Elena Zubizarreta: "Nos gusta que nos copien, significa que nos admiran"
Hace siete años montó con su hermana una firma de bolsos con estampación gráfica de paisajes, que vende 12.000 piezas al año, cosidas en un pueblo de Cuenca
Ambas tenían su propia carrera profesional en compañías y multinacionales de diferentes ámbitos, pero una de ellas, aficionada a la fotografía, tenía el gusanillo de la estampación digital en mente. Así fue como las hermanas Zubizarreta: Mercedes (Madrid, 1978), la ideóloga del proyecto, que trabajaba como interiorista, y Elena (Madrid, 1983), licenciada en Administración de Empresas, se embarcaron en su propio proyecto con una firma de bolsos, a la que bautizaron Zubi.
El espaldarazo a la idea, que no era otra que realizar bolsos y carteras de tela con la impresión gráfica de un paisaje captado en alguno de sus viajes, lo tuvieron en una feria de París, donde recibieron el encargo de fabricar 3.000 piezas para vender en Japón. El siguiente objetivo fue encontrar quien los cosiera de manera artesanal, y dieron en Almonacid del Marquesado (Cuenca) con tres costureras que hacían labores para El Corte Inglés. De esto han pasado siete años, cuentan desde la tienda estudio que tienen en la planta inferior del único local que tienen abierto en Madrid. “Ahora tenemos un taller de 700 metros cuadrados, que alberga nuestro almacén, ya que vendemos 12.000 bolsos al año y hemos empezado a diseñar ropa”, señala Elena, que asegura que lo complicado fue encontrar talleres en España donde fabricar. El punto lo confeccionan en Cuenca y el textil en Mataró (Barcelona).
Comenzaron vendiendo en el canal online, pero además están presentes en 15 países a través de un espacio multimarca y desde hace cuatro años también lo hacen en tienda propia. “Con la venta online llegas a todo el mundo, pero si quieres crear marca necesitas de un espacio físico donde expresar todo tu universo”, explica Mercedes. Porque en el espacio en el que trabajan, donde comparten mesa, pasan cosas: exhiben la próxima colección que sacarán al mercado, desarrollan talleres creativos, hacen fotos, y organizan charlas sobre arte, literatura o cualquier otra disciplina que vaya en sintonía con su filosofía.
“Queremos abrir más tiendas, pero con personalidad, en las que podamos reflejar lo que somos, en la que no se hable de producto sino de mujeres felices”, dice Elena. “Somos una comunidad de mujeres vivas, curiosas, con trabajos muy dispares, que comparten cosas”. Porque ese es su perfil de clientas, con un interés común, el de la diferenciación. “Las mujeres estamos cansadas de ir todas iguales, como nos dicen las grandes cadenas de ropa”, añade Elena. Trabajar codo con codo no supone para ellas ningún tipo de fricción, “cuando hay discusiones nos duran cinco minutos, y mi mayor miedo no es vender menos sino tener un problema con mi hermana”. Si a algo han aprendido, apostilla Mercedes, “es a cómo decirnos las cosas”.
Es por ello que las funciones las tienen divididas por áreas: Mercedes es la creativa, la que se ocupa del diseño y el marketing, y Elena de las ventas, la producción y los recursos humanos. “Nuestra receta es creatividad y business”, un negocio que comenzó con los 500 euros que pusieron cada una y que factura 600.000 euros, con un crecimiento del 30%. Que van por el buen camino lo indica los numerosos imitadores que les han salido. “No nos preocupan, es buena señal, pero solo nos copian, no tienen personalidad ni el deseo de desarrollar una marca. Nos gusta que nos copien porque eso significa que nos admiran, y lo único que tenemos que hacer es ir por delante”, prosigue Elena, rodeada de reportes semanales, documentos de Excel, diseños de los 200 modelos de bolsos que sacan cada temporada, dos al año. “Somos pequeños pero trabajamos como una multinacional”.