando problemas”, advierte el profesor. Por eso, vaticina que en los próximos meses resurgirá la actividad de fusiones y adquisiciones, especialmente en el año 2021.

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La conveniencia de asociarse con una ‘startup’

Por un lado, la COVID-19 está propiciando cambios en los hábitos de consumo, los cuales modifican el modelo económico de numerosos sectores. Un ejemplo es la necesidad de adaptar la oferta a una mayor demanda online o las estrategias de marketing a la nueva demanda digital. Por otro lado, como ya ocurrió en la crisis de 2008, se hace imperativa la necesidad de aumentar la presencia internacional y no depender únicamente de la demanda local.

En este entorno cambiante, que lleva a un nuevo paradigma de consumo y de relación con los clientes, el papel de las startups innovadoras se antoja decisivo. Es por ello por lo que puede resultar interesante e incluso vital aliarse con “aquellas compañías que, por ejemplo, a través de la innovación digital, como la inteligencia artificial, el big data, el blockchain… aporten soluciones tecnológicas que permitan adaptarse lo más rápidamente posible a los cambios del mercado”, defiende Sánchez Torres, profesor del IEB. Las compañías que decidan dar el paso y asociarse con este tipo de empresas conseguirán, según el experto, una ventaja competitiva fundamental.

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