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Jornada Cinco Días

El doble reto de las empresas españolas para liderar la financiación al desarrollo

Bruselas estudia la creación de un nuevo Banco Europeo para el Clima y el Desarrollo Sostenible, que reorientará sus prioridades desde Latinoamérica a África

José Luis Curbelo, presidente de Cofides; Jolita Butkeviciene, directora para América Latina en la Comisión Europea; José Antonio Vega, director adjunto de Cinco Días; María Shaw-Barragán, directora de Socios Globales del BEI; Bruno Wenn, presidente de la Asociación de Instituciones Financieras de Desarrollo (EDFI) y José Antonio Alonso, miembro del grupo de sabios para una nueva arquitectura de la financiación al desarrollo.
José Luis Curbelo, presidente de Cofides; Jolita Butkeviciene, directora para América Latina en la Comisión Europea; José Antonio Vega, director adjunto de Cinco Días; María Shaw-Barragán, directora de Socios Globales del BEI; Bruno Wenn, presidente de la Asociación de Instituciones Financieras de Desarrollo (EDFI) y José Antonio Alonso, miembro del grupo de sabios para una nueva arquitectura de la financiación al desarrollo.PABLO MONGE

Las empresas españolas afrontan un doble reto en el futuro en su participación en los proyectos de ayuda en los países en desarrollo. La Unión Europea trabaja en una nueva arquitectura para distribuir los fondos y en ese nuevo marco se van a redefinir las prioridades estratégicas. Latinoamérica, el destino tradicional de la inversión española, va a perder peso en favor de África, donde se va a concentrar una parte sustancial de los fondos europeos y en donde España apenas cuenta con presencia empresarial, mientras que otros socios europeos cuentan con un largo recorrido, bien por su pasado colonial (Francia) o por el importante peso de su sector industrial (Alemania).

“España no es un actor en África, donde apenas hay inversión y la ausencia de recursos no reembolsables no nos beneficia”, aseguró José Luis Curbelo, presidente y consejero delegado de la Compañía Española de Financiación del Desarrollo (Cofides), en el arranque de la jornada El futuro de la arquitectura financiera europea para el desarrollo, organizada por Cofides, en la que seis ponentes trataron de arrojar luz sobre el nuevo sistema que va a movilizar 260.000 millones de euros al año en fondos para proyectos ligados fundamentalmente a servicios básicos como infraestructuras, agua o energía.

José Luis Curbelo, presidente de Cofides

“España no es un actor en África, donde apenas hay inversión y la ausencia de recursos no reembolsables no nos beneficia"

Un nuevo escenario que, además, coincide temporalmente con las estrategias nacionales y supranacionales para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y con el Green New Deal promovido desde la Comisión Europea para alinearse con los objetivos de descarbonización. Para cumplirlos hará falta más dinero y eso obligará necesariamente a una participación más activa del sector privado, que reclama incentivos para ganar peso en la financiación.

La primera intervención correspondió a José Antonio Alonso, catedrático de la Universidad Complutense y miembro del Grupo de Sabios de Alto Nivel que ha elaborado, a petición de la Comisión Europea, un informe sobre la nueva arquitectura financiera para el desarrollo. La primera certeza que constató este grupo de expertos fue la escasa influencia de Europa en el ámbito internacional, pese al elevado volumen de fondos movilizados. “Lo primero que hicimos fue el reconocimiento de la descompensación entre los fondos movilizados y la limitada influencia de Europa en el ámbito internacional, como consecuencia de la falta de un centro político en Europa y la dispersión de actores, que no estaban integrados y coordinados. El objetivo era situar la política de inversión al nivel de la ambición”, recalcó.

