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España internacional

La internacionalización de la industria es un pilar fundamental como palanca para una salida y recuperación de la crisis

Un pescador pasea por el puerto de Burela, en Lugo, este domingo.
Un pescador pasea por el puerto de Burela, en Lugo, este domingo.Eliseo Trigo (EFE)

Dentro de mi programa de reconstrucción de la economía española que he denominado España 5.0, hacia un nuevo modelo de reindustrialización, en esta última entrada abordaré el quinto eje del plan y que se centra en la internacionalización de nuestra industria. Se trata de un pilar fundamental como palanca para una salida y recuperación de la crisis lo más rápidamente posible y pasa inevitablemente por aumentar el volumen de nuestra economía y empleos, para ocupar un lugar más acorde a nuestras capacidades y realidad en el comercio exterior.

Para ello, debemos ampliar significativamente el número de empresas con actividad internacional, incorporando empresas de tamaño mediano y pequeño, muy numerosas en nuestro tejido productivo, y asegurando su continuidad en la actividad internacional. Hay que impulsar la innovación de nuestras compañías, pues las más innovadoras son las que más exportan o reciben inversiones extranjeras. De la misma forma que es imprescindible apostar por nuestro talento, desarrollarlo y crear empleo de calidad con perspectiva global y apoyarse en el impulso a la sostenibilidad con energías renovables, las nuevas tecnologías y la digitalización extrema para afrontar el proceso con mayor agilidad y contención de costes, colaborando con todo el ecosistema. En definitiva: CRECER – DIVERSIFICAR – TALENTO – INNOVACIÓN – ALIANZAS.

PIB a precios de mercado
PIB a precios de mercado

A todo lo anterior, se le debe sumar los distintos estímulos económicos de los gobiernos, junto con la ayuda institucional, que serán vitales para acelerar nuestro papel en el comercio internacional.

Como hemos visto estos meses la COVID-19 ha traído, entre otras medidas, el cierre de fronteras mostrando que muchos países tenían una fuerte dependencia de mercados exteriores. Y lo que para unos era un problema, para otros era una oportunidad para que la crisis les impactase algo menos y que la recuperación pueda ser más rápida.El 77,4% de las empresas españolas con actividad internacional indican que la covid-19 ha impactado de manera negativa a corto plazo en su actividad de comercio exterior, principalmente por las restricciones de movilidad que han impuesto los países y por la caída de la demanda exterior derivada de la recesión económica.

Tenemos muy reciente la última crisis de 2008, lo que nos sirve de referencia del impacto que tuvieron ciertas medidas para acelerar la recuperación, siempre con la base de que la crisis actual es distinta a la anterior. El sector exterior desempeñóun papel clave como motor de la recuperación, como se observa en la siguiente gráfica del INE sobre la evolución del PIB, en el periodo 2008-2013 la demanda externa contribuía de manera positiva al PIB nacional, mientras que la demanda interna lo hacía de manera negativa.

Efectivamente, vemos que existe una correlación entre el crecimiento del comercio internacional y del PIB del país, actuando la actividad internacional de las empresas como elemento “atenuador” en algunos casos.

España y su papel en el comercio internacional / sector exterior

El comercio internacional de bienes y servicios en España viene creciendo de manera continuada los últimos años (ligera caída en 2019) alcanzando los 334 mil millones de euros, lo que representa más del 30% del PIB español y nos sitúa en 16ª posición a nivel mundial por volumen económico. Según el Real Instituto Elcano, uno de cada cuatro puestos de trabajo en España depende de la demanda exterior, alrededor de unos 4,7 millones de empleos.

Las empresas con participación extranjera (IED, Inversión Extranjera Directa), vitales para nuestra internacionalización, dan empleo directo a unos 1,5 millones de personas y otras tantas de manera indirecta. Más del 40% de las exportaciones españolas corresponden a entidades controladas por capital extranjero que superan la cifra de 14.000 empresas. Según la OCDE, España es el décimo país del mundo que acumula mayor stock de inversión extranjera directa (en 2018 suponía más de 659 mil millones de dólares).

Según Harvard Deusto, la economía española es la 13.ª inversora a escala mundial, con cerca de nueve mil compañías instaladas en el extranjero, especialmente en la Unión Europea y América Latina. Somos el segundo inversor extranjero en Latam y UK, sólo por detrás de Estados Unidos.

