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Coronavirus

Invirtiendo en mitad del pánico

Con el paso de los días vamos siendo más conscientes del alcance del Covid-19

La red se llena estos días de artículos de todo tipo y de consejos sobre qué hacer con las inversiones en estos momentos tan complicados. En Renta 4 Gestora nos gustaría sumarnos al movimiento y aportar nuestra visión.

Con el paso de los días, vamos siendo mucho más conscientes del alcance del problema. La enfermedad llamada Covid-19, provocada por el coronavirus, surgió en China hace dos meses (en realidad muchos días más, ya que cuando nos enteramos muy probablemente China estaba desbordada) y ya se ha extendido al resto del mundo.

Se trata de un virus altamente contagioso, potencialmente letal en una tasa que irá probablemente acercándose al 1% y sobre el que no hay vacuna ni tratamiento en la actualidad. Con el paso del tiempo, y según con qué rapidez avancen los estudios científicos, este virus acabará convirtiéndose, sin lugar a dudas, en una patología similar a otras que en su día causaron también alarma como el SARS o el MERS, y que hoy por hoy nadie les confiere la menor importancia.

Lo que diferencia, sin embargo, la crisis actual de las anteriores, es la respuesta de los Estados, debido al elevado ritmo de contagios. El número de infectados está colapsando los hospitales, y afectando al normal funcionamiento del sistema sanitario, lo que ha hecho necesario tomar medidas muy drásticas (confinamientos, restricción de movimientos de personas y actividades de producción, etc.) siguiendo el ejemplo de China con terribles consecuencias para la economía a corto plazo.

De repente la economía sufre un doble shock: de oferta y de demanda. Sin embargo, esto no ocurre igual ni con la misma intensidad en todo el mundo, cada país toma sus propias medidas y se irán adecuando a una realidad cambiante según pasen también los días.

El coronavirus en sí mismo no parece un problema médico de extrema gravedad (afecta mayormente a determinados grupos de riesgo y en tres meses hay 15.300 fallecidos, compárenlos, por favor, con toda la población mundial) pero estamos viendo cómo las medidas para paliar su efecto suponen de hecho una vuelta a esquemas económicos transitoriamente autárquicos y un frenazo económico sin precedentes en la historia moderna.

Esto, desde luego, hace que la visibilidad sea muy baja, e impide que podamos otorgar un valor a las empresas en las que invertir con ciertas garantías, porque es muy posible que a la vuelta de la esquina tengamos un entorno totalmente distinto. Es difícil, por tanto, determinar con exactitud el precio justo a pagar por una empresa, de la que desconocemos su futuro.

Entonces, ¿qué pasa con las inversiones? ¿Qué hacer con ellas? Los mercados han entrado en modo pánico y las cotizaciones de las empresas han caído a plomo, ante la expectativa de menores ingresos (¡e incluso nulos ingresos, ojo!! Durante algunos meses…) y beneficios por parte de las compañías. Si bien habitualmente la discusión se centra en si los mercados están caros o baratos, si hay valor o no en las inversiones, o si las dinámicas en un determinado segmento económico pueden mantenerse, frenarse o invertirse, ahora nos enfrentamos a algo totalmente distinto.

Los mercados financieros, además, siempre se anticipan a la economía real, de forma que estamos viendo una reacción que a mi modo de ver es desproporcionada (habitualmente sucede) especialmente si tenemos en cuenta que en algún momento las medidas podrían revertirse y cambiar el rumbo pudiendo la recesión económica no extenderse mucho más allá de un par de trimestres, aunque los datos de 2020 vayan a ser totalmente desastrosos.

Para mí, lo más importante es resaltar y que se comprenda la idea de que el precio o la valoración de una compañía se desprende de actualizar el flujo de beneficios futuros a perpetuidad, o al menos para los próximos 10-15 ejercicios, y no únicamente pensando en las ganancias de los próximos trimestres.

Sabemos que la situación es complicada, y que algunas compañías, las más endeudadas, podrían no sobrevivir (o sí, porque tanto los bancos centrales como los gobiernos, van a hacer todo lo que esté en su mano para engrasar a la economía y dotarle de los resortes para evitar las quiebras), pero desde luego, la situación de estrés por el virus pasará, la economía se normalizará y con ello los mercados se irán a cotizaciones mucho más razonables.

Si queremos invertir, esta es una gran ocasión para hacerlo, respetando diligentemente las normas básicas que cualquier buen inversor debe vigilar.

Entretanto, los precios que vemos hoy en las pantallas, son unas veces el fruto del pánico irracional, otras veces, de las ventas forzadas de los agentes más apalancados (la situación de tipos lo ha propiciado, etc.…), y en otras ocasiones de inversores bajistas oportunistas que tumban las cotizaciones sin piedad de todo lo que esté “tocado”.

Comprendo que ciertamente cueste trabajo ver la oportunidad de inversión justo cuando estamos inmersos en mitad del huracán y la tormenta, pero por otro lado si queremos esperar a que mejore la situación o a un factor que relaje nuestro miedo (un tratamiento, una vacuna, o que mejoren las noticias sobre la economía), para entonces los mercados ya se habrán recuperado vertiginosamente sin habernos dado cuenta.

No es momento de dejarse llevar por el pánico, sino de hacer un planteamiento sereno y racional. Si queremos invertir, esta es una gran ocasión para hacerlo, respetando diligentemente las normas básicas que cualquier buen inversor debe vigilar: invertir la cantidad que previsiblemente no nos vaya a hacer falta, hacerlo de manera suficientemente diversificada tanto geográfica como sectorialmente, y con la mirada puesta en el medio/largo plazo.

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