José Antonio Alonso, miembro del Comité de Sabios que ha elaborado una nueva propuesta de financiación para la CE​

“Existe una gran descompensación entre los fondos movilizados por la UE y la limitada influencia en el ámbito internacional”

El segundo reto fue definir qué institución se haría cargo de la gestión de los fondos en el futuro Banco Europeo para el Clima y el Desarrollo Sostenible. “Había tres opciones. La primera era darle el mandato al Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), con mayor contacto con el sector privado y con los territorios, pero con dos limitaciones: no había tenido experiencia en países no desarrollados y el capital del banco no es solo europeo, ya que la configuración de los propietarios afecta a 69 países. La segunda era crear un nuevo organismo, en el que participara el BERD para la acción externa y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para la acción inversora. Era un mensaje ilusionante y una propuesta de compromiso. Y la tercera opción era hacer una nueva encomienda al BEI y crear una subsidiaria exprofeso que garantizara la gobernanza de esos fondos”.

De las tres, la última parece ser la más factible. “Los países miembros de la UE no quieren una nueva institución. EE UU no quiere reforzar el BERD y esta última institución no tiene experiencia en África Subsahariana y no va a defender el interés de las empresas europeas”, recalcó Maria Shaw-Barragán, directora del Departamento de Socios Globales del Banco Europeo de Inversiones (BEI). “Lo que tiene que haber es una mejor coordinación”.

Bruno Wenn, presidente de la Asociación de Instituciones Financieras de Desarrollo Europeas ​

“El mercado de capitales en África casi no existe y la entrada de los fondos de pensiones le daría un fuerte impulso”

La representante del BEI hizo una encendida defensa de la tercera vía (creación de una filial del BEI) para dar cobertura a las empresas europeas en sus inversiones en otros países, aunque no rechazó la integración con el BERD. “Todos somos necesarios. El BERD tiene sentido porque Europa tiene que relacionarse multilateralmente con EE UU y Asia, que son accionistas del BERD y el BEI debe servir como guía para mejorar las relaciones multilaterales”. Frente a aquellos que critican la escasa presencia del BEI fuera de la UE (apenas tiene el 10% de su cartera), Shaw remarcó que prestan 8.000 millones de euros fuera de la UE desde 1963. “El 52% de la actividad en África, donde ya tenemos presencia en 41 naciones, se produjo en países frágiles”.

La Comisión Europa se ha dado de plazo hasta octubre para tomar una decisión al respecto. “Es necesario hacer un estudio de factibilidad para tomar una decisión. No convenía dar prioridad a ninguna, ya que las tres son opciones a tener en cuenta. De las tres creo que la del BERD no es viable técnicamente, ya que una parte muy importante del accionariado no estará a favor”, recalcó Alonso. La propuesta del Comité de Sabios establece dos fases en la implantación de la nueva estrategia. “Las prioridades a corto plazo servirían para fortalecer la acción exterior de la Unión Europea y crear un nuevo instrumento que hiciera descansar la movilización de recursos en el sector privado como el caso del blending. Posteriormente se decidiría a través de qué organismo se darían los recursos”.

María Shaw-Barragán, directora del Departamento de Socios Globales del BEI

“BEI y BERD son necesarios. El BERD tiene sentido porque Europa tiene que relacionarse multilateralmente con EE UU y Asia”

A la espera de conocer cuál será el modelo elegido, todos los ponentes coincidieron en el cambio de paradigma que supondrá el cambio de África como principal destino de los fondos europeos al desarrollo. Bruno Wenn, presidente de la Asociación de Instituciones Financieras de Desarrollo Europeas, que representa a 50 instituciones privadas con una cartera de 41.000 millones en países en desarrollo en proyectos ligados a servicios financieros, energía, agricultura o minería, recalcó que es imprescindible que el continente africano acometa profundos cambios en sus regulaciones, entre ellos permitir una mayor participación de las empresas. “El sector privado es vital para el desarrollo de la inversión sostenible. Somos los que financiamos una parte muy importante, pero no tenemos un papel relevante ni creamos agenda, ya que muy pocas personas conocen lo que hacemos”. Por ello consideró que si no se hace ese trabajo previo, “el cambio o la creación de instituciones no tendrá sentido”. De hecho consideró que “son imprescindibles” reformas para poder hacer negocios con seguridad en África. “Es necesario hacer un cambio profundo. Hay que hacer reformas en las regulaciones para incrementar la participación de los grandes actores de la financiación”, recalcó. En su opinión, el mercado de capitales en esa región es muy débil y no hay casi actores. “Si se permitiera el acceso a los grandes fondos de pensiones esto permitiría un desarrollo muy importante de las infraestructuras”.

