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MERCADOS

Objetivo: no olvidarnos del poder del largo plazo cuando el miedo domina el mercado

Cuando invertimos, el tiempo siempre va a ser nuestro mayor aliado, especialmente en los momentos de incertidumbre

Dice Warrent Buffett que "la bolsa es un mecanismo por el cual se transfiere dinero del impaciente al paciente". Y es que si hay algo que solemos echar de menos en los momentos de incertidumbre es precisamente eso, la paciencia.

La semana pasada os hablábamos de la importancia de controlar nuestras emociones en los momentos de crisis para evitar tomar malas decisiones movidos por el pánico. Intentar salirnos cuanto antes del mercado para no perder más dinero es algo natural, está en nuestros instintos más básicos. Pensamos únicamente en el corto plazo, en lo que ha hecho la bolsa solo en los últimos días y en cuánto hemos podido perder y nos olvidamos de lo más importante: nuestro horizonte temporal de inversión.

¿Para qué estoy invirtiendo? ¿Para mi jubilación? ¿Para emprender un negocio? ¿Para comprar una segunda casa? Responder a esta cuestión es fundamental para que nuestro dinero siga creciendo y no sufra a largo plazo por caídas puntuales del mercado.

Los beneficios del tiempo al invertir

Después de cada crisis, siempre viene una recuperación. Lo hemos visto en otros momentos como la crisis de las puntocom, la quiebra de Lehman Brothers, el SAARS o el Brexit. Los mercados siempre caen para después volver a subir. La gran incógnita es saber cuándo se va a producir la recuperación, algo que, por el momento, nadie puede responder.

Lo que sí sabemos es que, por ejemplo, en 2008 al inversor que mejor le fue en esa crisis fue al que no hizo nada, al que mantuvo sus inversiones y pensó en el largo plazo. Y es que si no tenemos ninguna necesidad inmediata de liquidez y nuestros objetivos no han cambiado lo que más nos va a beneficiar a largo plazo -en términos de rentabilidad- es permanecer invertidos, siguiendo nuestro horizonte temporal de inversión.

La realidad es que el tiempo siempre va a ser nuestro mayor aliado a la hora de invertir porque nos ayuda a mitigar los efectos de la volatilidad en el corto plazo. Así, por ejemplo, si tenemos una cartera con un 50% de renta variable, un 40% de renta fija y un 10% de activos monetarios, la probabilidad de sufrir una caída de hasta el 21% sería del 16,2% si estamos invertidos durante un año. En cambio, si ampliamos nuestro plazo a más de cinco años, la probabilidad de acumular pérdidas para esa misma cartera prácticamente desaparecería, al tiempo que aumentaría la probabilidad de lograr nuestra rentabilidad objetivo esperada.

Si echamos la vista atrás al último periodo de fuertes caídas que hemos vivido en los mercados -antes del COVID-19-, el último trimestre de 2018, y nos centramos en lo que hizo el MSCI World, vemos que los inversores que se salieron en mínimos -25 de diciembre- ganaron un 17% menos que los que tuvieron paciencia y siguieron invertidos 5 meses después.

Además, si tenemos liquidez, permanecer invertidos a largo plazo nos permite entrar en el mercado a mejor precio, es decir, comprar cuando está cayendo y está más barato. De esta forma, si vamos haciendo aportaciones periódicas a nuestro fondo de inversión o a nuestro plan de pensiones, obtenemos un mejor precio medio, lo que a largo plazo nos beneficia enormemente.

Otra de las grandes ventajas del tiempo tiene que ver con el interés compuesto, lo que Albert Einstein definió como la mayor fuerza del universo y que se basa en reinvertir los beneficios que nos van dando nuestras inversiones. Por ello, cuanto más plazo tengamos, más potenciaremos el efecto del interés compuesto y mayor será el capital final que obtengamos por nuestro dinero invertido.

Tener en mente todas esas ventajas y aplicárnoslas a nuestro plan personal nos va a ayudar a mantener la calma, tener paciencia y poner las caídas en perspectiva, teniendo siempre presente nuestros objetivos.

Recientemente nuestro director de inversiones, Ángel Olea, nos recordaba una cita de Tolstoi de Guerra y paz: "Los más fuertes guerreros son estos dos: el tiempo y la paciencia". Una frase que sigue vigente dos siglos después y que en momentos como el actual está más presente que nunca.

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