La inversión busca los refugios seguros en tiempos inseguros
Como siempre, la dificultad está en conocer en qué punto harán inflexión los precios de las compañías porque se vea una solución.
El más incómodo de los enemigos de la inversión es la incertidumbre, precisamente ese estadio en el que se mueve ahora el mundo, que no permite conocer la envergadura de determinados fenómenos, pero que apunta a una sospecha tan pesimista que le abruma de dudas a la hora de tomar decisiones. La inmensa bola de nieve creada por el simple accidente que supone que un individuo chino ingiriese un pequeño animal salvaje portador de un virus infeccioso, que ha infectado ya a cerca de 100.000 personas y que ha costado la vida a más de 3.000 en más de 70 países, amenaza con llevar la economía mundial a una recesión, a la que no le encaja ningún calificativo porque la incertidumbre impide también conocer su verdadero alcance. En una combinación perversa de medidas drásticas para controlar la infección y un miedo tan generalizado como poco fundado, y la inevitable transmisión entre ciudadanos de países avanzados que facilita la globalización económica, las cadenas de producción manufacturera empiezan a tener problemas por falta suministros, la movilidad de la gente está en suspenso y los indicios de contracción de la economía empiezan a ser en muchos países evidencias, aunque no cuantificables.
¿Qué hacer ante una situación así, en la que no se ve ni la dimensión del problema ni un final inmediato? Ante todo, calma. El mundo tiene resortes para vencer la dificultad surgida y es cuestión de tiempo que lo haga. Mientras tanto, los inversores tienen que mantener la calma y aplicarse sencillos comportamientos, que son más fáciles de citar que de practicar en los días de volatilidad extrema en los mercados. Los expertos recomiendan no deshacer apresuradamente posiciones, y de hacerlo, procurar acumular liquidez para retomar la inversión cuando las cotizaciones hayan purgado los suficiente.
Como siempre, la dificultad está en conocer en qué punto harán inflexión los precios de las compañías porque se vea una solución. Los bancos centrales han tomado decisiones y anunciado otras venideras, que servirán más para restablecer ciertos grados de confianza que para voltear la producción industrial y la actividad comercial. Entre tanto, el dinero debe dirigirse a valores con elevados niveles de generación de caja, razonables dividendos y a ser posible en actividades no afectas directamente por la epidemia, además de contar con posiciones de apalancamiento limitadas y un grado de diversificación geográfica aceptable. En caso de optar por la renta fija, elegir bonos corporativos de empresas con la misma solidez, o aquellos soberanos con mejores calificaciones, aunque su rentabilidad sea mínima por la planitud general de los tipos de interés.