Ranking de los países por destino de importación
Ranking de los países por destino de importación

En definitiva, en España hemos vivido con más intensidad los procesos de internacionalización en los periodos de salida de crisis como por ejemplo la expansión a América Latina a finales de los 80 y los 90, la posterior entrada en Europa y EE.UU. con operaciones de M&A (Merger and Acquisition) de primer nivel en sectores estratégicos como el energético, telecomunicaciones o banca y construcción. Tras la crisis de 2008 el perfil fue más de globalización a mercados con costes de producción más bajos (por ejemplo en China), si bien recientemente se observa una contracción, dándose un paso hacia el acercamiento de los procesos productivos al país de origen o próximos, en fenómenos conocidos como la relocalización (reshoring) y la regionalización, en línea con lo que detallaba en el eje España Continua. Todo ello ha ido labrando una imagen de marca-país que debe ser un valor a la hora de afrontar esta nueva etapa de internacionalización.

Más del 60% de los ingresos de nuestras empresas cotizadas procede del exterior. Y tenemos unas 53.000 empresas que exportan bienes y servicios anualmente. Y las que han dado el paso a establecerse fuera de nuestras fronteras, lo han hecho con vocación de permanencia, con independencia del ciclo económico en que esté el país. En estos momentos de tránsito, las preferencias internacionales de nuestro país son Francia, EE.UU., China, México, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Australia.

El perfil de nuestras empresas exportadoras

Como decía antes, tenemos unas 53.000 empresas que, de manera regular, tienen presencia internacional mediante procesos de exportación, implantación de sedes en el exterior y receptoras de inversión extranjera directa. El perfil de las empresas exportadoras españolas sigue una distribución similar a la del Principio de Pareto, es decir, tenemos un gran número de empresas que exportan muy poco, de manera irregular, mientras que un grupo más reducido de empresas, generalmente las de mayor tamaño, concentra el mayor volumen. En 2019 el 67% del total exportado en España fue realizado por solo 1.000 empresas.

Según el Real Instituto Elcano, un aumento del 1% en el tamaño empresarial incrementa la probabilidad de exportación un 5%, cuanto mayor es una empresa, mayor es su productividad y más probabilidades tiene de exportar. Según los últimos datos disponibles, en España solamente un 30% de las empresas con una plantilla inferior a 200 trabajadores desarrolla actividades de exportación.

Como hemos visto, el tamaño es una variable relevante en los procesos de internacionalización, pero no la única que caracteriza el perfil de nuestras empresas. El I+D+i, la disponibilidad de obtener financiación, la gestión del talento o la estructura de la compañía (p.ej. % de IED) son otras de las características que definen a nuestras empresas internacionales.

Gracias al buen desempeño en esos atributos, como resalta BBVA Research, las empresas exportadoras presentan niveles de productividad adecuados y de capital físico real por empleado superiores, dependen en mayor medida de trabajadores cualificados en su estructura productiva, y son más proclives a invertir en actividades de I+D y en adopción de tecnología extranjera.

En promedio, alrededor del 80% de las empresas que reportaron innovaciones en el año, bien en producto bien en proceso, fueron además exportadoras durante el año.

Las empresas españolas han apostado vigorosamente durante las últimas décadas por la inversión productiva en el exterior, como vía para consolidar y expandir su crecimiento, aumentar su productividad o acceder a nuevos mercados y recursos (tecnológicos, humanos, financieros, etc.). Según el Atlas de Complejidad Económica, elaborado por el Laboratorio de Crecimiento de Harvard, España exportó en 2018 mercancías por valor de 328 mil millones de dólares, y servicios por valor de 150 mil millones de dólares, siendo turismo y viajes los que más cuota representan del total (un 15,37%), seguidos de la automoción y agricultura, ambos con más de 63.000 millones de dólares de volumen económico. La industria textil y la siderometalurgia, también relevantes, contribuyen un tercio que los dos anteriores.

Con respecto a la cuota de mercado mundial en exportación, los sectores en los que tenemos mayor peso coinciden con los anteriores, automoción, agricultura y servicios.

Cuota de mercado mundial de España en exportación por sectores (2018) – Fuente Atlas of Economic Complexity

Pero a pesar de esto, la evolución de la complejidad (entendida como riqueza) de la economía española ha disminuido gradualmente en las últimas décadas, pasando de la decimoctava a la trigésimo segunda posición (de un total de 132 países). Por ello en estos momentos la previsión de crecimiento de España para la próxima década se sitúa en la mitad baja del total de los países, tendencia que entre todos debemos revertir lo antes posible.

