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Lorenzo Castillo: “Si solo te contratan los más ricos, malo”

Tiene en marcha más de 30 proyectos y aboga por la extensión del alto diseño entre la clase media

Saltar de reto en reto. Esa ha sido la vida de Lorenzo Castillo (Madrid, 1968). Hijo y nieto de madrileños, se licenció en Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en Arte y Antigüedades. En mitad de los años 90, aprovechando todo el conocimiento adquirido, puso una tienda de antigüedades en la capital en la que, en mitad de la fiebre por el coleccionismo inglés, apostó por muebles de lugares tan dispares como Francia y Suecia. Funcionó tanto que, a principios de los 2000, dio el salto definitivo al interiorismo cuando Loewe le encargó la remodelación de su tienda de la Gran Vía. Otro reto superado. Hoy, con más de 30 proyectos a la vez en marcha, ha necesitado una pandemia mundial para poder sentarse y reflexionar por teléfono sobre qué significa decorar una casa ahora que muchos españoles, confinados, han redescubierto la suya propia.

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R. ¿Dónde ha pasado usted el confinamiento?
R. Como en mi familia todos son médicos, insistieron mucho en que mi madre y yo saliéramos de Madrid. Nos vinimos a una casa entre Rascafría y Lozoya que en realidad es un paraíso, con corzos comiendo delante de mi puerta y águilas reales anidando en los árboles del jardín. He podido descansar y reflexionar sobre las palizas que me he pegado en todos estos años. También me he dado cuenta de que soy un privilegiado.
R. ¿Cómo ha sido permanecer más de dos meses encerrado en un interior para un interiorista?
R. He tenido que soportar la tentación de cambiarlo todo de sitio cada dos días. He diseñado todas las formas imaginables en una casa que está más que terminada. Dos meses dan para aburrirse de un interior diseñado por cualquiera.
R. ¿La gente ha aprendido algo sobre la importancia de la decoración?
R. Sí, es curioso. La gente ha sido más consciente que nunca de cómo es su casa, hasta el punto de que todos los días me han llegado mensajes por redes sociales pidiendo consejo. Muchos han salido de esta pensando en cómo van a cambiar su vivienda. El encierro ha traído por fin la idea de que la decoración de las casas es algo muy importante. Pienso que quien ha tenido la suerte de sobrellevar esto en un interior bello, lo ha podido hacer de otra manera. Al final, la buena decoración es sentarte en un sofá, mirar a cualquier parte y encontrar belleza y placer. Da felicidad, no es algo menor.
R. ¿Qué no puede faltar en una casa?
R. Libros, una casa sin libros es muy mal síntoma; alguna pieza de arte, que puede ser antiguo o contemporáneo; y algún objeto de anticuario, algo que guste de verdad a los dueños. No hace falta tener muchas cosas. Es mucho mejor tener poco y bueno que mucho y malo.
R. ¿Tener una casa bonita es caro?
R. Para nada. Es una cuestión de imaginación y de dedicación. Hace un tiempo la gente de Ikea se enfadó conmigo porque dije que nunca había estado allí. No es que tenga nada contra ellos, pero me parece que ese tipo de mueble es una solución rápida para que el espacio quede neutro y pasable. Pero yo creo que con un poco más de tiempo y de esfuerzo se puede conseguir muchísima calidad. Eso supone a lo mejor ir a El Rastro de Madrid cada semana, donde se pueden encontrar cosas muy bonitas y muy baratas. Con un sofá blanco y cuatro cosas monas de El Rastro, ya puedes tener una casa bien puesta.
R. ¿España tiene buen gusto decorando?
R. España está en los primeros puestos de diseño de interiores del mundo, algo que no ocurre con la moda, por ejemplo. En la lista de los 100 mejores del mundo estamos dos o tres españoles, y ya somos un montón, porque esas listas las hacen los norteamericanos, que nos miran siempre con reservas. El país está muy reconocido y el nivel es muy alto. Estuve hace poco Nueva York en una cena donde estaban Norman Foster y Elena Ochoa, y me di cuenta de que en cuestión de diseño no tenemos nada que envidiar a franceses e ingleses, y estamos por encima de los italianos.
R. ¿Cómo cambiará esta crisis el diseño de interiores?
R. Esperemos que afecte menos económicamente que la de 2008, que se comió toda la clase media. Cuando solo te encargan casas los más ricos, es muy mala señal para el negocio y para todos.
R. ¿Y qué futuro vaticina para el negocio?
R. Al diseño le pasa como a la moda, que no somos un mercado de primera necesidad. La gente acude a nosotros cuando todo lo demás está bien. Yo he intentado siempre democratizar el alto diseño y que llegue a más gente, no me gusta que sea algo muy elitista ni quiero que mi decoración lo sea. Me gustaría que en el futuro, si la economía lo permite, el diseño llegara a todo el mundo. Será el mejor indicio de que todo lo demás va bien.

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