El gran damnificado en el nuevo reparto de fondos puede ser Latinoamérica. Un extremo que matizó Jolita Butkeviciene, directora para América Latina y el Caribe en la Comisión Europea, ya que, en su opinión, “Latinoamérica tiene y debe jugar aún un papel importante en la financiación al desarrollo”. Butkeviciene asegura que el futuro marco de la inversión para el desarrollo, en el que aparecerán mecanismos nuevos como el blending (fondos de coinversión entre las administraciones públicas y financiadores privados como Cofides), las garantías para las inversiones procedentes de los fondos soberanos y los proyectos en países frágiles, será más completo. “Hemos sufrido la falta de coordinación de los actores europeos y el nuevo marco puede beneficiarnos”, aseguró.

Jolita Butkeviciene, directora para América Latina y Caribe en la Comisión Europea

“Latinoamérica ha sufrido la falta de coordinación de los actores europeos y el nuevo marco puede beneficiarnos”

Butkeviciene recordó que el Consejo Europeo adoptó el pasado 31 de enero una recomendación para aplicar las recomendaciones a corto plazo y que la Comisión Europea ya trabaja en esas medidas a corto plazo. “Aún no se ha tomado una decisión con respecto a quién será el encargado de dirigir la financiación al desarrolló, lo que requerirá una reflexión adicional y un estudio sobre su viabilidad. Los resultados se presentarán en otoño”, avanzó.

En su opinión, el objetivo de la Comisión es aprovechar al máximo las fortalezas de todos los miembros para ampliar los partenariados entre los países y las instituciones financieras. “Es importante el despliegue de subvenciones, blending y garantías para reducir el riesgo del sector privado y apalancar una cartera de proyectos mucho más elevada”, subrayó.

Una cartera de proyectos de 1.260 millones de euros

Balance. La Compañía Española de Financiación del Desarrollo (Cofides) es una sociedad público-privada que ofrece apoyo financiero a las inversiones de las empresas españolas en el exterior desde 1988. En 2019 cerró con la mayor cifra de su historia en formalizaciones, con 263 millones de euros, mientras que la cartera comprometida de proyectos subió un 3% hasta alcanzar los 1.260 millones de euros. Entre sus accionistas están el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo; ICEX, ICO, Enisa, el Banco de Desarrollo de América Latina, Santander, BBVA y Sabadell.

Objetivos. Facilita financiación a medio y largo plazo a proyectos privados viables de inversión que contribuyan, con criterios de rentabilidad, tanto al desarrollo de los países receptores de las inversiones como a la internacionalización de la economía y de las empresas españolas. Para ello utiliza sus recursos propios y al mismo tiempo gestiona, por cuenta de la Secretaría de Estado de Comercio, el Fondo para Inversiones en el Exterior (FIEX) y el Fondo para Operaciones de Inversión en el Exterior de la Pequeña y Mediana Empresa (Fonpyme).

Encomiendas. También presta apoyo a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en la gestión del Fondo para la Promoción del Desarrollo (Fonprode), gestiona la financiación combinada de recursos públicos y privados de la Unión Europea, conocida como blending, y moviliza recursos del Fondo Verde para el Clima de Naciones Unidas.

Medio ambiente. Cofides respaldó el pasado ejercicio operaciones empresariales que generarán más de 830 MW de energía sostenible, lo que supone una cifra superior que la suma de las inversiones de los siete años anteriores. Buena muestra de ese compromiso es el sistema de incentivos puesto en marcha durante el pasado ejercicio, vinculando el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con un tramo variable de la remuneración salarial de todos los empleados.

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