Retos en el nuevo escenario de internacionalización

Los principales retos que esta nueva crisis global nos plantea en los escenarios de internacionalización son varios, destacando que a nivel local la demanda nacional disminuye, con las implicaciones que eso supone en reducción de caja para afrontar procesos de crecimiento exterior. Los países desarrollados, principales clientes de nuestras exportaciones, también se han visto afectados en esta crisis, haciendo más difícil poder crecer en esos mercados.

Según la Organización Mundial del Comercio, hay una relación directa entre crecimiento del comercio exterior y el crecimiento del PIB de los países, y por ello esta crisis supondrá una caída del comercio internacional de entre el 13% y el 32% en 2020. Igualmente se verán afectadas las inversiones extranjeras que se contraerán significativamente, pues según previsiones de la UNCTAD sobre los flujos de inversiones extranjeras directas podrían disminuir un 30%-40% en el periodo 2020-2021 a nivel mundial.

Sabemos que las empresas más innovadoras son las que mayores capacidades y predisposición tienen para la exportación. Sin embargo, la evolución del gasto en I+D en España no es positiva. La inversión en I+D+i en España en 2018 fue aproximadamente la misma que se realizó diez años antes, unos 14.900 millones de euros, un 1,24% del PIB muy lejos del objetivo del 2%.

Además, existe un desequilibrio entre el sector privado y el público en lo que a inversiones en I+D+i se refiere. Mientras que la inversión en I+D del sector privado creció hasta alcanzar los 8.500 millones, destaca negativamente que apenas un tercio de la inversión pública en I+D+i presupuestada en 2018 fue finalmente ejecutada. Es decir, al sistema solo llegó un euro de cada tres previstos (fuente https://cotec.es/presupuesto-ejecutado-idi-2017-estado/ ).

Gasto en I+D (%PIB) – España – 2018 (Fuente Informe COTEC)

Por último, hay que abordar el tema del talento. La ausencia de una estabilidad y previsión inversora en I+D+i ha supuesto una disminución alarmante de investigadores, pocas patentes licenciadas con respecto a las publicaciones científicas existentes y el número de spin-off universitarias no termina de arrancar. Todo ello hace que nuestros jóvenes investigadores y personal cualificado desgraciadamente apueste por buscar un futuro fuera de nuestras fronteras.

Según el Global Talent Competitive Index de 2020, España está en una discreta 32ª posición, muy por detrás de los principales países europeos. En los 6 pilares que categoriza, nuestra puntuación es muy baja, penalizándonos aspectos como nuestro marco laboral, elevado número de universitarios desempleados, poca capacidad para atraer y retener talento. Sin embargo, España si que tiene muy buena puntuación en estudiantes en educación superior, algo que valoran mucho las empresas extranjeras, lo que nos permite ocupar la 6ª posición.

Oportunidades a través de la internacionalización

Los retos mencionados en el punto anterior no son menores, si bien creo que en España tenemos las capacidades para afrontarlos de manera decidida. Además, teniendo en cuenta las previsiones de crecimiento negativo de las economías mundiales para 2020, debemos prepararnos ahora más si cabe, pues como hemos visto en anteriores crisis, tras las disminuciones iniciales después viene el cambio de tendencia.

En concreto para el comercio internacional, por un lado su volumen es muy significativo, y se espera que en 2021 se incremente notablemente. Por otro lado, las tecnologías y digitalización que cada vez llegan a más empresas hacen que los procesos de exportación, venta, posicionamiento de marca, etc. sean más agiles y globales. Por último, el esfuerzo que ya han comenzado a hacer todos los gobiernos con sus planes de estímulos para reactivar la economía y cuyo impacto no será menor en el comercio internacional.

El volumen del comercio internacional mundial de las exportaciones de mercancías en 2019 fue de 18,89 billones de dólares según la WTO, y eso teniendo en cuenta que se redujo el 3% vs 2018. El peso de nuestro país es aproximadamente el 1,7% de ese volumen, por lo que incrementar nuestra cuota en el mercado mundial, por poco que logremos subirla, puede suponer un gran salto en valor absoluto para nuestra economía. A modo de ejemplo, un incremento de 0,3pp en nuestra cuota supondrían unos 55 mil millones de dólares.

Como se aprecia en la siguiente figura, donde se muestra la “Evolución del volumen de comercio mundial de mercancías” de la Organización Mundial del Comercio, el impacto de crisis anteriores ha ocasionado que disminuya el ritmo de crecimiento tras la recuperación de la crisis, si bien el ritmo de crecimiento post crisis es alto, bastante más que el de crecimiento del PIB asociado. Las previsiones son que en 2020 el volumen del comercio internacional pueda caer entre 12,9% y 31,9% en un escenario pesimista, mientras que se espera que en 2021 el volumen de comercio internacional crezca entre un 21,3% a un 24%.

En este escenario de recuperación, las tecnologías y la digitalización jugarán una baza a favor de nuestras empresas. El punto de partida es que España ha demostrado tener una de las mejores redes de telecomunicaciones, con gran cantidad de fibra posibilitando que todas las necesidades de empresas y ciudadanos fueran atendidas, haciendo realidad el teletrabajo masivo, el incremento exponencial de las videollamadas en grupo, el entretenimiento en alta calidad, los servicios online y un largo etcétera. Sin ánimo de ser exhaustivo, algunas de las tecnologías que se han consolidado durante esta pandemia y que, junto con procesos de simplificación y digitalización extremo a extremo, se seguirán desarrollando en un futuro inmediato son:

Finalmente es interesante identificar cuales son los destinos más propicios para abordar procesos de internacionalización. Según el CIBI 2019 , un Índice de Internacionalización de Negocios de CaixaBank (CIBI – CaixaBank Index for Business Internationalisation) que analiza 5 pilares (Accesibilidad, Facilidad de operaciones, Atractivo comercial, Entorno y Estabilidad) para evaluar la idoneidad de los mercados internacionales para las empresas españolas, parece que la región más favorable para la expansión internacional de nuestras empresas es Europa Occidental, con Europa del Este y América como siguientes regiones de interés.

Comparación regiones de mayor afinidad para expansion internacional española Fuente: CIBI 2019

Comparación regiones de mayor afinidad para expansion internacional española. Fuente: CIBI 2019
Comparación regiones de mayor afinidad para expansion internacional española. Fuente: CIBI 2019

ESPAÑA 5.0: NUESTRA INDUSTRIA DEBE SER MÁS INTERNACIONAL

La internacionalización es un eje imprescindible para las empresas, ya que en situaciones de crisis como ya hemos visto, es una palanca que ayuda a acelerar la recuperación, y en otros ciclos macroeconómicos contribuye a elevar el crecimiento, siempre que se haga con sentido de permanencia como comentaba al inicio de este artículo.

Lo que propongo en este eje es dar un paso más allá, que la internacionalización de nuestro país sea más capilar, en definitiva, llegar a empresas de tamaño medio que son muy relevantes para nuestra economía y que amplíen su perímetro y radio de acción. Para ello se deben fortalecer y desarrollar 5 líneas de actuación: Crecer, Diversificar, Talento, Innovación y Alianzas

España tiene unas 150.000 empresas de tamaño pequeño y mediano (de 10 a 250 empleados) y 2,6 millones de microempresas (menos de 10 empleados). De todas ellas, unas 50.000 exportan de manera regular (actividad en los últimos 4 años), estando concentrado el 67% del volumen en 1.000 empresas (2%). El objetivo ideal sería llegar a tener unas 150.000 empresas exportadoras de manera regular en el 2025, y que aumenten el volumen más empresas, que el 60% esté distribuido entre el 20% de las empresas.

Según la Comisión Europea, en su informe “2019 SBA Fact sheetlas pymes en España generan el 61,7% del valor añadido y el 71,9% del empleo. Se esperaba que, antes de la covid-19, las pymes generasen casi 250.000 nuevos empleos en 2020 y que su volumen económico creciera del orden del 6%. Aún así, las pymes españolas no se han recuperado al mismo ritmo que las europeas de la anterior crisis de 2008 y mientras las europeas recobraron los niveles precrisis en 2015, las españolas en 2020 apenas alcanzaban el 90% de su volumen en 2008.

España está muy por detrás de la media europea en el grado de internacionalización de sus empresas medianas y pequeñas, y el apoyo que proporciona el ICEX (Instituto de Comercio Exterior) con iniciativas como el Programa Xpande de apoyo a la expansión internacional de la PYME, no son suficientes (asesoramiento puntual y financiación para la implementación del plan de negocio de hasta el 80% con un máximo de 9.000 euros). Por ello es necesario una estrategia de apoyo al crecimiento de las pymes, con foco en la internacionalización en las 150.000 mayores pymes.

Tenemos muy buenos ejemplos de empresas españolas que comenzaron como pyme y, tras un proceso de crecimiento, inversión en I+D, estrategia de diversificación y talento, lograron dar el salto internacional y convertirse en grandes empresas internacionales, como por ejemplo la burgalesa Grupo Antolín, la valenciana Gestamp o la bilbaína Dialoga Group. Las dos primeras destacan en el sector de la automoción, mientras que tercera es del ámbito de las tecnologías de la información y el conocimiento.

La realidad comercial de hoy en día exige que los productos y servicios que forman parte de la oferta de una economía se centra en la forma que se produce, en su diferenciación y en la sofisticación de esta para dar respuesta a toda la demanda.

Según el informe país semestral de España de la Comisión Europea, las exportaciones en España se han concentrado en mercancías y servicios compitiendo principalmente en precio, mientras que las exportaciones de tecnología son de productos de calidad medio-baja, con alta sensibilidad al precio y la dependencia en base a costes bajos para ser competitivos. En un escenario donde los costes laborales progresivamente suben en las empresas medianas y pequeñas, la competitividad debe basarse en una mejora de la calidad, una mayor diferenciación de la oferta y una apuesta por la innovación.

Un ejemplo de lo necesario de esta evolución hacia vender productos de mejor calidad lo vemos en el sector del turismo. El gasto del turismo internacional representa el 16,4% de los ingresos totales de exportación de España, y gracias a iniciativas como el Plan Nacional Integral de Turismo, se ha avanzado de la tradicional oferta de “sol y playa” y el turismo cultural ya representa un 15% del total.

Balance comercial por tipo de producto/servicio (Fuente Datacomex)

Balance comercial por tipo de producto/servicio (Fuente Datacomex)
Balance comercial por tipo de producto/servicio (Fuente Datacomex)

Otra línea por mejorar es la diversificación geográfica, ya que la Unión Europea sigue siendo nuestro mayor mercado exterior debido a la proximidad. Las nuevas tecnologías facilitan el alcance a nuevas geografías que nos pueden ser muy afines, como lo es América Latina. Hay multitud de ejemplos de pequeñas empresas que ofrecen soluciones en la nube (SaaS, Software as a Service) que permite a los usuarios conectarse a las aplicaciones a través de Internet y usarlas sin necesidad de hacer un solo desplazamiento.

En definitiva, sí que importa lo que se exporta, como vemos en el Índice de Complejidad Económica que elabora el Laboratorio de Crecimiento de Harvard para medir la capacidad de un país para beneficiarse de la globalización económica cuanto más alto se esté en ese índice, que se basa en la calidad de la oferta exportadora del país (=número de productos x tipo de productos que produce y exporta). España actualmente ocupa la posición 32 de 133.

Qué exportó España en 2018 - Fuente Atlas of Economic Complexity

Qué exportó España en 2018 - Fuente Atlas of Economic Complexity
Qué exportó España en 2018 - Fuente Atlas of Economic Complexity

Según un estudio del IESE, el talento es el elemento que más tienen en cuenta las inversiones extranjeras. Además, la valoración concreta de la situación de España que las empresas otorgan a este aspecto también es relativamente positiva. En concreto, la disponibilidad de mano de obra con titulación universitaria es considerada una de las principales fortalezas de la economía española.

Durante los periodos de crisis muchos de nuestros profesionales buscaron empleos de calidad fuera de nuestro país, lo que seguramente les enriqueció profesional y personalmente. Para España estos profesionales pueden ser de alto valor, pues si regresan (con las condiciones adecuadas) aportará lo aprendido en el exterior, y si siguen fuera pueden servir para apoyar de múltiples formas la internacionalización de la economía española: asesorando a empresas aportando su conocimiento del país destino, difundiendo una imagen favorable de España por ejemplo en foros, ayudando a identificar socios y contactos; etc.

Es obvio por tanto que se debe hacer un esfuerzo a todos los niveles, empezando por las diferentes Administraciones, pues si observamos la inversión en capital humano vemos que en España representa algo más del 17% de la inversión total en activos intangibles, 8pp menos que Alemania y 3pp menos que Francia. Por ello se debe potenciar un entorno de desarrollo del talento favorable, que fomente la colaboración entre universidades y empresas, o el intercambio de conocimiento a través de hubs de expertos fomentando el networking entre profesionales.

Tenemos buenos ejemplos en España que nos sirven de estímulo para impulsar acciones de este tipo, como por ejemplo la ciudad de Bilbao, que en el Global Talent Competitive Index de 2020 que mencioné más arriba, destaca por su empleo de la inteligencia artificial, desarrollando servicios digitales innovadores, con un potente hub empresarial y una amplia comunidad de trabajadores del conocimiento. Un objetivo más que deseable podría ser contar en 2025 con 10 ciudades como Bilbao.

Esta crisis sanitaria ha supuesto un paso adelante en temas de innovación y trabajo colaborativo como no se había visto antes para buscar una vacuna contra la covid-19, y es muy destacable el ver que nuestro país se sitúa como cuarta potencia en la realización de ensayos clínicos orientados a la búsqueda de una vacuna. Esta posición es una buena muestra de nuestro potencial como país en temas de I+D+i gracias a centros de investigación de referencia y a investigadores en materias avanzadas tales como la edición genética, la biomedicina y la nanotecnología.

Esta posición es anecdótica como exponía anteriormente analizando la evolución del gasto en I+D+i de España. Si bien aumenta poco a poco la inversión en activos de mayor contenido tecnológico, en los últimos años el principal esfuerzo inversor se concentró en activos menos productivos como vivienda (32% del total) y otras construcciones (30,2%).

Hemos visto que la innovación es pieza clave para la internacionalización y que si queremos aumentar la competitividad de nuestras empresas hay que incrementar la inversión en capitales intangibles (software, I+D+i, formación, marca, etc.) que en España representan un 6% del PIB mientras que en otros países europeos es más del doble. Para el 2025, tendríamos que alcanzar el 15% del PIB.

Evolución cuota mercado exportación alta tecnología (Fuente Eurostat)
Evolución cuota mercado exportación alta tecnología (Fuente Eurostat)

Evolución cuota mercado exportación alta tecnología (Fuente Eurostat)

La globalización de la economía sigue avanzando, si bien tras esta crisis quizás haya algunas tendencias que se aceleren, como los procesos de relocalización o regionalización, o el comercio internacional en remoto gracias a la digitalización que hace que la cadena de valor global pierda importancia. En cualquier caso, se precisan mercados abiertos y previsible para reactivar las inversiones (locales y extranjera).

El riesgo para la internacionalización de las PYMES es alto, como la carencia de personal especializado, detalle insuficiente del país destino, recursos financieros limitados, falta de medidas de aseguramiento de cobros, etc. El desarrollo de acuerdos de colaboración con empresas que faciliten la entrada y conocimiento es una garantía para iniciar bien su singladura internacional. Debemos evitar la actual alta tasa de “fracaso” de nuestras empresa exportadoras. En España, el 40% de las empresas dejan de exportar al cabo de un año y el 60% lo hacen al cabo de tres o cuatro años, síntoma de que muchas iniciaron el proceso de internacionalización sin estar convenientemente preparadas.

Pasos para abordar la cooperación en la internacionalización de las pymes (Fuente: Ministerio de Economía, ipyme.org)

Como conclusión, creo que la internacionalización de la empresa española es un pilar clave y fundamental para una salida rápida y solvente de la actual crisis económica. Debemos avanzar en mejorar la competitividad de nuestras pequeñas y medianas empresas, empezando por las 100.000 con más potencial exportador, ayudándolas a crecer y diversificarse, a través de la innovación, el talento y las alianzas. Es imprescindible el estímulo económico de los gobiernos, junto con la ayuda institucional, para acelerar y ocupar el puesto que nos corresponde en los nuevos mercados internacionales que se van a configurar tras las dramáticas consecuencias de la covid-19. Y la única manera de lograrlo, de salir más fuertes de esta terrible situación que vivimos, es aumentar el peso de nuestras compañías en el mercado exterior. Una España con mayor presencia internacional será también una España más fuerte tanto dentro como fuera de nuestras fronteras y, lo que es más importante, mucho más solidaria en el mundo.

Por último, me gustaría concluir estas líneas, recordando de nuevo los cinco ejes del plan España 5.0, hacia un nuevo modelo de reindustralización, que concluye con este eje de internacionalización de la economía española y que previamente ha venido precedido por el de una España Digital extremo a extremo, una España continua e inclusiva que genere riqueza y prosperidad por todo el territorio nacional, una España tecnológica e industrial que desarrolle y potencie nuestras fortalezas a través de centros de competencia diferenciadores y una España sostenible y renovable basada en el sector de energías alternativas y el de la automoción.

Mi único objetivo con este plan ha sido aportar mi pequeño grano de arena a través de mis muchos años de trabajo en el ámbito de la empresa y mi experiencia tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, con algunas ideas que ayuden a la reconstrucción de nuestra economía tras los efectos de la pandemia.

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